BECAS
RÍSPOLO Florencia Daniela
congresos y reuniones científicas
Título:
La comunicación kirchnerista: diálogos y tensiones con el republicanismo
Autor/es:
RÍSPOLO, FLORENCIA DANIELA
Lugar:
Santa Fe
Reunión:
Jornada; V Jornadas de Ciencia Política del Litoral; 2021
Institución organizadora:
Facultades de Humanidades y Ciencias y Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional del Litoral
Resumen:
?La comunicación kirchnerista: diálogos y tensiones con el republicanismo?Resumen extendido:Durante las últimas dos décadas de historia argentina el enfrentamiento entre gobierno y oposición ha estado planteado sobre dos conceptos fundamentales: república y populismo. Mientras el primero de ellos es entendido como la defensa de las instituciones, la libertad, el estado de derecho, la participación ciudadana y la virtud cívica (Gargarella, 2002; Rosler, 2016); el segundo pone énfasis en la representación popular y en la defensa de los intereses de los menos aventajados frente a las pretensiones de la clases dominantes (Laclau, 2005). De este modo, ambas nociones han estructurado los debates políticos actuales y han sido utilizadas para cuestionar el desempeño de los gobiernos de 2003 a la fecha. En otras palabras, se ha planteado una dicotomía entre republicanismo y populismo que parece organizar las discusiones en torno a opciones mutuamente excluyentes; lo que implica que quienes son partidarios de la republica son enemigos de lo popular y la defensa de los más desfavorecidos, y los defensores del populismo representan un peligro para las instituciones y la defensa del bien común. A lo largo de este periodo en América Latina, y particularmente en Argentina, se han registrado una serie modificaciones en las formas de dominación política, acumulación económica, el espacio y la organización social (Natalucci & Schuttenberg, 2013). Estas trasformaciones se han sucedido en el marco de gobiernos identificados con posiciones progresistas o de izquierda; de este modo, presidencias como las de Evo Morales, Ignacio Lula da Silva, Michel Bachelet, Hugo Chávez, Néstor Kirchner o Cristina Fernández, fueron identificadas con lógicas populistas. En otras palabras, los distintos aspectos de estos gobiernos fueron ligados a una dinámica en la cual el líder se identificaba directamente con el pueblo y, al mismo tiempo, establecían una diferenciación tajante entre quienes acordaban con las reivindicaciones populares y quienes no lo hacían (Casullo, 2019; Paramio, 2006; Gratius, 2007; de la Torre, 2013; Svampa, 2013; Del Tronco, 2013). Así, la mayor parte de las interpretaciones que se realizan sobre el kirchnerismo están ligados a la noción de populismo propuesta por Ernesto Laclau en ?La razón populista? (Garzón Rogé, 2009; Muñoz & Retamozo, 2008; Garcia Sigman, 2013; Fernández Alonso, 2010; Palermo, 2011; Cordero Fernández, 2016).En efecto, el kirchnerismo primero como gobierno y luego como fuerza política, se convirtió en uno de los fenómenos ineludibles y vertebradores de la reciente historia argentina; motivo por el cual los doce años de experiencia kirchnerista han sido profundamente analizados y trabajados desde diversas disciplinas. Particularmente, resulta muy significativa la bibliografía que se ha producido entorno a los discursos y la comunicación de gobierno. Sin embargo, tal como lo mencionábamos anteriormente, la mayor parte de estos estudios se focalizan en la caracterización de la relación entre el líder y las masas, en la exclusión o no de determinados sectores de la ciudadanía, en el grado de arbitrariedad o no que se transluce en las alocuciones, etc. Dicho de otro modo, la relación entre el discurso y la identidad kirchnerista ha sido analizada centralmente en relación al populismo; ya sea para reconocer en esta una posición favorable al pueblo, o para criticar la falta de institucionalidad. Desde nuestro trabajo consideramos que es interesante interrogarse respecto a las tensiones, continuidades y avances que los gobiernos kirchneristas mantienen respecto a la tradición republicana. Es decir, creemos que los proyectos e intereses que se plasman en los discursos dialogan, recepcionan y discuten con más de una única corriente de pensamiento. Así, frente a las corrientes de estudios académicos que asocian el discurso y la comunicación kirchnerista al populismo, nosotros proponemos conocer cuáles son los vínculos que estos gobiernos establecen en sus discursos con los conceptos republicanos. En concreto, el objetivo de este trabajo será describir y analizar las afinidades y tensiones que los gobiernos kirchneristas (2003-2015) mantienen con el campo conceptual republicano. 1.Los antecedentesTal como lo señalábamos, se ha desarrollado una profusa bibliografía sobre la experiencia kirchnerista (tanto sobre la gestión de Kirchner como de Fernández) que aborda los diferentes aspectos del gobierno que nos interesa. A grandes rasgos podemos reconocer tres campos de estudios que se refieren de una u otra forma a la relación entre conceptos políticos, historia y discursos, tales como: el de la comunicación política, la teoría política y la historia política.El campo de la comunicación política es probablemente el que más desarrollo registra, pues los discursos de kirchner han recibido una gran atención por parte del mundo académico, como así también por los medios de comunicación y las redes sociales. En este sentido, hemos podido identificar tres grandes líneas de trabajo que aparecen en el campo de análisis de la comunicación política. Una primera línea es aquella que se centran en el análisis de discursos, en donde aparecen autores/as como Garzón Rogé (2009), Biglieri y Perelló (2017), Muñoz y Retamozo (2008), Biglieri (2010), Barbosa (2012) Retamozo (2013; 2014) y Yabkowski (2013), que analizan distintos aspectos de las alocuciones de Néstor Kirchner desde una perspectiva populista asociada a la teoría de Laclau. Otros, como Martínez (2013) o Montero (2011) también analizan los discursos K pero ya no desde el concepto de populismo, sino a partir de la noción de hegemonía. Una segundo grupo de investigaciones, son aquellas que se refieren a la relación entre el gobierno kirchnerista y los medios de comunicación o los periodistas. Aquí aparecen autoras como Amadeo y Amado (2013), Amado (2013; 2015), Amadeo, Amado, y Aruguete (2013) y Kitzberger (2009), quienes cuestionan el modelo de comunicación propuesto por estos gobiernos ya lo consideran cerrado, con tendencias a la concentración, personalización y preferencia por los canales institucionales en desmedro de la intermediación periodística. La última de las líneas ligadas a la comunicación política, es la que aborda la comunicación de los diferentes momentos/procesos políticos en donde fue protagonista Kirchner, tales como: García Beaudoux, D´Adamo y Zubieta (2016), Montero y Vincent (2013), Fernández Pedemonte (2016) Casullo (2019) y Annuziata (2016), entre otros.Luego encontramos los trabajos e investigaciones que vinculan al kirchnerismo con nociones o conceptos nodales de la teoría política. Dentro de este campo podemos mencionar los aportes que se refieren a la cuestión cultural del gobierno kirchnerista, como Waiman (2015), Waiman y Roca (2012), Sarlo (2011; 2013) y López (2011), que asocian los aspectos simbólicos-culturales de los gobiernos K a la