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Centro y periferia durante mucho tiempo constituyeron categorías básicas del urbanismo. Con el transcurrir del tiempo estas categorías quedan sujetas a las mutaciones propias de los cambios interpretativos y operativos sobre la ciudad. Indagar en estas mutaciones, particularmente en este caso sobre las reformulaciones de la centralidad y las situaciones a las que remite en el contexto actual, se convierte en un pretexto para pensar la ciudad y en los fenómenos en curso en la misma. Una cuestión, recurrentemente planteada en las actuales descripciones de los fenómenos urbanos, es la denominada desurbanización o espacialización dispersa que adquiere la ciudad contemporánea. Los procesos de urbanización y rentabilización del territorio modelan al espacio de la ciudad de acuerdo a una tendencia de fragmentación y descentramiento. Esta tendencia de modelo de crecimiento cambia las caracterizaciones y relaciones entre las distintas partes en que se estructura ese nuevo espacio para el que la categoría de centralidad comienza a acusar anomalías. Este proceso implica la disminución de la valoración y papel protagónico que desempeñaban las áreas centrales dentro de la estructura física de las ciudades, reduciendo su capacidad de condensación funcional y simbólica de la actual vida urbana. Sobre el centralismo único de la ciudad pasada se superpone una descentralización en focos menores, intersticiales y autónomos, creadores de nuevas tensiones y cargados de inéditas y múltiples referencias. En el artículo se reflexiona sobre los cambios de roles producidos sobre las áreas centrales en la estructura urbana general de la ciudad. Las implicancias de los mismos en el uso de los espacios de la ciudad, como en la producción y consumo de una urbanidad, son puntos que se analizan poniéndolos en relación a incipientes situaciones detectadas en el ámbito local -Santa Fe- planteando nuevos desafíos de transformación.

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