CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Proponen lineamientos para el manejo de fauna silvestre en tiempos de pandemia

Investigadores del CONICET, en el marco de la Unidad Coronavirus, elaboraron el documento en conjunto con especialistas de otros ministerios y del SENASA.


Científicos y científicas del CONICET, en el marco de la Unidad Coronavirus, integrada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT), CONICET y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (AGENCIA I+D+i), formaron parte del diseño de una serie de lineamientos para el manejo de fauna silvestre en situaciones de investigación científica, comercialización, translocación, reintroducción, liberación, rescate y operativos de decomisos. La guía fue elaborada en conjunto por especialistas del MINCyT, el Ministerio de Salud de la Nación, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

El temor a la posibilidad de que aparezcan nuevos reservorios de SARS-CoV-2 –que, aunque se estima que tiene un origen animal, hoy infecta principalmente a los seres humanos- en poblaciones de animales silvestres, tanto por sus potenciales implicancias a nivel de la conservación como por el peligro de que puedan ser la fuente de nuevas variantes a través de mutaciones y recombinaciones que puedan afectar a las personas y complicar la situación epidemiológica, fue lo que impulsó la elaboración de la guía.

“La idea es alertar sobre lo que podría ocurrir si nosotros, los seres humanos -que hoy somos el principal reservorio del virus que provoca la pandemia- le transmitiéramos este patógeno a animales silvestres y se llegara a establecer un nuevo reservorio del SARS-CoV-2 en poblaciones de la fauna que habita ambientes naturales. Para pensar estos lineamientos, partimos del enfoque conocido como ´una salud´, que se basa en ver a la salud humana, animal y del entorno como un todo, y de forma transdisciplinaria. Un ejercicio que pusimos en práctica al elaborar este documento entre diferentes organismos públicos, aportando visiones desde distintas ópticas”, explica Marcela Orozco, Investigadora del CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA, CONICET-UBA) y una de las responsables de la elaboración de la guía.

 

Casos de COVID-19 en animales

La presunción más aceptada respecto del origen del COVID-19 señala que se trata de una zoonosis. Más precisamente, que el SARS-CoV-2 tendría un origen animal y habría llegado a los seres humanos luego de atravesar la barrera entre especies y pasar por un hospedador intermedio. Aunque se cree que el virus está vinculado ancestralmente a los murciélagos, no existe evidencia epidemiológica de transmisión directa o indirecta del SARS-CoV-2 de murciélagos a personas, y el origen y los hospedadores intermedios del SARS-CoV-2 aún no han podido ser identificados.

Gracias a la longitud de su material genético (en este caso, ARN) y a su extendida distribución, los coronavirus poseen una gran capacidad de mutación y recombinación genética, por lo que al pasar de una especie a otra pueden sufrir modificaciones que los vuelvan más peligrosos en términos epidemiológicos.

De acuerdo con el documento, en el marco de la actual pandemia se ha confirmado, tanto en entornos experimentales como naturales, la susceptibilidad de diferentes especies animales (domésticos y silvestres) a ser infectadas con el SARS-CoV-2. Amén de los estudios a nivel de laboratorio, en los que se ha podido observar que ciertas especies, además de contraer el SARS-CoV-2 y mostrar síntomas, pueden transmitir el patógeno a otros individuos de su misma especie, se han detectado también casos de perros, gatos y mamíferos silvestres (mantenidos en cautiverio en su mayoría, pero también en ambientes naturales) positivos de SARS-CoV-2, presumiblemente contagiados por personas.

En Argentina, puntualmente, en el marco de los proyectos financiados por la convocatoria Ideas Proyecto COVID19 de la AGENCIA I+D+i, se ha detectado el SARS-CoV-2 en dos gatos y cuatro perros, así como en un puma que se encontraba en un centro de rescate de animales silvestres.

En lo que respecta a los animales domésticos, de acuerdo con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en inglés), no existen pruebas de que estén desempeñando un papel epidemiológico en la propagación de las infecciones humanas por SARS-CoV-2. Hasta la fecha no se conoce ningún caso de infección por SARS-CoV-2 desde perros o gatos a los humanos.

 

Los peligros de transmitir el SARS-CoV-2 a animales silvestres en entornos naturales

“La susceptibilidad de algunas especies silvestres al SARS-CoV-2 está comprobada. También se sabe que los humanos podemos transmitir el patógeno a distintas especies animales. Son muchos ya los casos reportados en el mundo de contagios de fauna silvestre en situaciones de cautiverio, como zoológicos o centros de rescate. El temor que aparece es lo que podría suceder si estos contagios, en lugar de ocurrir a partir de interacciones en espacios más o menos controlados, se produjeran en entornos naturales. Si, por poner un ejemplo, un grupo de investigadores le transmitiera el virus a murciélagos silvestres, que podrían ser susceptibles al virus”, explica Orozco, quien es especialista en ecología de enfermedades en fauna silvestre.