noción de hegemonía gramsciana. Asimismo, existe todo un conjunto de que se focalizan en la relación del gobierno con los colectivos sociales o las demandas corporativas: Retamozo (2011), Retamozo y Muñoz (2013), Retamozo y Morris (2015) y Svampa (2006; 2011) que asocian el kirchnerismo a la noción de populismo. En cambio, el texto de Natalucci (2018) se refiere a las gramáticas movimentistas democráticas y republicanas que activaron las denuncias por corrupción y las movilizaciones de los años 2012 y 2013. Por otra parte, hemos podido identificar una serie de artículos que se refieren a la asociación del gobierno y el partido con una tradición política: Rinesi (2015), Balsa (2020), Blengino y Baccarelli Bures (2018), Rinesi y Vommaro (2007), Aboy Carlés (2005) y Muraca (2016), quienes relacionan al kirchnerismo con diferentes nociones de populismo. Es interesante destacar aquí, los escritos de Muraca, Rinesi y Vommaro pues sostienen que la experiencia kirchnerista demuestra que la noción de populismo (entendida en términos laclausianos) y la de republicanismo, no solo no son contrapuestas, sino que son complementarias. Finalmente, existe toda una línea de trabajo que versa sobre la forma de Estado durante el kirchnerismo y el bloque en el poder: Bonnet y Piva (2010; 2013) y Cantamutto (2013; 2017), quienes con algunos matices aseguran que el gran logro de las administraciones kirchneristas fue recomponer y recuperar la dominación capitalista bajo un formato populista. Por su parte, Wainer (2010), Thwaites Rey y Orovitz Sanmartino (2018) afirman que durante los años kirchneristas no es posible hablar de una hegemonía, ya que ningún grupo logró ejercer dicha dominación, pero si se logró otorgarle al Estado una gran autonomía respecto de los grupos concentrados. Finalmente, llegamos a las lecturas de la experiencia kirchnerista que se realizan desde la historia conceptual, es decir aquellos que se encuentran más cercanos a la posición teórica que adoptamos en este trabajo. En primer, los textos de Moran (2019) y Rodríguez Rial y Freibrun (2011) quienes estudian los usos de los conceptos de república y republicanismo que hacen los intelectuales durante distintos momentos del proceso político Kirchnerista. Finalmente, el antecedente más cercano a nuestro propio trabajo son los capítulos escritos por Rodríguez Rial en el libro ?Entre la iracundia retórica y el acuerdo. El difícil escenario político argentino? (2016). Esta autora hace un análisis histórico conceptual del republicanismo en Argentina, a partir de la noción ?momento conceptual? propuesta por Capellán de Miguel inspirada en la teoría de Koselleck y Pocock. Tal como se pudo observar, la comunicación política kirchnerista y las interpretaciones desde la teoría política han sido campos profunda y extensamente trabajados por los académicos de diversas disciplinas. No obstante, a pesar de tener distintos objetos de análisis y pertenecer a diversos campos de estudio, la mayoría de estos estudios enlazan la experiencia kirchnerista con las nociones de populismo o hegemonía. Por otra parte, observamos que el campo de la historia conceptual es un área menos desarrollada y, en todo caso, los estudios existentes si bien se han abocado a las interpretaciones del republicanismo su objeto está más centrado sobre los intelectuales que en campo político. En resumidas cuentas, vemos que la mayor parte de las investigaciones hace foco sobre el concepto de populismo o hegemonía, mientras que la noción de república y republicanismo resulta poco estudiada en el discurso kirchnerista.2.Nuestra perspectivaConocer los diálogos y tensiones que existen entre la tradición republicana y el kirchnerismo, implica adentrarnos sobre el recorrido histórico de ciertas nociones teóricas y sus usos. Así entonces, estamos obligados a indagar sobre los aportes que han sido centrales para delinear el campo semántico que ha definido esta noción a través de la historia argentina; y por otra parte, debemos indagar que conceptos ha utilizado y que interpretación ha construido en sus discursos Kirchner. En este sentido, el análisis que proponemos requiere que nos adentremos en la relación entre conceptos, historia y política; en otras palabras, nos invita a sumergirnos dentro del campo de la historia conceptual/intelectual. Esta corriente historiográfica nos brindarán el marco necesario para poder pensar los modos de producción, reproducción y transmisión de sentidos en los distintos periodos históricos y contextos político-culturales (Palti, 1998).Aunque existen varias corrientes de pensamiento que trabajan la relación entre conceptos, historia y política, para nuestro trabajo hemos decidido tomar adoptar la perspectiva alemana de Reinhart Koselleck, y la ?Begriffsgeschichte? o ?Historia Conceptual? (1967). Este autor afirma en sus escritos que la historia de los conceptos y la historia social presentan una compleja relación, pues resultan ser interdependientes entre sí, sin que ello implique la posibilidad de reducir una a la otra. En este sentido, son interdependientes ya que ni el lenguaje alcanza por sí sólo para representar lo sucedido o lo que realmente fue, ni nada es posible sin que la elaboración lingüística lo modifique. Todo hecho social, toda historia cotidiana, depende del lenguaje en acción. Es decir, existe una interacción recíproca entre lo que acontece socialmente y lo que se dice en o sobre esa circunstancia, que se modifica constantemente. De modo tal que existe una tensión entre la sociedad, su transformación y la elaboración lingüística, que hace imposible poder concebir a la historia desde una visión de universalidad. Por otra parte, la historia requiere del lenguaje para poder transmitirse, pues en términos antropológicos toda historia está constituida por la comunicación oral y escrita que se transmiten a través de experiencias o textos escritos. De este modo, el lenguaje tiene dos caras: es activo y receptivo. En primer lugar, registra todo aquello que sucede por fuera de sí mismo, descubriendo el mundo tal y como se presenta de forma pre-lingüística. Pero al mismo tiempo, es productivo y asimila los contenidos y el estado de cosas extra-lingüísticos; es decir participa de la percepción, cognición y conocimiento de las cosas. En otras palabras, el republicanismo como concepto puede ser considerado un índice histórico, una ventana para conocer la historia argentina, pero a la vez es un factor constitutivo de esa realidad. Es un registro de la realidad argentina a través del tiempo y también un factor de cambio de la misma. Esto significa que no hay realidad que pueda reducirse y estructurarse en función del concepto, pero es cierto que sin esa conceptualización no hay realidad posible. De este modo, los conceptos pueden ser considerados eslabones que unen el lenguaje con la circunstancia o el mundo extra-lingüístico. Así entonces, Koselleck define a los conceptos como aquellas palabras que engloban en su interior la totalidad del contexto de experiencia y significado sociopolítico en los que y para que se lo utiliza. A diferencia de las palabras, el concepto concentra en su interior una multiplicidad de significados distintos que no pueden aislarse unos de otros. Es decir, los términos singulares contenidos al interior de un concepto se encuentran unidos y reflejan un