Nora Maidana, la única perito en casos de muerte por sumersión de Sudamérica
No respira, sigue consciente pero no respira, pasan uno, dos, cuatro minutos y ya no aguanta más, contiene el aliento hasta que su cuerpo, sumergido, empieza a necesitar de nuevo el oxígeno, entonces inspira sin quererlo, por boca y por nariz, y ese reflejo respiratorio hace que los pulmones se le llenen de agua y se desgarren, que la sangre y...