CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
Postulan una nueva ecuación global para la asignación más equitativa de recursos en salud
Científicos del CONICET y del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria proponen una fórmula simple y directa para ayudar a los sistemas de salud de 174 países a decidir qué medicamentos, dispositivos y vacunas deben utilizar. El estudio fue publicado en The Lancet Global Health.
En un contexto de recursos económicos finitos y múltiples demandas sanitarias que deben ser abordadas ¿Cómo identificar los mejores medicamentos, vacunas, procedimientos diagnósticos, y dispositivos biomédicos? ¿Cómo saber cuál es un precio justo para que los pacientes puedan acceder a estas innovaciones? Para ayudar a que los sistemas de salud de 174 países puedan dar respuesta a ese interrogante de una manera más eficiente y equitativa, investigadores del CONICET y del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) formularon y presentaron en The Lancet Global Health la primera ecuación basada en datos disponibles en la mayor parte de los países, que ofrece a los tomadores de decisión un parámetro crítico para orientar la adecuada asignación de recursos en salud.
“Esta ecuación permite tomar mejores decisiones y que los sistemas de salud puedan concentrar sus esfuerzos y sus recursos en aquellas intervenciones y tecnologías que realmente valen la pena. En otras palabras, ayuda a producir más salud con el mismo presupuesto”, afirma, Andrés Pichon-Riviere, investigador del CONICET en el Centro de Investigaciones en Epidemiología y Salud Pública (CIESP, CONICET-IECS), primer autor del trabajo y director general del IECS.
Del estudio también participaron, Michael Drummond, profesor de Economía de la Salud de la Universidad de York (Reino Unido) y referente internacional en economía sanitaria, los investigadores del CONICET en el CIESP Federico Augustovski y Sebastián García Martí, respectivamente director y coordinador del Departamento de Evaluación de Tecnologías Sanitarias y Economía de la Salud del IECS, y eleconomista Alfredo Palacios, quien actualmente es becario de investigación en el Centro de Economía de la Salud de la Universidad de York.
La herramienta, que ya empezó a ser utilizada por gobiernos de países de la región, “también es un incentivo para bajar los precios de tecnologías que no ofrecen grandes beneficios”, añade Pichon-Riviere.
Cuando los sistemas de salud eligen qué tecnologías incorporar tienen en cuenta diferentes elementos, como, por ejemplo, qué nivel de beneficio produce en los pacientes, su seguridad o la calidad de la evidencia científica que avala su uso. Uno de estos elementos es la costo-efectividad de la tecnología, que mide la relación que existe entre los beneficios que produce y los costos que implica. La nueva ecuación permite calcular el “umbral” o límite que las tecnologías no deben superar para que valga la pena incorporarlas al sistema de salud. Hasta ahora, la mayoría de los países calculaban ese umbral de costo-efectividad a partir de una regla empírica aproximada propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace 20 años, y que postulaba que una intervención era costo-efectiva cuando el costo por años de vida ajustado por discapacidad o AVAD (una medida de la pérdida de años 100% saludables debido a muerte prematura o discapacidad) era inferior a 3 productos brutos internos (PBI). Y “muy” costo-efectiva cuando ese mismo resultado costaba menos de 1 PBI. Sin embargo, el mismo organismo cuestionó más tarde la validez de esa fórmula, admitiendo que podría dar lugar a una sobreestimación de la cifra.
Con la aplicación de la nueva ecuación propuesta, Pichon-Riviere y sus colaboradores confirmaron esa presunción: los umbrales de costo-efectividad “reales” son sustancialmente menores a los estimados por la mayoría de los países, especialmente, los de bajos y medianos ingresos. “Eso implica que los países podrían estar ‘perdiendo’ salud cuando deciden cubrir ciertas tecnologías, esto es, la salud que se gana es menor a la que se pierde por no usar esos recursos en otras intervenciones. Es decir que hay cosas que estaban quedando fuera de la cobertura por un racionamiento implícito”, explica el investigador del CONICET y directivo del IECS.
“La nueva ecuación permite distribuir los recursos de manera equitativa y da reglas claras para los sistemas de salud y para la industria productora de tecnologías respecto de los precios que se pueden cubrir”, asegura Pichon-Riviere, y añade que los países pueden ajustar los resultados y bajar o subir los umbrales de costo-efectividad en función de metas más ambiciosas de inversión en salud o de situaciones coyunturales.
Hasta ahora solo unos pocos países habían podido estimar en forma aproximada sus umbrales de costo-efectividad, porque los métodos eran muy complejos y requerían una cantidad y calidad de información habitualmente no disponible, sobre todo en países de menores ingresos. Una de las mayores contribuciones de este trabajo es que, no solo aporta un método novedoso para estimar los umbrales, sino que también lo hace de una forma sorprendentemente simple y con datos accesibles con facilidad en la mayor parte de los países, incluyendo aquellos de bajos y medianos ingresos.
Si bien ahora se están publicando los resultados principales, el equipo a cargo de Pichon-Riviere viene trabajando desde hace años en este proyecto que ya había generado reportes y avances muy importantes, presentados parcialmente desde 2015 en congresos de la especialidad celebrados en Roma (Italia), Tokio (Japón) y San Pablo (Brasil). De hecho, el gobierno de Brasil incorporó desde el 31 de agosto pasado esta herramienta para su cálculo del umbral de costo-efectividad, y también sirve como un insumo de referencia en Perú y Argentina.
Referencia bibliográfica
Fuente: IECS