determinado contexto. En definitiva, el concepto contiene una pluralidad de realidades y experiencias históricas, así como también relaciones teóricas y prácticas de relaciones objetivas. De modo tal, que las valoraciones temporales de un concepto dependerán de la cantidad de contenidos de experiencia que el mismo acumule. Por consiguiente, un análisis del concepto de republicanismo obliga a realizar un estudio que contenga dos dimensiones: una, sincrónica y otra, diacrónica. La primera dimensión implicará la comprensión de las palabras y significaciones a las que este concepto hace referencia durante las tres gestiones kirchneristas. Mientras que la dimensión diacrónica impulsa la reconstrucción de las significaciones que el republicanismo fue adquiriendo a lo largo de la historia argentina; así como también la utilización que se ha hecho del mismo en otros contextos geográficos, y que han resultado fundamentales para delimitar el campo semántico republicano. Es decir, poder comprender el uso y la interpretación que esta fuerza política ha realizado del concepto de republicanismo, nos exige un esfuerzo metodológico por definir diacrónicamente como se han transformado y redefinido los significados pasados de las palabras hasta llegar a nuestro presente. Ya que indefectiblemente, al hacer uso del campo semántico que implica este concepto el actor kirchnerista estará dialogando con las experiencias pasadas que el republicanismo arrastra. Así, la historia conceptual hace converger el contexto socio-político que le da sentido al concepto en el presente, y las modificaciones que el mismo va adquiriendo a lo largo del tiempo. Logra establecer un nexo entre el discurso hablado y el lenguaje ya existente que constantemente influye sobre el primero. De allí, la necesidad de que la historia conceptual considere no solo la dimensión sincrónica, sino también la diacrónica; pues sólo la diacronía permite evidenciar las modificaciones de los conceptos. El análisis temporal es el que permite observar cómo se mantienen, articulan, solapan, pierden o adquieren nuevos sentidos los conceptos analizados, que a su vez sólo son relevantes socio-históricamente si previamente se ha destacado la historia del concepto.De este modo, la propuesta de la ?begriffsgeschichte? nos permitirá entrelazar las nociones teóricas del republicanismo con los discursos kirchneristas, a fin de observar que principios son compartidos, como estos son reinterpretados a la luz de los contextos y que valores son olvidados o incluso opuestos al ideario en cuestión. Asimismo, podremos poner en línea las interpretaciones y apropiaciones realizadas por el kirchnerismo, con aquellas propuestas por otros políticos nacionales; permitiéndonos de esta forma, conocer como el actor político kirchnerista se vinculó con el legado histórico del republicanismo en la Argentina.Abordar este objeto de estudio implica centrarnos en la perspectiva de los actores, nos obliga a situarnos desde una metodología cualitativa, que nos permita descubrir cómo los actores políticos comprenden los conceptos, que sentidos les otorgan, que interpretaciones ponen en disputa y como producen significados (Vasilachis de Gialdino, 2006). Para ello estudiaremos los discursos políticos de representantes electos y de dirigentes influyentes, que nos permitirán comprender los nexos entre los conceptos republicanos y el discurso de Kirchner. Así, en función del marco teórico seleccionado, el análisis de las reinterpretaciones de Kirchner del campo semántico republicano se dividirá en dos partes. Por un lado, a fin de conocer esas interpretaciones del campo semántico del republicanismo, estudiaremos los discursos del ex-primer mandatario mediante un análisis de contenido cualitativo o análisis temático (Andréu, 2000; Braun & Clarke, 2006, 2013; Boyatzis, 1998) Y por otro, deberíamos realizar un análisis diacrónico del uso de los conceptos republicanos, en donde se abordaran las distintas interpretaciones; sin embargo, debido a una cuestión de extensión solo mencionaremos los distintos campos o áreas semánticas que es posible identificar a lo largo de la historia argentina.3.Las interpretaciones políticas del republicanismo en ArgentinaPensar el republicanismo supone asumir que existe una articulación entre significados que se mantienen, otros nuevos que se solapan y algunos que se pierden. Ahora bien, la permanencia, cambio y novedad sólo se captan diacrónicamente, lo cual implicaría realizar un análisis diacrónico sobre cómo se han utilizado los conceptos y qué significaciones se ha asociado según los contextos que se ha atravesado. Sin embargo, por una cuestión de extensión en este caso solo nos limitaremos a realizar una caracterización de los campos/áreas de significación republicana que se pueden identificar a lo largo de la historia nacional; y a su vez, solo nos detendremos en aquella que más se relaciona con los tópicos que luego analizaremos en los discursos de Néstor Kirchner. De este modo, aparecen tres áreas o campos a las que denominamos: ?republicanismo liberal?, ?republicanismo nacionalista? y ?republicanismo moral?. La primera, incluye las interpretaciones de Alberdi, Sarmiento y aquellas esbozadas por los liberales-conservadores. La característica fundamental que une e identifica a estas interpretaciones, es que ligan el republicanismo a la noción de libertad. Aunque con distintos matices, todas estas propuestas se refieren al republicanismo como el orden que debe proteger ciertas libertades y la dirección elitista del poder. En segundo lugar, proponemos la delimitación de un área denominada ?republicanismo nacionalista? que se inicia con los hermanos Irazusta y el revisionismo histórico, en donde podemos incluir a Perón -de las dos primeras gestiones- y las propuestas nacionalistas identificadas con el semanario Azul y Blanco. Esta visión se caracteriza por asociar el republicanismo con la defensa de los intereses nacionales, los cuales generalmente están ligados a intereses económicos. En este sentido, se hace hincapié en la defensa de la independencia económica del país, ya que brindaría la autonomía necesaria para que el país tenga la capacidad de dirigir sus políticas sin injerencia externa. Finalmente, el campo del ?republicanismo moralista?. Esta área tiene como principales exponentes las propuestas radicales tales como Alem, Yrigoyen y Alfonsín, aunque también podemos incluir al Frepaso/Alianza. Esta corriente se caracteriza por asociar al republicanismo con la virtud cívica y la búsqueda del bien común. En el caso de los primeros radicales -Alem e Yirigoyen- y del Frepaso/Alianza, la búsqueda del bien común o del interés general se define como la lucha contra la corrupción instalada en los organismos del Estado. En tanto que para Alfonsín, por el contexto en el que le toca gobernar, el bien común tiene más que ver con la seguridad y la vuelta de la democracia. Por otra parte, la noción de virtud cívica aparece de manera muy evidente en el discurso de Alfonsín, cuando se refiere a que los principios democráticos deben ser incorporados por la sociedad. Al igual que en el republicanismo liberal y nacionalista, estos dirigentes definen al republicanismo como un orden legal o institucional. En este caso, el objeto que mueve a todas las interpretaciones es similar: control y limitación