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Mi intención general es revisar la interpretación deleuziana de Spinoza, que venimos siguiendo desde hace un tiempo. Es la que dice que en la sustancia, a nivel del todo, no hay ni Bien ni Mal como valores absolutos, sino que el bien y el mal aparecen a nivel de los modos, como lo bueno y lo malo, como valores ya no absolutos, sino justamente relativos a los modos. ¿Cómo pretendo contestar esta interpretación? A partir de algunas consideraciones políticas. Mi intención, sin embargo, es sólo partir de las consideraciones políticas, para luego generalizarlas o transportarlas a nivel ontológico. ¿En qué medida las consideraciones políticas permiten poner en duda la interpretación deleuziana? Permiten tal cosa, porque cuando Spinoza juzga a un cuerpo político bueno o malo, no lo hace en función de encuentros con otros cuerpos políticos exteriores, o no al menos únicamente, sino en función de elementos internos, como por ejemplo, una guerra civil. Un cuerpo político es malo, porque dentro de él, hay encuentros malos, y no porque se encuentra con algo exterior, otro cuerpo político, al que le hace mal, o que le hace mal a él. Ahora bien (empiezo la proyección hacia el nivel ontológico), ¿por qué no decir lo mismo del todo individuo? Un individuo sería malo o bueno en función de malos encuentros dentro de él, y no sólo en función de encuentros con otro individuo exterior a él. La imagen del mal no sería tanto el envenenamiento, sino la tuberculosis por así decirlo. ¿Por qué no pensarlo del individuo universal, finalmente, de la sustancia? Sería buena o mala en función de encuentros intrínsecos, y no de imposibles encuentros extrínsecos con otras sustancias. Partiendo de algunas consideraciones políticas entonces, creo que es posible repensar la relatividad de los valores, incluso a nivel ontológico.

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