INVESTIGADORES
LOMBARDI olimpia Iris
congresos y reuniones científicas
Título:
Conferencia invitada: Pluralismo ontológico y evolución
Autor/es:
OLIMPIA LOMBARDI
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; IV Congreso Latinoamericano de Ciencia y Religión. Rastros y Destinos de la Evolución (invitada); 2009
Institución organizadora:
Universidad Católica Argentina
Resumen:
En la filosofía de la física, uno de los problemas recurrentes es el que se refiere a las relaciones entre diferentes teorías físicas, en particular, entre teorías que, se supone, refieren a un mismo sistema físico bajo diferentes descripciones.  Por ejemplo, un gas es descripto por la mecánica clásica como un sistema de partículas microscópicas en interacción, pero como un fluido con temperatura, densidad, presión y otras características macroscópicas por la termodinámica. El problema surge cuando las diferentes teorías adjudican propiedades incompatibles al supuestamente mismo sistema físico. En filosofía de la biología la situación parece ser la inversa.  Ya no se trata de compatibilizar las descripciones que diferentes teorías brindan de un mismo sistema físico, sino de decidir a qué tipo de sistema se aplica una teoría.  Me refiero, en particular, a la Teoría Sintética de la Evolución, que se ha presentado como el marco teórico hegemónico para dar cuenta de todo proceso evolutivo. Pero mientras se acuerda en cuanto a la teoría, el disenso se refiere a qué tipo de ítem ella se aplica: el problema es decidir cuál es la unidad evolutiva, esto es, la entidad que ?acumula? los cambios (heredables) en el tiempo. La postura más generalizada es la que, continuando la línea darwiniana, postula a la población como unidad evolutiva, incluso como la única unidad evolutiva: la evolución de las especies sería reductible a la evolución de poblaciones o, a lo sumo, sería un fenómeno emergente de tal proceso.  Por otra parte, otras posiciones heterodoxas encontraron en los genes las ?verdaderas? unidades evolutivas.  La pregunta es, entonces: ¿qué es lo que evoluciona: los genes, las poblaciones, las especies, o algún otra unidad de jerarquía aun superior? La idea de que esta pregunta tiene una única respuesta encuentra sus raíces en el supuesto de la reducción ontológica entre los diferentes niveles de lo real.  Básicamente, se supone que existe un estrato ?fundamental? de la realidad, al cual se refiere la teoría ?verdadera?: toda descripción que no concuerde con aquélla que brinda la teoría fundamental será irremediablemente ?fenomenológica? o aparente.  En el ámbito de la biología, esta posición se manifiesta en la búsqueda de la única ?verdadera? unidad evolutiva: la evolución de los demás niveles deberá explicarse y, por tanto, reducirse en términos de la evolución del nivel fundamental. En artículos recientes (Lombardi y Labarca 2004, 2005; Lombardi y Pérez Ransanz 2009) hemos abordado el problema de las relaciones entre diferentes descripciones de lo real desde una perspectiva estrictamente ontológica, sobre la base de un realismo pluralista de raíces kantianas inspirado en el internalismo de Putnam (1981). Según esta posición filosófica, debemos abandonar los sueños metafísicos de omnisciencia: no existe la perspectiva del Ojo de Dios que nos permitiría conocer la realidad independiente, tal como es en sí misma. El objeto de conocimiento está siempre constituido como una síntesis entre la realidad independiente y el esquema conceptual que aporta el sujeto.  Pero, a diferencia de Kant, quien ubica al sujeto y su sistema de categorías en el ámbito de lo trascendental, nuestra posición reconoce un sujeto histórico y culturalmente situado que accede a la ontología resultante de la contribución de su propio esquema conceptual. Este pluralismo ontológico de raigambre kantiana evita las consecuencias del reduccionismo ontológico, en la medida en que permite admitir la existencia igualmente ?real? de diferentes ontologías, sin relaciones de prioridad o dependencia entre ellas. Desde esta perspectiva, puesto que toda ontología surge de la síntesis entre realidad nouménica y esquema conceptual, cada teoría empíricamente exitosa constituye su propia ontología de entidades, relaciones y procesos, y no existe un nivel ontológico previo e independiente de toda descripción.  Por lo tanto, el dominio ontológico donde evolucionan las poblaciones resulta tan constituido como el de las especies y otras jerarquías superiores y, en consecuencia, no cuenta con privilegio alguno.  Desde esta perspectiva, el problema no es ya decidir cuál es la ?verdadera? unidad de evolución, sino articular el marco teórico general que brinda la Teoría Sintética en teorías particulares aplicables a los diferentes niveles: en la medida en que se obtengan descripciones empíricamente exitosas, podrán aceptarse distintas ontologías con diferentes unidades de evolución, todas igualmente ?reales?.  El pluralismo ontológico nos permite, así, habitar una realidad diversificada en múltiples niveles ontológicos, que pueden coexistir sin prioridades ni dependencias mutuas.