del poder, previsibilidad y protección de las libertades individuales. Esta última finalidad, acerca el republicanismo moralista se acerca al campo de significación del republicanismo liberal. Tal como lo señalábamos al comienzo, la definición de estos campos no puede entenderse de forma cerrada y excluyente, sino que deben ser comprendidos como áreas semánticas que poseen puntos de contacto, ya que todas las interpretaciones forman parte de la amplia red de significación que implica el republicanismo.4.Los discursos de Néstor KirchnerA continuación, realizaremos análisis de la relación entre los discursos de Néstor Kirchner y los conceptos republicanos propuestos. Tal como hemos venido anticipando a lo largo del trabajo, buscaremos conocer como Kirchner se han apropiado, reinterpretado o alejado de los conceptos del republicanismo y sus traducciones locales, a loa luz de los contextos que debió atravesar durante su gestión.Moralidad y valoresLa crisis de fines del 2001 resultó ser un parteaguas de la historia Argentina, que marcó la mayor parte de los procesos y acontecimientos políticos posteriores. El gobierno kirchnerista no fue la excepción, por el contrario podríamos afirmar que esta fuerza política es hija de las consecuencias sociales y económicas de las gestiones de los años noventa y del colapso político posterior (Mastrini & Marino, 2008). En efecto, Néstor Kirchner llegaba al poder en un contexto de profundo endeudamiento externo, grandes bolsones de pobreza y miseria, desocupación, protestas y reclamos sociales, serios problemas de seguridad, un ruinoso sistema de asistencia pública y, sobre todo, un importante escepticismo político. Con este marco como telón de fondo, Kirchner supo aprovechar algunas ventajas que se le presentaron. En primer lugar, se benefició del hecho de ser percibido como un outsider político. Frente al rechazo y descrédito generalizado que inundaba el mundo de la política, el candidato santacruceño era visto -erróneamente- como un componente marginal de la política (Boron, 2004). Esto le permitió distanciarse de la constelación política que era percibida como repudiable y corrupta, y posicionarse políticamente desde un lugar moral y altruista. En efecto, una de las primeras cuestiones que se hacen evidentes al comenzar a trabajar con el corpus referido a Kirchner, es el matiz moral que contienen sus discursos. Este rasgo no solo se aparece en la evocación de valores y la intensión expresa de reformar moralmente al país, sino también en la imagen que Kirchner construye sobre sí mismo (ethos) y su gestión. De este modo, Kirchner plantea su gestión como un quiebre respecto a la forma de entender y hacer política de los años previos. Mientras los funcionarios de los noventa se habían aprovechado del Estado para hacer sus propios negocios y beneficiar a los sectores acomodados de la sociedad, su gobierno trabajaría por la defensa de los intereses de todos los argentinos/as. Ciudadanos y ciudadanas de la Argentina: he manifestado que en ejercicio del cargo de presidente de la Nación Argentina enfrentaría públicamente cualquier forma de presión, maniobra de negociación espuria o de pacto que buscara imponérseme a espaldas del pueblo o en contra de la voluntad de cambio expresada en las urnas en las pasadas elecciones.Nos planteamos construir prácticas colectivas de cooperación que nos permitan avanzar hacia lo nuevo. Por mandato popular, por comprensión histórica y decisión política estamos ante la oportunidad de un cambio cultural y moral profundo. Queremos poner fin a un modo de gestionar el Estado y a una manera de hacer política. El cambio no debe sólo reducirse a lo funcional, debe ser conceptual.Entendemos que la gobernabilidad no puede ni debe ser sinónimo de acuerdos oscuros, manipulaciones políticas o pactos a espaldas de la sociedad. Hemos asumido un fuerte compromiso para lograr incrementar la calidad institucional, para reconciliar a las instituciones con la sociedad. (Kirchner, Mensaje del Presidente de la Nación sobre la Corte Suprema de Justicia, 2003)El compromiso del gobierno sería servir al interés público, poner los intereses individuales, partidarios y sectoriales a un lado, para poder trabajar en favor del beneficio común. Solo de esta forma se podría reconstruir al país y ?salir del infierno?, como le gustaba decir a Kirchner. Había sido el comportamiento corrupto de los políticos pasados lo que condujo a acuerdos espurios y manipulaciones políticas, que arrasaron con el bienestar de los argentinos/as. Por ende, una de las claves de la recuperación debía ser erradicar a los predadores de lo público y devolver los fundamentos éticos al Estado. En otras palabras, superar la crisis que atravesaba el país dependía de asumir una actitud altruista y trabajar por el bien común. Sin embargo, la reconstrucción del país no solo dependía de la transformación moral de quienes estaban a cargo del poder, sino también del restablecimiento de los valores cívicos de la sociedad. En efecto, los dirigentes eran considerados un reflejo del estado moral e institucional de la sociedad, por lo cual para transformarlos era necesaria una recomposición ética y cultural del país en su conjunto. Fueron muchos años mirando al costado, muchos años premiando valores diferentes, muchos años llevando adelante que aquél que más plata hace y más rápido crece es el más pícaro, el más vivo, el más inteligente y muchas veces premiado por la sociedad. Porque los dirigentes reflejan el estado moral e institucional de una sociedad, no aparecen de la nada, sino de una corporación socio-cultural que nos toca vivir en determinado momento.Este puede ser el puente de inicio para que la sociedad argentina premie nuevamente a los que más estudian, a los que más investigan, a los que más trabajan, a nuestros intelectuales, a nuestros universitarios, a nuestros poetas, a los trabajadores y comience a tratar de crear valores que esta sociedad argentina en un tiempo tuvo y los fue perdiendo por todas estas circunstancias. (Kirchner, Discurso por el decreto "Mejoras de la calidad de la democracia y sus instituciones", 2003)El cambio debía introducirse en el pueblo, para cada uno se sintiera parte del amplio colectivo social en el que debían cumplir con las obligaciones establecidas. Así, recuperar los valores morales de la sociedad permitiría reconstruir la identidad como pueblo y la conciencia compartida, lo que a su vez favorecería a que los ciudadanos defendieran y apoyaran la persecución de intereses comunes. Finalmente, estos compromisos morales también eran sostenidos presidente. De hecho, desde el primer discurso deja en claro que sus valores y convicciones lo acompañaran y guiarán a lo largo de toda su gestión. Kirchner buscaba mostrar que la presidencia no era para él una oportunidad de enriquecerse personalmente, sino la posibilidad efectiva de trabajar en pos del beneficio del pueblo, de reconstruir el país y levantar la nación. En este sentido, proyectaba un ethos moral a partir del cual pretendía diferenciarse de sus antecesores.Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada. No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de hipocresía y cinismo. (Kirchner, Discurso de inicio de mandato, 2003)Cuando se llega a la responsabilidad que hoy me toca ostentar, no se puede estar en especulaciones de corto nivel histórico. En esta alta responsabilidad que me dio el pueblo argentino, no tengo ningún problema en asumir todos los costos que sean necesarios para ir construyendo un país con equidad, con justicia, con moral y con dignidad.No hay nadie que tenga la verdad absoluta, pero también es cierto que es hora de que en la Argentina de hoy asuman y sepan asumir sus responsabilidades aquellos que nos llevaron a una situación límite, que uno ve cuando recorre la patria. Millones de pobres que quedaron de la mano de dirigentes con discursos vacíos hablando de los pobres y la riqueza nacional adentro de la patria y entregándolos a las mesas internacionales. (Kirchner, Discurso de apertura de sesiones parlamentarias, 2005)De este modo, mostraba que a diferencia de los funcionarios públicos que los precedieron, estaba genuinamente interesado por el desarrollo del país y la mejora del bienestar de pueblo. Kirchner había asumido el compromiso moral de conducir los destinos de los/as argentinos/as con integridad y rectitud.La incorporación a los discursos de conceptos y valores relacionados a la moralidad en los discursos, nos permiten identificar los rasgos activos y receptivos del lenguaje. Por un lado, a través de estas nociones Kirchner reconoce y recoge el malestar social que se percibía en el ánimo popular. Por otro, al asociar la moralidad al bienestar común y la superación de un contexto de crisis, otorgaba nuevas connotaciones a estos conceptos y establecía un horizonte de expectativas futuras. Dicho de otro modo, esta apropiación da cuenta del aspecto más pasivo del lenguaje que supone el registro de las experiencias vividas, como también de aquel rol más productivo que implica la participación en la percepción y cognición de las cosas. En resumen, estas reflexiones acerca de los discursos seleccionados nos recuerdan las interpretaciones que los radicales hacen de los valores y virtudes indispensables para la vida en comunidad. En efecto, creemos que Kirchner está incorporando y combinando en sus alocuciones las interpretaciones que hacen Alfonsín y el Frepaso/Alianza de los conceptos republicanos. Del primero toma la intensión de restituir a la sociedad valores y pautas morales, a fin de crear una conciencia común que asista al Estado en la defensa de los intereses colectivos. Mientras que de las significaciones frepaso/aliancistas, incorpora las críticas estos realizan hacia una dirigencia corrupta que atenta contra el interés general. Así, con un contexto de zozobra y desasosiego como telón de fondo, combina ambas interpretaciones para sostener que la forma de revertir los efectos de esa dirigencia corrupta y proteger el bien común, es el saneamiento moral del gobierno y la sociedad misma. Bien comúnLigado al concepto de moralidad aparece la noción de ?bien común?. Tal como adelantábamos en párrafos anteriores, esta es definida como la persecución de los intereses comunes: Nuestra convicción nos impone tratar de servir al interés del conjunto por sobre los intereses sectoriales o de partido, poner el bien común por sobre los intereses individuales y trabajar para la solución de los males que padecemos no desde una visión de coyuntura sino asumiendo que debemos en esta generación y en este momento asumir las responsabilidades de la hora con ánimo de enfrentar y resolver los problemas.No descalificamos entonces ninguno de los otros puntos de vista; les pedimos que, sin subterfugios ni dobleces, expresen con la claridad que el momento exige los intereses especiales que sus puntos de vista defienden, para que el debate sea lo rico, plural y diverso que necesitamos.[?] Así podremos encontrar el modo y el lugar en que conjugando las diversas verdades relativas y atendiendo los mejores intereses, los argentinos nos sintamos parte de un mismo colectivo, de un mismo proyecto, de un mismo país. (Kirchner, Discurso de apertura de sesiones parlamentarias, 2004)De este modo, gobierno declara organizarse en torno a la defensa de los intereses colectivos. El objetivo de la gestión estará enfocado en generar políticas y marcar la dirección que conduzca al engrandecimiento de la nación, pero teniendo en cuenta el beneficio de todos los argentinos/as. Esto significa que el gobierno debe asumir una predisposición al intercambio de opiniones e intereses. Tal como se advierte en la cita, la definición de bien común o de beneficios colectivos debe ser resultado de la diversidad de visones políticas, de la pluralidad partidaria. En efecto, frente a la definición de este ideal se muestra una actitud de apertura y dialogo con la oposición u otras fuerzas políticas. Así, el ideario del bien común suponía un intercambio de enfoques y verdades relativas, que aseguraba la representación de los diversos intereses nacionales. Los cambios que requería la Argentina no serían alcanzados mediante acciones individuales, sino a partir de la responsabilidad conjunta de quienes cumplían roles institucionales. Eran las discusiones y disidencias combinadas con la cooperación, las que fortalecerían la democracia y asegurarían la inclusión de todas las voces. En este sentido, gobernar debía ser entendido como la capacidad de hacer y transformar el país de forma colectiva. No obstante, es necesario señalar que esta apertura plural y de superación de divisiones partidarias es una característica de los discursos de los primeros tiempos de gestión, ya que luego de las elecciones intermedias empiezan a aparecer otro tipo de referencias. A propósito de ello, creemos que las características del proceso eleccionario fomentaron esta predisposición. De hecho, las condiciones políticas que marcaron el ascenso al cargo presidente fueron bastante particulares. En primer lugar, el proceso político estuvo signado por una dispersión de los votos y un alto porcentaje de abstenciones. Como consecuencia, ninguno de los candidatos que se presentó logró obtener más de un 24% de los votos, lo que suponía la realización de un ballotage o segunda vuelta entre Carlos Menem y Néstor Kirchner. Sin embargo, este segundo proceso electoral nunca se concretó pues Menem decidió retirarse de la contienda. Esta situación generaba problemas de legitimidad y fortaleza institucional, dado que Kirchner que era el primer presidente en la historia Argentina que accedía al cargo habiendo perdido las elecciones. Un segundo desafío fue la faccionalización de la fuerza política a la que pertenecía, el Partido Justicialista; cuyas disidencias internas habían quedado plasmadas en las tres fórmulas presidenciales que se presentaron a elecciones. Esto dificultaba la posibilidad de cohesión y acuerdos internos para llevar adelante el gobierno. Y finalmente, la relación de dependencia que mantenía con quien había sido su padrino electoral, Eduardo Duhalde; quien además controlaba el ala más numerosa de legisladores nacionales (Cherny, Feierherd, & Novaro, 2010). Este era el panorama que daba cuenta de la debilidad institucional y política en la que Kirchner había asumido su cargo, y que motivaba la búsqueda de apoyos partidarios cohesionados para llevar adelante su gestión. En este punto es importante señalar, que el llamado al diálogo y la participación no solo se refiere a los partidos o grupos politizados, sino a la ciudadanía en general. En efecto, los discursos muestran