DETRÁS DE ESCENA DE LA CIENCIA
Ricardo Argüello: reciclar para vivir
Doctor en química orgánica, trabaja como Personal de Apoyo en el CEVE desarrollando ladrillos y bloques con materiales reutilizados.
Esta historia no nace de un repollo, sino de una cáscara de maní. En mayo de 2009, el doctor en química orgánica Ricardo Argüello ingresó al Centro Experimental de la Vivienda Económica de Córdoba (CEVE- CONICET) como miembro de la Carrera del Personal de Apoyo (CPA). En realidad, en esa institución, había una particularidad: la mayoría de sus integrantes eran –y lo siguen siendo- CPA. Es que a diferencia de otros institutos -en los que generalmente los CPA son minoría y asisten al investigador que lleva adelante un proyecto-, en el CEVE la mano de obra es, por la complejidad de lo que allí realizan, mayoritariamente técnica. “En el momento en que yo empecé con la química hablar de material usado era mala palabra”, rememora Ricardo. Y aunque él nunca se proyectó trabajando con una línea de nuevos materiales y reciclados para usar en la construcción, una vez que avanzó no frenó más.
Sus inicios fueron en desarrollos con PET –Polietilen-Tereftalato-, un material proveniente de botellas de gaseosas usadas, obtenidas a través de recolección diferenciada y posteriormente trituradas. A este material le agregó cemento y aditivos y así confeccionó una bloquera con ladrillos y bloques, que hoy se utiliza en municipios y entidades que lo adoptan para sus construcciones, capacitados a través de un curso en CEVE.
Después de ese comienzo auspicioso, lo que siguió, que aún lo tiene ocupado hasta el día de hoy, fue curioso: desde hace años Argüello se dedica a crear paneles aislantes y aglomerados con cáscaras de maní. Así como lee: en 2013, Argentina se consolidó como el mayor exportador mundial de maní a 106 países, desplazando a China, India y Estados Unidos, grandes productores pero también grandes consumidores. En nuestro país se producen casi 450 mil toneladas al año, de las cuales el 30 por ciento –las cáscaras- se desechan porque el maní se vende sin ella. ¿Y qué se hace a nivel nacional con la cáscara? Se utiliza como alimento para ganado por los granos de maní que le quedan; como materia prima para combustibles de calderas en las propias plantas que generan el residuo; o lo más común, por el enorme volumen que ocupa: se la incinera. En esa quema se liberan gases tóxicos al medio ambiente y se agreden los suelos. Eso sucedía hasta que en Córdoba el grupo de científicos entre los que está el Dr. Argüello comenzó a trabajar para darle un destino mucho mejor a esos residuos: convertirlos en materiales para la construcción de viviendas sustentables.
Los expertos cordobeses a cargo del proyecto, entonces, se contactaron con los dueños de plantas maniceras de la zona, como Maglione Hermanos S.A., -ubicada en Las Junturas, a 120 kilómetros de la capital provincia- para preguntarles qué hacían con las cáscaras que sobraban. Así fue que probaron una mezcla de cáscaras de maní con adhesivos, y lo utilizaron como paneles aislantes y como tableros macizos, obtenidos a alta presión en la prensa.
Cuando nació la fabricación de componentes constructivos con cáscaras de maní Argüello y su equipo había probado muchos materiales antes. Pero llegaron a un material que, combinado con adhesivos, se convirtió en placas livianas y aislantes para colocar en cielorrasos con muchas virtudes. ¿Las principales? Su bajo peso, su buena capacidad como aislantes térmicas, y su gran aplicabilidad en el acondicionamiento de viviendas. “Llegamos a este material, que es muy similar a la viruta de madera, muy poroso y liviano, por eso sirve como panel aislante“–dice Argüello-. También es resistente, y podría servir hasta para hacer muebles enchapados”.
Dos oficinas del CEVE ya usaron estas placas como cielorraso y para revestimiento. Además, se está realizando un proyecto de producción piloto en la planta manisera del Maglione Hermanos, en donde se elaboraron más de mil placas de 25 x 25 centímetros para revestimientos, y equipamiento demostrativo del material -portalapiceros, portarretratos, portablocks, posaplatos-. Esta producción piloto de placas se realiza en un espacio cedido por la propia empresa junto a equipos y personal de la Planta “Dimos rienda suelta a nuestra imaginación y construimos productos de diseño industrial con láminas de placas de maní”, recuerda el CPA.
Más desarrollos
Pero el CEVE y la labor de Argüello no agotan su producción ahí: también existe una línea de investigación para desarrollar componentes constructivos a partir del reciclado de residuos y materiales en desuso. Desde hace dos años, Argüello participa en un proyecto de investigación para desarrollar tejas y cumbreras de caucho proveniente de neumáticos en desuso. Así lo explica el CPA: “Conseguimos el caucho triturado, lo mezclamos en una extrusora con polietileno, lo fundimos y ese es el ligante de las partículas de caucho. Sale un material viscoso que volcamos en un molde –matriz- con forma de teja. Lo dejamos enfriar, lo desmoldamos y tenemos el producto. Este material se lo somete a ensayos físico-mecánicos según las normas establecidas”. Actualmente están abocados a la construcción de un prototipo habitacional con techo de tejas y cumbreras de caucho por exigencia de la Secretaría de Vivienda. En caso de ser aprobado el proyecto, se podrá utilizar en planes habitacionales.
¿Con qué desarrollo sueña este CPA? ¿Qué le gustaría hacer a futuro? “Yo quiero saber qué pasa si con la cáscara de maní hacemos tableros grandes. Si se empieza a usar en reemplazo de la viruta, `engañando´ a las máquinas que hacen esas grandes placas con viruta de madera, a ver qué pasa, si podemos usar nuestra cáscara de maní para hacer esas grandes piezas”. Ni hacer cosas insólitas ni utilizar materiales imposibles. Este CPA sueña, solamente, con profundizar lo realizado. “Y en cuanto a los otros materiales –agrega él-, que el reciclado sea una obligación en el país para poder disponer de materias primas en abundancia y que podamos transferir nuestros proyectos”.
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