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Entre marzo y junio de 1981, Gilles Deleuze dedicó sus clases en Paris VIII-Vincennes a la pintura. Este curso es paralelo a la preparación de su libro Francis Bacon. Logique de la sensation, publicado en noviembre del mismo año. Sin embargo, desarrolla allí una serie de conceptos clave para pensar la pintura en general, más allá de la obra de Bacon en particular, postulando la existencia de tres momentos esenciales al arte pictórico en su especificidad. Habría, en primer lugar, un momento pre-pictórico conformado por los clichés que pueblan el lienzo y la mente del pintor. En segundo lugar, todo gran pintor haría advenir una suerte de ?catástrofe? que arrastraría aquellos clichés, generando un caos-germen o diagrama, palabra que Deleuze toma de las entrevistas de Bacon con David Sylvester. Es este elemento virtual el que dará lugar finalmente al tercer momento, el hecho pictórico per se, que no constituye una representación de objetos ?los cuales se ubican en el primer momento?, sino el advenimiento de una presencia de la luz-color. Deleuze afirma asimismo que estos tres momentos constituyen una síntesis del tiempo, que se debe ?tratar un cuadro como si operara ya una síntesis del tiempo? que formaría parte del cuadro mismo en tanto su temporalidad propia. Por otra parte, en el segundo capítulo de Différence et Répétition (1968), Deleuze crea un complejo entramado conceptual en el que desarrolla tres síntesis pasivas constitutivas del tiempo, correspondientes al presente, pasado y futuro respectivamente. En el presente trabajo analizaremos las posibles relaciones existentes entre dichas síntesis pasivas y la síntesis del tiempo mencionada en el curso sobre pintura, focalizándonos especialmente en la hipótesis de que esta última tendría una conexión especial con la tercera síntesis pasiva de Différence et Répétition, la correspondiente al futuro.

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