una convocatoria a la población para que contribuya en la tarea de sacar adelante al país, para que trabajen de forma mancomunada por los intereses de la Nación y, por supuesto, para que apoyen las medidas adoptadas por el gobierno.Con la ayuda de Dios, seguramente se podrá iniciar un nuevo tiempo que nos encuentre codo a codo en la lucha por lograr el progreso y la inclusión social. Poniendo en una bisagra la historia, con mis verdades relativas, en las que creo profundamente pero que sé que se deben integrar con las de ustedes para producir frutos genuinos, espero la ayuda de vuestro aporte. (Kirchner, 2003)El mensaje era claro, no se desestimaban los puntos de vista e intereses diversos sino, por el contrario, se los invitaba a participar para enriquecer el debate y la gestión. La intención era conformar un espacio común que contenga la diversidad de ideas y visones particulares, pues solo de este modo se podría construir un proyecto nacional en el que todos los argentinos/as se sientan contenidos y contribuyan a una finalidad común. De este modo, Kirchner entiende que pluralidad es un componente ineludible para dar forma a la idea de bien común. En este aspecto entonces, se encuentra en línea con la argumentación visión neo-ateniense, según la cual la idea de bien común es producto de la participación en la esfera pública, de la posibilidad de expresar con libertad la voluntad personal y la opinión. Otro de los conceptos a partir de los cuales Kirchner define el bien común, es una de las nociones más emblemáticas del peronismo, la justicia social. Al igual que Perón, al referirse a las medidas necesarias para combatir la desigualdad social, elige utilizar la noción de justicia o equidad en lugar de la de igualdad. Esto significaba que para alcanzar el bien común no todos debían recibir lo mismo, sino que debía priorizarse a aquellos sectores menos aventajados de la sociedad. Esta resultaba una noción fundamental para el gobierno kirchnerista, ya no se podía pensar el desarrollo y crecimiento económico con gran parte de la sociedad sumida en la pobreza. La única forma de superar la crisis y progresar como país, era apostar por el ascenso social y las mejoras en las condiciones de vida de los más postergados.La pobreza de nuestro pueblo es el otro tema central. El más mínimo sentido de la solidaridad, la más modesta noción de la justicia social, cualquier idea de equidad que se tenga, debe ayudarnos a concluir que no hay país viable con más del cincuenta y cinco por ciento de argentinos por debajo de la línea de pobreza.Por eso mencionamos el nivel de exclusión social como el otro gran problema de la República Argentina. Recrear en nuestra Patria las condiciones para el progreso social, para que los hijos puedan aspirar a vivir mejor que sus padres sobre la base del esfuerzo, la capacidad, el trabajo, es una responsabilidad que nos compete a todos. (Kirchner, 2004)La propuesta era superar las visiones asistencialistas y construir un sociedad justa con equidad e inclusión. Esto permitiría dar vida a un futuro con desarrollo, crecimiento sustentable y, sobre todo, con bienestar para el pueblo. En este sentido Kirchner respalda, como pilares fundamentales para asegurar el ascenso social, políticas que tengan que ver con el aumento de empleo, la seguridad social, la mejora de la educación, la salud y la vivienda. En definitiva, se está pensando en un Estado con amplias funciones sociales, un Estado presente y activo económicamente; es decir, se aboga por un Estado protector de los intereses de los más desfavorecidos. El Estado será entonces la herramienta fundamental para reconstruir el tejido social, será el gran reparador de desigualdades sociales. El rol de esta institución debía ser generar iniciativas que fomenten el desarrollo personal y colectivo, para evitar el asistencialismo que profundice la dependencia. En otras palabras, se pretendía construir un Estado puesto al servicio del bien común, para generar inclusión y crear oportunidades de ascenso social. Ahora bien, este camino no podía emprenderse solo con la aplicación de políticas sociales, sino que era indispensable erigir una política económica que acompañe y contenga. En este sentido, poder construir un Estado para todos, justo y con miras al desarrollo de los intereses colectivos, requería un proyecto económico que tenga como objetivo la distribución de las riquezas. De esta forma, el Estado sería un sujeto económicamente activo, encargado de fomentar el consumo interno, ampliar el poder de compra, generar oportunidades de inversión y producción, buscar la apertura de nuevos mercados internacionales, realizar acuerdos comerciales y negociar el pago de las deudas. Una de las causas de la pobreza y las grandes desigualdades de nuestro país tenía su origen en la independencia del mercado, de allí que el accionar del Estado resultara esencial: ?Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí donde el mercado excluye y abandona.? (Kirchner, 2003). Por consiguiente, el plano económico era uno de los que mayor atención del gobierno requería.El mercado no podía funcionar sin que el Estado marque el horizonte al que debía aspirar. Y en este punto la posición del gobierno era clara, los beneficios deben ir en favor de los sectores medios, trabajadores y pobres. Dicho de otra forma, la definición de bien común en el que estaba pensando Kirchner, no se oponía al crecimiento de los intereses económicos de la clase más acomodadas , pero priorizaba el de los sectores más golpeados por las políticas neoliberales. Así el desarrollo del país y su crecimiento económico estaba atado al ascenso de las clases trabajadoras. Volviendo a las reflexiones sobre los discursos, observamos que Kirchner retoma uno de los conceptos más clásicos y característicos del peronismo, el de justicia social. Con argumentaciones casi calcadas a las de Perón, se define a la justicia social como la clave para alcanzar un país con estabilidad y desarrollo. Ahora bien, mientras Perón entendía que este concepto implicaba la unión nacional en búsqueda del bienestar colectivo y la defensa de la soberanía nacional; Kirchner se limitaba al aspecto económico, prescindiendo de la definición más ligada a la unidad. De este modo, la justicia social debía ser el principio rector de la economía nacional, lo que implicaba mercado regulado por Estado que resguardara los intereses de los menos aventajados.En este sentido, vemos como el concepto de justicia social trasciende su contexto de aparición, durante el primer peronismo, y se proyecta en el tiempo para ser recuperado en las alocuciones de Kirchner. Así, hace evidente que existe un cierto entramado de significaciones que se mantienen constantes a lo largo del tiempo y otras que se olvidan. Así, a la luz del severo endeudamiento y crisis económica que atravesaba la Argentina, la reinterpretación del ex-mandatario conserva la connotación ligada a la búsqueda del crecimiento y el bienestar económico de los menos aventajados, pero descarta aquella relacionada con la formación de una unidad nacional.Recapitulemos. Kirchner incorpora en sus discursos la noción republicana de bien común y la define como la búsqueda o defensa de los intereses colectivos. Inmediatamente, enriquece esa tesis con otros dos conceptos que podemos ligar al ideario