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Se perdieron 20 millones de piezas del Museo Nacional de Río de Janeiro
Científicos del CONICET reflexionan sobre la reciente pérdida de valiosas piezas paleontológicas y arqueológicas.
El domingo por la tarde, la imagen del Museo Nacional de Río de Janeiro ardiendo en llamas circuló por todos los medios internacionales. Si bien no hubo víctimas humanas, la colección de la institución -una de las más antiguas del país, que incluía doscientos años de historia- fue afectada de manera directa. Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de distintas ramas de la ciencia expresaron sus condolencias por la pérdida simbólica que significa este incendio.
“El museo es una institución sin equivalentes en América Latina. La pérdida de documentos coloniales, imperiales, acervos etnográficos e históricos de este incendio produce un daño incalculable”, afirmó Álvaro Fernández Bravo, investigador del CONICET, licenciado en Letras por la UBA y posdoctorado de la Universidad Federal de Mina Gerais. El investigador, que trabajó en el archivo del Museo en el año 2002 y en el 2004, cuando consultaba material para su libro El museo vacío. Acumulación primitiva, patrimonio cultural e identidades colectivas, Argentina y Brasil, 1880-1945 (Eudeba, 2016), detalló que “el archivo guardaba registro de los tempranos intercambios y redes científicas que vincularon a naturalistas argentinos y brasileños en el siglo XIX”. Y recordó: “El Museo, que depende de la Universidad Federal de Río de Janeiro, también es sede del Programa de Posgrado en Antropología Social donde se educaron numerosos antropólogos argentinos como Federico Neiburg y Axel Lazzari, este último investigador del CONICET”.
En efecto, había más de 20 millones de valiosas piezas en las salas de este Museo. La mayor colección de momias egipcias de Sudamérica, una colección de arte y artefactos grecorromanos, piezas de pueblos originarios, minerales, colecciones de paleontología que incluyen el esqueleto de un dinosaurio hallado en la región de Minas Gerais y el más antiguo fósil humano hallado en el actual Brasil, bautizado “Luzia” -que al ser descubierto cambió las principales teorías sobre el poblamiento en América-, son algunas de las piezas que alojaba y fueron afectadas, según difundió el portal del Museo.
“Trabajé en el Museo pero en la colección de vertebrados actuales, que según me informó mi colega brasileño Marcelo Weksler con quien trabaje en 2013, se habría salvado. Pero la colección de paleontología desapareció completa, lo cual es una pérdida no sólo para Brasil sino para toda la comunidad científica. Estamos todos muy tristes e impactados porque la pérdida tanto de esos materiales fósiles, como las de otros tesoros que resguardaba el Museo, es inimaginable. También la pérdida de tanto trabajo y esfuerzo de los investigadores y técnicos que trabajan ahí”, transmitió María Encarnación Pérez, doctora en Ciencias Naturales que se desempeña como investigadora del CONICET en el Museo Paleontológico Ediglio Feruglio.
Por su parte, Abel Pérez González, investigador adjunto del CONICET y coordinador del equipo de opiliones de la División de Aracnología del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET), comunicó su consternación ante la noticia. “Todos nuestros proyectos se ven afectados, la mayoría de ellos… tenemos varios alumnos, que son becarios del CONICET, que son brasileños y en estos momentos están haciendo sus tesis con nosotros, que incluye indiscutiblemente trabajos en conjunto y colaboración que dependían de materiales que fueron quemados”.
Julián Faivovich, investigador del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), trabajaba en varios proyectos con uno de los curadores del Sector de Herpetologia del Museu Nacional, el Dr. Jose P. Pombal Jr., desde hace más de 10 años, y de hecho estuvo ahí hace poco más de un mes trabajando durante una semana. “El incendio constituye la mayor tragedia en la historia de la ciencia latinoamericana, sin dudas -indicó-. Se perdieron las colecciones de entomología, aracnología, malacologia, paleontología, antropología, las exhibiciones públicas y los archivos históricos, todos de un valor incalculable, en algunos casos el resultado de doscientos años de esfuerzo. No puedo exagerar la importancia de estas colecciones para el conocimiento científico, y lo que representaban para la memoria historia de la ciencia brasileña”.
El propio edificio del Museo era extremadamente valioso: entre otras cosas, fue escenario de la primera Asamblea Constituyente de la República, de noviembre de 1890 a febrero de 1891, hecho que marcó el fin del imperio en Brasil. En síntesis, el Museo Nacional de Río de Janeiro, creado por el rey Juan VI de Portugal en 6 de junio de 1818, era considerado el centro de historia natural más antiguo de América Latina y el quinto mayor museo del mundo en cuestión de acervo. Una pérdida lamentable que será muy difícil de subsanar, al menos en el corto plazo.
Por Cintia Kemelmajer