INVESTIGADORES
CARRIO Cintia Valeria
congresos y reuniones científicas
Título:
La enseñanza de la Gramática en la enseñanza de la Lengua
Autor/es:
CARRIÓ, CINTIA
Lugar:
Santa Fe
Reunión:
Otro; 8° Encuentro de Jóvenes Investigadores de la UNL; 2004
Institución organizadora:
Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional del Litoral y Federación Universitaria del Litoral
Resumen:
Según reflejan los documentos
oficiales, se generó un cambio de perspectiva en la concepción del lenguaje; ya
no se lo concibe como sistematización sino como comunicación. Así, los aspectos
estructurales se reemplazaron por los aspectos funcionales.
La preocupación central pasó a
ser la de posibilitar a los alumnos una selección de contenidos que les
permitan emplear la lengua oral o escrita en situaciones comunicativas
significativas. Así, lo que se pretende es que el alumno domine el lenguaje en
situaciones concretas de comunicación (perspectiva interaccional).
Los CBC se sustentan desde una mirada pragmática. Las
fuertes demandas sociales de operatividad a través de las cuales el valor se
mide por la funcionalidad hace que incluso el conocimiento académico-disciplinar
adopte esta perspectiva. Así es que el área lengua se diseña desde la
instrumentalidad dejando a un lado la capacidad representacional del lenguaje y
su ser sistémico.
No
obstante lo dicho, en las Orientaciones Didácticas del Tercer Ciclo de EGB.
Lengua (1997) se plantea la siguiente reflexión: Si escribir en distintas
situaciones comunicativas es una necesidad a la que con frecuencia deben
enfrentarse todos lo ciudadanos, la escuela tiene la obligación de enseñar a
hacerlo (1997, 41).
Ahora
bien, el fracaso en el aprendizaje de lectura comprensiva y producción
(oral-escrita) significativa responde a la implementación de la metodología de
la lingüística aplicada en lo que es el campo de la didáctica de la lengua
(hipótesis de trabajo a).
Tal como plantea Sardi
DArielli, para pensar en una didáctica de la lengua no es suficiente con
conocer los postulados de los principales paradigmas lingüísticos, sino que se
necesita además determinar qué aportes tomar de cada paradigma para la práctica
de enseñanza-aprendizaje y cómo utilizar esos paradigmas en relación con la
diversidad de sujetos que participan en esta práctica. (SARDI DARIELLI: 2001,
121). El campo disciplinar conformado por las disciplinas de referencia es la
base para el marco teórico de un proyecto didáctico.
Según Alisedo, Melgar y Chiocci
(1994), el marco teórico, en el caso de la didáctica de la lengua, supone la
integración de tres discursos: el disciplinar, el del sujeto que aprende y el
de la sociedad que demanda aprendizajes socialmente relevantes.
En el primer caso preocupa resolver cómo volver accesible
los contenidos disciplinares (lingüísticos) a la escuela. Esta acción, este
contrato didáctico, no siempre se lleva a cabo sin problemas; es más, el
problema radica en encontrar la manera más adecuada para concretarlo.
Debe quedar claro que la didáctica de la lengua no es una
teoría de la lengua sino la lengua para ser enseñada mediante una didáctica, es
decir, mediante una teoría que toma en cuenta la complejidad del objeto
(lengua) y sus recortes.
Resulta fundamental reconocer en el objeto didáctica de
la lengua su situación de convergencia de espacios. Al pensar en una didáctica
de la lengua nos encontramos por un lado con un saber disciplinar (disciplina
lingüística) necesario y fundamental que se preocupa por el saber teórico. Por
otro lado tenemos la disciplina didáctica que se interesa por estudiar los
modos de intervención docente en los procesos de construcción del conocimiento
realizado por los alumnos. Mientras que la disciplina didáctica de la lengua se
ocupa de los problemas que genera la cognición del objeto (lingüístico) para,
una vez detectados, seleccionar los paradigmas que mejor se adecuan a la
resolución de dichos problemas.
De este modo, los especialistas en Didáctica de la
Lengua trabajan con un doble objeto: el objeto lengua inscripto en el objeto
enseñanza de la lengua, lo que conlleva paradigmas pedagógicos y lingüísticos.
(SARDI DARIELLI: 2001, 122). El docente pues se ubica en ese lugar de contacto
y selecciona teorías didácticas y teorías lingüísticas pero no puede quedarse
sólo con una de ellas dado que esto haría que recaiga en una enseñanza de la enseñanza
o en una lingüística aplicada.
Esto
último es muy importante de destacar dado que una lingüística aplicada difiere
de una didáctica de la lengua ya que la primera no toma en consideración ni el
ámbito educativo (con todas la variables que lo atraviesan y transforman) ni la
práctica realizada en/con la transposición didáctica (acción muy diferente a la
translación de categorías teóricas (SARDI DARIELLI: 2001, 122).).
Es
necesario pensar en que la enseñanza de la gramática es un medio y no un fin,
es un paquete de herramientas y no un punto de llegada.