republicano: pluralidad política y justicia social. De este modo, el bien común termina siendo por un lado, el resultado de la participación libre y la expresión de los diferentes visones presentes en la sociedad. Y por otro, es el ideal que obliga al Estado a actuar con equidad y en favor de los intereses de los más postergados.Tensiones con el republicanismoTal como sosteníamos anteriormente la pluralidad y la apertura para el debate que mostraba Kirchner en la reflexiones sobre bien común, eran características propias de los inicios de su mandato; pues a medida que la gestión se fue consolidando y gano apoyo electoral esta predisposición comenzó a disiparse. Así habiendo transcurrido algunos meses de inicio del gobierno, se continuaba propiciando el dialogo y alentando la pluralidad de voces, aunque también se buscaba evidenciar que los distintos puntos de vista no eran neutros sino que representaban determinados intereses. De este modo, se comenzaba a matizar lentamente de la convicción de que ?los argentinos queremos lo mismo aunque pensemos distinto? (Kirchner, 2003a) con la que Kirchner había abierto su mandato. Varias fueron las condiciones que le permitieron a Kirchner superar esa debilidad inicial. En primer lugar, el mejoramiento progresivo de la situación fiscal del país, le dio a Kirchner una herramienta para negociar con los gobernadores, propiciar un alineamiento con el Frente para la Victoria (en adelante, FPV) y producir nuevas estructuras partidarias que interactuara con el peronismo local. En segundo lugar, la actitud de defensa a las instituciones y la protección de aquellos menos aventajados, le permitieron acercarse y ganarse la adhesión de parte de las clases medias urbanas, que mayoritariamente no simpatizaban con el peronismo. En esto también contribuía, el manejo del presupuesto y la rápida recuperación de las actividades económicas. Por otra parte, Kirchner aprovecho la fragmentación interna que el PJ arrastraba, para concentrar en el ejecutivo todas las actividades de coordinación, negociación o competencia interna. Esto dio como resultado la neutralización del partido y la posibilidad de nueva etiqueta electoral capaz de incorporar personalidades y grupos políticos extrapartidarios al gobierno. Finalmente, limitó el accionar y la autonomía de sus bases de apoyo parlamentarias, provinciales y sectoriales, asegurándose un sistema de gestión que se basaba en su control personal. De este modo, Kirchner fue superando su debilidad inicial y conquistando poder entre los dirigentes partidarios, los gobernadores, los sindicatos y cámaras, la sociedad y entre sus mismos colaboradores (Cherny, Feierherd, & Novaro, 2010). Como consecuencia de este fortalecimiento, Kirchner decide para las elecciones intermedias de 2005, construir una coalición propia que reemplazara la alianza que había mantenido con el duhaldismo. Esto abre una puja entre el histórico líder bonaerense y el presidente, que termina con el éxito de este último; pues logro excluir de las listas a un padrino político y consiguió un masivo alineamiento de legisladores, intendentes y funcionarios detrás del FPV. Así, aunque solo gano ocho nuevos diputados el alineamiento que Kirchner había conseguido, le permitió conformar un bloque ciento diecisiete bancas (doce menos de los que se requiere para tener mayoría propia). Mientras que en senadores se incorporaron cinco escaños como fruto del triunfo en veintiuno de los veinticuatro cargos en disputa. De esta forma, Kirchner tenía por primera vez, desde su asunción, los recursos institucionales para aprobar sus proyectos de ley en el Congreso; y por otra parte, la confirmación del apoyo popular a su gestión. Es en este punto, donde se hace más evidente la fortaleza del gobierno y comienzan a aparecer críticas veladas y respuestas a los supuestos ataques que recibe la gestión. Por eso quiero también decir en esta Asamblea que todos debemos hacernos autocríticas, todos debemos ser humildes, todos debemos corregir cosas, todos hacemos cosas que seguramente, de seis o siete cosas que hacemos diarias, nos equivocamos en la mitad de ellas. Le pasa al Gobierno y les pasa a ustedes, porque hay algunos dirigentes que también tienen anteojeras, que creen que hacen todo bien y que son la perfección en sí misma. Y ustedes saben que así lo dicen, y ese es otro error que no ayuda a la consolidación de una democracia de calidad porque la calidad institucional tiene que tener una oposición con propuestas, una oposición con capacidad de debate, con proyecto estratégico, que pueda superar la calidad de los agravios y que pueda levantar la bandera de las ideas, como las levantaron Moreno, San Martín, Yrigoyen y Perón, con todas sus fuerzas. (Kirchner, Discurso de apertura de sesiones parlamentarias, 2007)La cita evidencia esta predisposición a la pluralidad de Kirchner; e incluso, se muestra como un dirigente racional y concienzudo de su propio accionar. Pero al mismo tiempo, marca claramente un convencimiento sobre su propia posición al sostener que las voces disidentes también deben revisarse a sí mismas. Aunque hasta los últimos discursos como presidente continuó refiriéndose a la pluralidad política, esta parecía representar más una pluralidad entre aquellos que pensaban lo mismo o que apoyaban al gobierno, que una real apertura política. De este modo, el kirchnerismo parece alejarse del concepto de pluralidad característico del campo semántico republicano, y acercarse a las definiciones populistas que proponen los académicos que investigan la comunicación política.Así entonces, aparecen en los discursos lo que se supone son respuestas a críticas o acusaciones al gobierno y la gestión. En ellas Kirchner afirma ser autocritico e intentar corregir los errores, situando a las opiniones contrapuestas en el lugar de ataques mezquinos y guiados por la búsqueda del beneficio personal o de determinados sectores. Dicho de otro modo, se desacreditan las críticas pues no aspiran al bien común, sino que pretenden la protección de beneficios particulares. Todavía más, estas acusaciones suelen ligarse a las gestiones y la dirigencia del pasado. Así, habiendo instalado que los gobiernos anteriores eran los responsables de la crisis que atravesaba el país, asociarlos a estos puntos de vista implicaba demostrar que sus intereses eran perjudiciales para el bienestar de la nación. Asimismo, muchas de las acusaciones se desestimaba por ser consideradas pequeñeces o criticas poco razonables. Naturalmente, Kirchner se paraba desde la vereda opuesta; es decir, como defensor del pueblo y sus intereses. Así, el ex-mandatorio afirmaba conocer las demandas y preocupaciones del pueblo: ?Yo escucho y seguiré escuchando a los ciudadanos. Dialogando con ellos, sin intermediarios ni exégetas. Me entero de sus necesidades por boca de ellos mismos. Así voy conociendo sus preocupaciones.? (Kirchner, 2004a). De este modo, el líder proyectaba imagen de una relación directa y estrecha con la ciudadanía; en efecto, en repetidos discursos aparece una referencia directa al pueblo, donde se le solicita la participación y ?ayuda? para afrontar los desafíos que la Argentina requiere. Por consiguiente, los logros del gobierno son considerados victorias del mismo pueblo, al igual que las críticas son ataques hacia los mismos ciudadanos; consecuentemente, sus