INVESTIGADORES
CONTRERAS Gustavo Nicolas
capítulos de libros
Título:
El peronismo tras la caída. Propuesta político-partidaria de un grupo de exforjistas durante la autodenominada revolución libertadora (1955 - 1958)
Autor/es:
CONTRERAS, GUSTAVO NICOLAS
Libro:
Organización política y estado en tiempos del peronismo
Editorial:
Prohistoria
Referencias:
Lugar: Rosario; Año: 2012; p. 37 - 60
Resumen:
El derrocamiento del gobierno peronista por el golpe militar impulsado por la autodenominada revolución libertadora inauguró una experiencia inédita para los vencidos. A fines de septiembre de 1955, luego de una década de existencia, el peronismo se encontraría por primera vez fuera de toda posición de gobierno y con su líder en el exilio. ¿Podría sobrevivir a esta situación? El peronismo había nacido con apoyatura estatal y estuvo signado por la figura de Perón, sin embargo, sabemos que no se construyó solamente desde arriba y que tampoco su formación puede ser resumida a los designios del líder y los recursos estatales. El peronismo, que fue el resultado de la movilización conjunta de un heterogéneo arco de fuerzas, involucró las iniciativas de diversos grupos sociales y una variopinta dirigencia política (Mackinnon, 2002; Macor y Tcach, 2003; Aelo, 2004; Melon y Quiroga, 2006, Prol, 2010). Frente a las necesidades propias de la gestión gubernamental, el Partido Peronista (en adelante PP) fue asumiendo la tarea de forjar la unidad, distribuir el poder y marcar las líneas directrices del movimiento emergente en los años 1943-1945. Sin discutir la preeminencia del liderazgo de Perón, distintos sectores que componían el peronismo se preocuparon tanto por la conformación de las estructuras partidarias como por controlarlas (Balbi, 2010). La constatación de fuertes disputas al interior del partido no hace más que remarcar la importancia que contemporáneamente le dieron los propios actores (Ladeuix, Melon y Quiroga, 2010). Ahora, si como demuestran recientes estudios, el partido tenía vida propia, excedía la figura de su máximo líder y se construía con el aporte de variadas fuerzas sociales y políticas que no pueden ser resumidas a la iniciativa estatal ¿cómo afrontó su salida del gobierno y el exilio de Perón, en el contexto de la autodenominada revolución libertadora? ¿Tenía posibilidades de sobreponerse sin el apoyo estatal y tras la gestión de liderazgos alternativos al de Perón? Lo cierto es que, en medio del derrumbe y la incertidumbre, diversos actores apostarían a la (re)construcción partidaria con miras a estructurar y orientar al movimiento peronista, no sólo derrocado del gobierno y con su líder ausente sino también proscripto, con el fin de propiciar una salida política que revirtiera las condiciones sumamente adversas que atravesaban. Tales amagos, que formal o informalmente tendían a la unificación y a la reorganización político-partidaria del movimiento, serían puestos a prueba  en una coyuntura turbulenta que albergaba múltiples apuestas en una competencia crucial por la conducción y/o la captación del peronismo. En la consideración del tema hay un episodio que no puede pasar inadvertido: en septiembre de 1955, a pocos días de haberse consumado el golpe de estado, el presidente del PP, Alejandro Leloir, saludó al nuevo gobierno encabezado por el Gral. Eduardo Lonardi y declaró que el movimiento peronista comenzaba “una marcha sin andadores”. En esta formulación, la pérdida de toda posición en el gobierno y el ostracismo de Perón no fueron presentados como una tragedia, sino que el “llano” fue visualizado como una oportunidad para revitalizar el PP y dotarlo de fuerza propia. Previsiblemente, la figura de Leloir, y sobre todo la autoridad que investía, intentó ser secundada por distintos sectores políticos peronistas interesados tanto en reformular las estructuras del partido como en controlarlas. En este marco, encontramos que el inmediato Partido (neo)Peronista ensayado tras la caída del gobierno de Perón fue encabezado por el grupo de exforjistas que trabajaron como segundas líneas políticas en el gobierno bonaerense de Domingo Mercante, en el que se destacaron, entre otros, Arturo Jauretche, Francisco José Capelli y Miguel López Francés. Tal era su ascendencia sobre Leloir que cuando éste fue apresado por los golpistas, a fines de septiembre de 1955, delegó la presidencia provisoria del Partido en Capelli. El grupo aprovecharía la oportunidad para intentar imprimirle su impronta organizativa y político-ideológica a un partido que, atravesado por los cambios traídos por la nueva situación política del país, posiblemente admitiría un replanteo de prácticas, estructuras, postulados y dirigencias. En el presente capítulo nos convocará el análisis de este proyecto partidario que, tras la figura de Leloir, le permitió al grupo de exforjistas ensayar su opción.