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En la actualidad la Historia Regional y Local[1] tiene una pertinencia institucional en el plano de la investigación más que importante, sin embargo este lugar tan concienzudamente construido a lo largo de ya casi veinte años y legitimado a la par de la producción que desde distintas Universidades nacionales y organismos de gestión como CONICET o las instancias de los Consejos Universitarios de Investigación se ha venido realizando sistemáticamente, aún pugna por una diferenciación y definición en el plano historiográfico, y además por la construcción de un espacio académico que desborde sus conocimientos hacia las estructuras de la enseñanza en todos los niveles no universitarios. Sin detenernos en el análisis político de por qué después de tantos años seguimos asumiendo tanto la concepción territorialista como la acumulativista, pasando por la antinómica ecuación de nacional-regional/local, para definir los estudios regionales, en este breve trabajo nos proponemos no sólo abrir la discusión en torno de la definición y alcances de la Historia Regional y Local, sino más importante aún en su trascendencia dentro de la estructura propuesta para la enseñanza de la Historia por la Ley Federal de Educación. [1] Es común que ambos conceptos sean tomados como subordinados dentro de una jerarquía en la que lo nacional aparece como la calificación de mayor rango. Sin embargo simplemente con fines aclaratorios, ya que la extensión de esta ponencia impide un mayor desarrollo, es necesario establecer que lo que comúnmente dentro de la historiografía Latinoamericana y Argentina consideramos como historia regional es equiparable a lo que un sector de la historiografía europea, es especial la británica y española, estiman como historia local; exceptuando claro está la tradición francesa imbuida del ideario de la geografía humana que resalta el término regional por sobre el local.

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