mensajes son las palabras de los propios argentinos/as:?Por eso, queridos amigos de los distintos sectores presentes, muchas gracias, no del Presidente a los argentinos, por un segundo muchísimas gracias de la Argentina a los argentinos, y de los argentinos a la Argentina, que nos permitimos y nos animamos a dar este debate, y lo vamos a tener también sobre otros temas. (Kirchner, 2006b)En definitiva, Kirchner se presentaba a sí mismo como el interlocutor e intérprete predilecto de la voluntad ciudadana. Por tanto, sus acciones y las medidas aplicadas en su gobierno responden a los deseos de la voluntad del pueblo.Tanto la perdida de la amplitud política, como esta tendencia a considerarse como el verdadero conocedor e interlocutor de la voluntad popular, resultan ser elementos que entran en tensión con algunos de los conceptos del republicanismo. En primer lugar, esa posición en la cual solo parecen admitirse las disidencias entre los que apoyan a la gestión o entre los que piensan de forma análoga, confronta con el concepto de bien común que supone una construcción colectiva y plural. Así como también, riñe con la idea de voluntad general o popular, pues esta supone la existencia de la participación libre y, por tanto, la oportunidad de expresar los distintos puntos de vista. En efecto, esta posición del gobierno kirchnerista nos remite directamente, a las críticas que el peronismo recibía sobre la representación homogenizada de la nación que proyectaba. A pesar de las declaraciones amplias y dialoguistas del inicio de mandato, las afirmaciones kirchneristas posteriores tendían a excluir la oposición y las críticas acusándolas de no propender al bienestar nacional. En este sentido, solo el mismo Kirchner y su gobierno conocen los intereses del pueblo y por tanto, es quien verdaderamente aspira y trabaja por el beneficio colectivo.Esto último nos conduce al otro elemento que se tensiona con el campo semántico del republicanismo: la encarnación en Kirchner de la voluntad ciudadana. Tanto el republicanismo clásico, como la mayoría de las interpretaciones nacionales -incluso el kirchnerismo-, destacan el valor de la institucionalidad o el andamiaje legal por la estabilidad, previsibilidad y seguridad que esto supone; de allí que esta idea de que una persona pueda personificar la voluntad del cuerpo político, resulte incompatible con las nociones republicanas. Aunque cabe señalar que en ningún momento Kirchner sugiere que el apego a las normas y los procedimientos puede o debe reemplazarse por el patrocinio de la voluntad popular; si llama la atención esa posición a partir de la cual habla y actúa en nombre de todos los argentinos/as.Tal como se observa, estas particularidades no solo discuten con las nociones republicanas, sino también pueden se asociadas a las propuestas populistas; tal como sostienen autores/as como Aboy Carlés (2005), Amadeo, Amado y Aruguete (2013), Garzón Roge (2009), Svampa (2006), entre muchos otros. En concreto, algunos de los discursos de Kirchner establecen una división entre quienes son afines la gestión y trabajan por el bienestar colectivo, y quienes la critican y persiguen la defensa de intereses sectoriales. Es decir, una división tajante entre ambas posiciones. Y por otro lado, la noción de que el gobierno es el único capaz de interpretar los deseos del pueblo y la nación argentina. Sin embargo, en nuestra opinión Kirchner no se limita a pensar esa representación solo entorno a la noción de pueblo clásica del justicialismo; por el contrario, se refiere de manera indistinta al pueblo o la ciudadanía. Esto no significa que Kirchner se aparte de la corriente peronista pues, como vimos, toda su construcción discursiva contempla la mejora en la calidad de vida de los menos aventajado; pero sí debemos decir que sale el uso exclusivo del significante pueblo, que le da nombre a la corriente con la que se lo identifica.5.ConclusiónAl comenzar este trabajo mencionábamos que los últimos veinte años de la política argentina estuvieron marcados fundamentalmente por dos conceptos, considerados dicotómicos: populismo y republicanismo. De esta forma, las gestiones o presidentes identificados como populistas se ubicaban en el polo opuesto a la protección de las instituciones; y lo mismo sucedía al revés, quienes eran definidos como republicanos eran calificados como enemigos de lo popular. El discurso de Néstor Kirchner ha sido asociado largamente a la noción de populismo, motivo por el cual cualquier nexo con los conceptos republicanos era impensado o poco probable. Sin embargo, luego de analizar algunos de los discursos de Kirchner observamos algunos puntos de contacto con el republicanismo y con otros actores políticos precedentes. Así, al adentrarnos en los discursos de Kirchner lo primero que se observa es una fuerte referencia los valores y las virtudes requeridas para la vida en comunidad; es decir un contenido moral, que recuerda a los escritos ciceronianos y dialoga directamente con las reflexiones de Alfonsín y la fuerza Frepaso/Alianza. Complementando estas nociones encontramos el concepto de bien común, cuya definición se acerca a las teorías neo-atenienses, pues afirma que es la defensa de los intereses colectivos, a partir de la participación y el dialogo con las diferentes opiniones. Así, difiriendo de las interpretaciones sobre pluralidad que había realizado Perón (de los años ?73/?74), Balbín y la Multipartidaria para quienes este concepto era el instrumento para garantizar la voluntad popular; Kirchner lo consideraba un componente ineludible para dar forma a la idea de bien común de una sociedad. Sin embargo, su definición del bien común no termina allí sino que también incorpora la clásica noción peronista de justicia social, que busca mejora las condiciones de vida de los trabajadores y los más vulnerables. De modo que, el bien común termina siendo la expresión de la libre participación y la expresión de los diferentes visones presentes en la sociedad, que supone la salvaguarda de los intereses colectivos y la actuación del Estado en favor de los intereses de los más postergados.Sin embargo, también encontramos algunas tensiones con el campo semántico del republicanismo. Pues, a pesar de que Kirchner al inicio de su gestión, y como producto de su débil legitimidad, se muestra abierto predispuesto a la búsqueda de consensos; a medida que el gobierno se fue consolidando y ganó apoyo electoral este posicionamiento comenzó a disiparse y a mostrar una mayor rigidez para decidir sobre los lineamientos políticos. De este modo, la pluralidad que se admitía era solo entre aquellos que pensaban lo mismo o que apoyaban al gobierno, alejándose así de la real apertura política. luego con la consolidación de su gobierno, esta actitud comenzó a transformarse en una pluralidad entre quienes pensaban lo mismo o apoyaban al gobierno.Esto no significa que no existan en los discursos elementos populistas, pues tal como veíamos la pluralidad no ha sido el fuerte de la experiencia kirchnerista; pero tampoco significa que los gobiernos asociados con las lógicas populistas, no incorporen en sus discursos elementos republicanos. En resumen, los conceptos populistas y republicanos no son necesariamente opuestos y excluyentes entre sí, sino como pudimos observar pueden convivir perfectamente.