Es
común en el ámbito educativo, al momento de definir un programa, en la sala de
profesores o en el debate en el aula, la discusión acerca de la importancia de
la enseñanza explícita del conocimiento gramatical. Simó y Roca se proponen,
más allá de la discusión acerca de la utilidad de la enseñanza explícita o de
la posible influencia de la misma en la mejora de la manera de hablar, estudiar
la enseñanza de la gramática como una actividad de reflexión sobre el lenguaje,
teniendo en cuenta el conocimiento previo de los chicos (SIMÓ y ROCA: 1995,
175). De esta forma se cambia el planteo pedagógico, ya no se trata de informar
acerca de una categoría gramatical sino de estudiarla en situación de uso y a partir de los conocimientos previos de
los alumnos.
A este respecto es interesante ver cómo el análisis
gramatical fue perdiendo espacio frente al tratamiento del texto. Los CBC hacen
hincapié en la producción de textos coherentes y cohesivos y parecen incluir
al estudio gramatical dentro de lo que se denomina reflexión sobre el
lenguaje, término un tanto abarcativo, poco delimitado e impreciso que deja al
docente más que la absoluta libertad de inclusión de contenidos, la absoluta
soledad de no saber qué hacer, resolviendo en la mayoría de los casos dejar de
lado la enseñanza de la gramática.
Ahora bien, tal como lo destaca Defagó: la atención
puesta en el texto durante estos últimos años en la escuela media no ha
mejorado el nivel de producción y comprensión textual de los alumnos que
ingresan en la Universidad (DEFAGÓ: 2001, 4). Este planteo fue el detonante de
nuestra hipótesis a.
Los
alumnos se ven imposibilitados de comprender y producir textos coherentes
primeramente porque no comprenden el proceso de funcionamiento y la
estructuración de la lengua y no cuentan con una capacidad metalingüística lo
suficientemente desarrollada como para ir supliendo la falta de conocimiento
sistematizado.
Dado que los textos se
construyen teniendo en cuenta normas del lenguaje, de su adecuación o no a las
normas dependerá su aceptabilidad. Por
lo tanto, es necesario que un alumno conozca las normas para hacer un buen uso
de ellas al momento de producir y/o decodificar los textos.
La
competencia lingüística entonces no consiste en tener la capacidad de
describir minuciosamente un sistema sino en poder explicar las razones por
las cuales una estructura está bien formada mientras que otras no; consiste
pues en re-conocer los criterios de aceptabilidad (gramaticalidad).
Para
que se logre una óptima competencia comunicativo-pragmática se requiere en principio
de una buena competencia lingüística y por tanto del conocimiento de la
gramática de esa lengua
La justificación de la implementación de la teoría
comunicacional en las clases de lengua responde a una concepción instrumental
del lenguaje (hipótesis de trabajo b).
Basado
en la consideración del lenguaje como un objeto cultural orientado a
posibilitar la comunicación entre los sujetos, desde esta postura se concibe a
dicho lenguaje como un objeto aprensible mediante estímulos externos, razón por
la cual es recomendable (sobre todo en la enseñanza) aumentar paulatinamente el
grado de dificultad de los contenidos.
Las propuestas curriculares oficiales
sostienen una concepción comunicacional y pragmática de la lengua y parecen
partir del supuesto de que los alumnos ya han adquirido y desarrollado el sistema
de la gramática de su lengua, es decir que cuentan con una competencia
lingüística óptima.
Desde
una postura generativista la gramática no es solamente un metalenguaje
utilizable aisladamente para re-conocer categorías teóricas previamente
enseñadas (memorizadas) que permiten por ejemplo descubrir la cantidad de x
tipo de palabra que hay en un texto, sino que es el estudio de la estructura de
la lengua.
Pensamos la importancia del
conocimiento de la gramática no con un fin descriptivo, es decir, para asignar
nombres técnicos a ciertas estructuras; sino, que su importancia radica en la
capacidad explicativa acerca del funcionamiento del lenguaje. El conocimiento
de la gramática brinda herramientas para pensar metacognitivamente el lenguaje.
Nos parece fundamental que se
conciba y desarrolle la gramática como un elemento estructurante del texto
dado su carácter ordenador y sus posibilidades explicativas (Ferrandis y
González, 2004: 40).
Por otro lado, si bien se considera que la lengua es una facultad
innata, su dominio no es consciente, por lo tanto, la función de la enseñanza
es hacerlo consciente, para que [el alumno] pueda manipular este conocimiento, reflexionar sobre
él y aplicarlo a otros dominios, como en la escritura o la adquisición de un
segundo lenguaje. (DEFAGÓ: 2001, 4).
El desafío es encontrar el/los modo/s de que los
alumnos reflexionen acerca de un sistema que les es propio. Al
respecto de este planteo coincidimos con Defagó en que se debe ofrecer en las
aulas una gramática que explique el funcionamiento de la lengua, con un
metalenguaje mínimo y justificado. Habría que partir entonces de una gramática
que permita hacer conscientes los conocimientos que tienen los
hablantes... DEFAGÓ (2001).
Para cerrar este trabajo
(aunque no la discusión) nos parece muy pertinente la siguiente reflexión: la enseñanza de la lengua en la escuela debe
apuntar a una gramática que no describa
una estructura sino que la inscriba en el marco de una explicación que tenga en
cuenta la manera en que un sujeto entiende esa expresión como parte de una
oración legitima dentro de su propia lengua (Ferrandis y González, 2004: 95).