INVESTIGADORES
LADIO Ana Haydee
congresos y reuniones científicas
Título:
Frutos nativos de la Patagonia
Autor/es:
H. LADIO, ANA
Lugar:
San Carlos de Bariloche
Reunión:
Congreso; VI Jornadas Forestales Patagonicas; 2022
Institución organizadora:
INTA
Resumen:
La región denominada Patagonia por la ciencia occidental es un territorio extenso que abarca distintos ambientes ecológicos que han provisto desde tiempos ancestrales una amplia gama de contribuciones materiales y espirituales para los seres humanos, entre ellos los de la provisión de alimentos. Especialmente los bosques Andino-Patagónicos poseen un elevado número de especies de plantas endémicas, con predominio de géneros y familias únicos. Estos bosques, que albergan numerosas especies comestibles, son una de las últimas reservas mundiales de bosques templados (Amoroso et al. 2021). Sin dudas, la región debe ser vista como un sistema biocultural. La región ha sido y es habitada por numerosas comunidades originarias a lo ancho y a lo largo del territorio. Particularmente, en el norte de la Patagonia, desde los 35° a 46° de latitud sur, las comunidades Mapuche y Mapuche-Tehuelche ha sido parte de una intrincada relación de interdependencia con las plantas y sus frutos comestibles. Estudios realizados con comunidades rurales han mostrado que estas sociedades poseen un detallado conocimiento sobre la flora que muestra fuertes vínculos de compromiso emocional con las mismas, hecho que resulta en una motivación muy poderosa para tratarlas con respeto, cuidarlas y utilizarlas bajo normas y reglas consuetudinarias (Ladio & Molares 2017). Sin embargo, gran parte de estas comunidades, que son agricultores familiares, vienen sufriendo sucesivos cambios socio-ambientales debido principalmente a la influencia hegemónica de la sociedad colonial y de mercado, con lógicas del uso del ambiente que en la mayoría de los casos implicaron su sobre-explotación o transformación completa. Este orden económico-productivo impuesto desde finales del siglo XIX se encuentra ligado a la producción extensiva de ganado ovino o la forestación con especies exóticas. Estas comunidades originarias sufrieron un genocidio, fueron diezmadas y sus territorios usurpados, de manera que sus actividades productivas y de manejo del entorno se restringen a la mera subsistencia en condiciones de despojo y vulneración. Estos acontecimientos han generado cambios en la relación de estas comunidades y su entorno vegetal (Ladio & Morales 2017). Las actividades y conocimientos de los agricultores familiares patagónicos se enmarcan en términos teóricos al sistema llamado CEL, el conocimiento ecológico local: un cuerpo flexible de conocimientos adquiridos a lo largo de la historia, a través de la experiencia directa y del contacto con el medio ambiente. Abarcando amplios aspectos de la vida de los pobladores, tanto materiales como espirituales, se trata de un sistema de saberes que involucra prácticas y cosmologías, que evolucionan por procesos adaptativos y se mantienen por transmisión cultural (Berkes & Davidson-Hunt 2010). Las prácticas de agroforestería son parte de este CEL, las cuales son definidas como las formas de manejo del territorio que integran la deliberada retención o introducción de árboles y arbustos perennes en parcelas que han sido orientadas al uso agrícola; hasta el momento estas prácticas han sido desestimadas por la ciencia (Amoroso et al. 2021) . En este sentido, McAlvay et al. (2021) destacan que numerosos trabajos recientes, desde las ciencias ecológicas y sociales, están proponiendo la inclusión de las comunidades locales en la gestión de los bosques de modo de encontrar soluciones más horizontales e inclusivas. Asimismo, se propone un activismo anti-opresivo y descolonizado en el actuar con las comunidades, reconociendo que hasta el momento la única voz autorizada para hablar de los bosques, sus plantas y su gestión es la ciencia hegemónica.