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En el marco de una serie de prácticas estatales destinadas a ?hacer memoria?, al cumplirse en el año 2006 treinta años del último golpe de Estado en Argentina, se instaura el 24 de marzo como un nuevo feriado: el Día de la Memoria, por la verdad y la justicia, mediante la Ley 26.085. Esta decisión política desencadena una serie de debates y tensiones en la sociedad logrando así un impacto especial en el sistema educativo, como ámbito privilegiado de transmisión y reelaboración de sentidos sociales y culturales en torno a las conmemoraciones y a los rituales. Los actos escolares son, según nuestro criterio, analizadores privilegiados para indagar qué hace el presente con el pasado, cómo se relaciona con él, cuáles son los sentidos que se transmiten y cuáles las memorias hegemónicas. Respecto del 24 de marzo en particular, siendo contemporáneas a su surgimiento como nueva efeméride, nos interesa interrogar e interpretar los dilemas, tensiones, estrategias y conflictos concretos que cada establecimiento educativo experimenta para dicha implementación. Precisamente, por tratarse de una práctica conmemorativa aun no sedimentada simbólicamente, resulta sugerente indagar cómo tramitan las escuelas públicas rosarinas la fuerza de esta novedad como así también recabar cuáles son los sentidos atribuidos a tales hechos en los relatos de los docentes. Relatos en los que, según nuestros presupuestos, conviven experiencias vividas, memorias individuales y sociales, heridas abiertas, diferentes posicionamientos políticos, pero también preguntas, inquietudes y reclamos por conocer y comprender un pasado que a todas luces se revela traumático. Justamente, lo que exponemos es una reflexión ampliamente basada en materiales empíricos. Como investigadoras nos acercamos a las escuelas, observamos y hablamos con docentes y alumnos. Si bien en el marco de este proyecto se construyeron diferentes instrumentos de investigación e intervención, en este capítulo en particular hemos escogido dos: registros de observación de actos del 24 de marzo realizados en el año 2009 en escuelas medias de la ciudad de Rosario y entrevistas semiestructuradas, efectuadas entre julio de 2009 y mayo de 2010, a docentes de ese nivel que se desempeñan en instituciones de diferentes escuelas del sur santafesino. Es preciso aclarar que la elección de las escuelas en las que realizamos observaciones procuró abarcar un panorama variado. Si bien todas son de gestión pública, presentan diferencias en cuanto a sus historias, tradiciones, culturas institucionales, tipos de dependencia institucional, perfiles del alumnado y de los docentes. Estas instituciones constituyen un arco que abarca desde colegios dependientes de la Universidad, de gran prestigio en la sociedad rosarina, con estricto examen de ingreso y cuyo alumnado pertenece a sectores medio y medio altos, provenientes, por lo general, de familias dedicadas al ejercicio de las profesiones liberales o a la docencia universitaria; establecimientos de zona centro a las que asisten alumnos de sectores medio y medio empobrecido y escuelas consideradas por el Ministerio de Educación Provincial como pertenecientes a zonas desfavorables, e inscriptas en el programa nacional de becas. Comenzaremos referenciando en términos generales el papel de los actos como rituales en la configuración de la trama simbólica de una sociedad, señalando algunas especificidades a nivel nacional, para detenernos luego en el análisis del acto del 24 de marzo, en los significados que van dando forma a esta nueva conmemoración. Los dos planos mencionados observaciones de actos y discursos de los docentes (en relación con los actos) recuperados en las entrevistas estructuran los apartados que siguen a continuación.

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