INVESTIGADORES
RIGOTTI Ana maria
libros
Título:
Arquitecturas para la gran ciudadÑ dimension, planta, envolvente y autonomia
Autor/es:
RIGOTTI, ANA MARÍA (ED.; PAMPINELLA, SILVIA; CANDIA, CARLOS; CATTANEO, DANIELA; CUTRUNEO, JIMENA; RICCI, FEDERICO
Editorial:
Laboratorio de Historia Urbana CURDIUR
Referencias:
Lugar: Rosario; Año: 2014 p. 68
ISSN:
978-987-25041-6-8
Resumen:
Este nuevo número de los Cuadernos del Laboratorio de Historia Urbana continúa y profundiza una indagación sobre la nueva arquitectura, sus medios específicos, su autonomía. Se trata de la novena producción de este grupo que, en el año 2007, iniciara una investigación en los primeros libros y textos con pretensiones teóricas de una disciplina que pretendía avanzar sobre nuevas bases en los años veinte. Algunos mal conocidos, olvidados otros, o sumamente referidos pero desde diferentes claves interpretativas, este recorrido llevó a revisar e interrogar acontecimientos claves como fueron Vers une architecture (1923), Stil?i epokha (1924), ?wege zur form?(1925), Bauen in Frankreich-Bauen in Eisen-Bauen in Eisenbeton (1928), Von Material zu Architektur (1929), The International Style: Architecture since 1922 (1932), los manifiestos y artículos de Giuseppe Terragni (1926-36), Gli elementi dell?architettura funzionale (1932) y An Outline of European Architecture (1942). En este caso se revisitan otros tres libros canónicos: Großstadt Architektur de Ludwig Hilberseimer  (1927), Von Ledoux bis Le Courbusier de Emil Kaufmann (1933) y libro Quand les catédrales étaient blanches: voyage au pays des timides de Le Corbusier (1937). Se los lee desde los desafíos que la gran ciudad y sus nuevos programas colectivos imponían a la arquitectura en un duelo duro respecto al rescate de su especificidad frente a la ingeniería. En los tres casos se verifica y destaca hasta qué punto se encuentran  atravesados por la dilucidación de los materiales propios de un hacer que reformulaba sus argumentos y recursos dejando atrás las determinaciones externas de la representación.   Silvia Pampinella nos conduce por una lectura incisiva y original, tensa y tersa, de las implicancias normativas de una historia operativa, la de Ludwig Hilberseimer en La arquitectura de la gran ciudad, un libro tan referido por los últimos capítulos y el conjunto de proyectos exploratorios que vuelve a reunir sobre la ciudad vertical, pero tan ignorado en su médula: rescatar de las tendencias objetivas de la edificación real a lo largo del último medio siglo los materiales propios de una arquitectura de la gran dimensión acorde con los requerimientos de un nuevo género de sociabilidad: el de la Großstadt. Rascacielos, estaciones de trenes, fábricas, aeropuertos, grandes tienda, salas de teatro y museos son claves para, tras una revisión de las condiciones funcionales y las posibilidades abiertas por las estructuras de esqueleto, apuntar los recursos con los cuales la arquitectura podía redefinir cuestiones de forma desde una promesa de orden. Volúmenes cúbicos elementales, envolventes que tras el cambio radical de la relación entre ventana y superficie dominan ritmos y juegos de luces y sombras, plantas vastas y libres que articulan el espacio y define la relación de las masas, el color y los grados de transparencia y opacidad: todos son planteados como los medios específicos de los que puede disponer la arquitectura. Casi un tratado, Pampinella es elocuente en poner en descubierto cómo tales medios y principios promovidos no fueron el resultado de una elección formal sino de un reconocimiento y de la apuesta lúcida a un arte capaz de acompañar y expresar la transformación de la estructura social y cultural del mundo, con un fuerte acento colectivo, cuya condensación era la gran ciudad. El trabajo de Daniela Cattaneo y Carlos Candia sobre el clásico pero relativamente olvidado De Ledoux a Le Corbusier, también subraya que el nuevo sistema arquitectónico fundado en la autonomía de las formas está, según su autor Emil Kaufmann, estrechamente imbricado con un cambio epocal inaugurado por la Ilustración y la inminencia de una revolución. Aquí el acento no está en lo colectivo sino en la legitimidad del individuo y de una moral autónoma como signo de la ruptura implícita en la modernidad, pero que supone también la exigencia de una universalidad de los derechos a la arquitectura con sus consecuencias prácticas y utilitarias. Este nuevo marco moral, presente y evidente en las obras y escritos de Adolf Loos y Le Corbusier, es el que habría impulsado a dejar atrás símbolos e imágenes, representaciones y decoro, para trabajar con los medios autónomos de la arquitectura. Aquí también hay referencias al retorno a la formas de la geometría elemental, a edificios entendidos como partes indisolubles y continuas de los grandes constructos colectivos, a la sustitución de la unidad subordinante por la articulación de pabellones independientes y aislados definidos por su fin estricto y a la importancia capital de la planta como plan de orden de un espacio articulado, múltiple y desprovisto de jerarquías. Finalmente, el ensayo de Jimena Cutruneo y Federico Ricci sobre Cuando las catedrales eran blancas? vuelve a poner en primer plano a la gran ciudad, sus fuerzas colectivas desmañadas y su producto crudo: el rascacielos americano, admirado con horror y transfigurado para poner en evidencia la potencialidad de orden de la arquitectura. Muestran los autores cómo Le Corbusier vuelve a insistir en la autonomía y la especificidad de los medios de la disciplina. Arquitecturas ciudad, ciudades posibles hechas de grandes arquitecturas cuya llave es la concentración, la gran escala, la continencia, la ortogonalidad de la planta, la altura como coordenada ilimitada de un espacio entendido como superposición de horizontalidades que se extienden sin límite desde el interior al exterior. Todo esto es posible por una estructura en esqueleto y una envolvente vidriada liberada de toda trasmisión de fuerzas, de toda referencia a la ventana y, nuevamente, de todo límite: arquitecturas de la gran ciudad.