Los lineamientos están dirigidos a alertar sobre este riesgo a quienes, como muchos investigadores e investigadoras, trabajan o interactúan con fauna silvestre y, proveerles herramientas para protegerse y proteger a la fauna. Hay que tener en cuenta que, aunque algunas actividades se pueden postergar por no ser esenciales, otras, como los rescates, se deben continuar realizando pese a la pandemia.

De acuerdo con la investigadora, aunque estos lineamientos son específicos para trabajar en el marco de la pandemia actual, la trascienden. “La pandemia puso en evidencia algunas cosas que ya se sabían, pero a las que no se les prestaba tanta atención. Y ya vimos las consecuencias de haber subestimado el rol de los humanos en la transmisión de enfermedades. El SARS-CoV-2 no es el primer ni el único patógeno que las personas podemos transmitirles a los animales”, asegura.

Aunque los investigadores que trabajan con fauna silvestre están acostumbrados a contar con los elementos de bioseguridad adecuados para evitar contraer los patógenos que puedan contagiarles los animales con los que interactúan, en ocasiones son menos estrictos los cuidados destinados a evitar que sea la fauna la que se infecte con patógenos humanos.

“Nosotros, cuando trabajábamos con fauna silvestre solíamos usar mascarillas N95 sin prestar atención, por ejemplo, a la válvula de exhalación. Ahora sabemos que debemos utilizar dispositivos de protección respiratoria que eviten que podamos liberar al medio ambiente el SARS-CoV-2 u otros patógenos respiratorios”, señala la investigadora.

 

Recomendaciones para escenarios de distintos niveles de riesgo

Las recomendaciones sugeridas en el documento fueron elaboradas a partir de una serie de directrices generales difundidas por la Organización Mundial de Sanidad Animal y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), con el objetivo de reducir el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 desde personas hacia mamíferos silvestres que vivan en entornos naturales.

El documento parte de la base de considerar que, en el marco dinámico de la pandemia de COVID-19, las recomendaciones que allí se sugieren deben ser regidas por la evaluación continua de las situaciones que impliquen contacto entre la fauna silvestre y las personas. Por otra parte, propone regirse siempre por el principio de precaución, que indica que si una actividad genera dudas, se debe optar por la prevención, es decir, evitarla de forma precautoria.

“Lo primero que debe hacer un investigador o cualquier persona que va a trabajar en entornos naturales es identificar el escenario de riesgo, de acuerdo a la actividad que va a desarrollar. El documento diferencia dos grandes escenarios: de alto riesgo y de bajo riesgo”, indica Orozco.

Se consideran de alto riesgo aquellas actividades que impliquen contacto con la fauna silvestre, tanto al aire libre como en espacios cerrados. En estos casos, frente al escenario pandémico, la recomendación de base es posponer toda tarea con mamíferos silvestres, salvo que sea considerada esencial. Entre las excepciones están contemplados los rescates, situaciones en las que esté en riesgo la salud de animales o personas y las actividades de vigilancia epidemiológica de SARS CoV-2 en fauna. La guía, además, detalla las precauciones y cuidados que hay que tomar cuando se realizan estas acciones. “Se trata de medias de bioseguridad que tienden no solo a proteger al investigador de patógenos que la fauna silvestre pueda aportar, sino también a evitar contagiar a los animales”, acota la investigadora.

El documento reconoce también lo que denomina escenarios de riesgo bajo, dados por aquellas actividades realizadas en ambientes naturales al aire libre que no suponen un contacto directo con la fauna silvestre, como, por ejemplo, tareas de observación, trabajos de investigación en flora y suelos, relevamientos con cámaras trampa o visitas turísticas a áreas naturales. En estos casos las recomendaciones específicas consisten en mantener una distancia mínima de siete metros respecto de la fauna silvestre, no ofrecerles alimentos o bebidas a los animales, desinfectar todo equipo de trabajo que se utilice o permanezca en el campo, evitar todo tipo de contaminación humana del medio ambiente y siempre atenerse a lo indiquen las autoridades locales de salud pública.

“Aunque en estos escenarios, como su nombre lo indica, el riesgo es menor que en aquellas actividades que implican contacto directo con la fauna silvestre, no es nulo, y por eso es importante que quienes trabajan en ellos no se distiendan y tomen las medidas de prevención adecuadas”, concluye Orozco.

Para acceder al documento haga click en el enlace

Por Miguel Faigón

Ana Bratanich. Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata (FCV, UNLP).

David Di Lullo. Profesional adjunto. Instituto Multidisciplinario de Salud, Tecnología y Desarrollo (IMSATED, CONICET-UNSE).

Nadia Fuentealba. Investigadora asistente. FCV (UNLP)

Marcela Orozco. Investigadora adjunta. IEGEBA (CONICET-UBA.

Carlos Panei. Investigador adjunto. FCV (UNLP).

Fernando Rivero. Investigador adjunto. IMSATED.

Martín Kowalewski. Investigador independiente. Estación Biológica de Usos Múltiples Sede Corrientes (EBCO-CONICET).