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El Museo de La Plata tiene una larga trayectoria en el estudio de los reptiles fósiles, cuyos repositorios cuentan con un gran número de formas continentales, representadas por dinosaurios, cocodrilos, tortugas y escamados. Sus estudios se remontan desde finales del siglo XIX, en todos los casos motorizados por los estudios pioneros de Florentino Ameghino, Santiago Roth, Richard Lydekker y Arthur Smith Woodward, principalmente. Durante la primera mitad del siglo XX los estudios de formas continentales son saltuarios, destacándose los aportes de Frederick von Huene y Ángel Cabrera. En la década de los 60? se producen dos hechos singulares. El primero, Rodolfo Casamiquela, que de manera no formal, aporta con sus expediciones a Patagonia generando conocimientos sobre la herpetofauna mesozoica, depositando los especímenes en las colecciones del Museo de La Plata. El segundo, la visión de Rosendo Pascual, profesor y jefe de la División Paleontología de Vertebrados, quién a finales de esa década incentiva a jóvenes postulantes a encarar estudios sobre anfibios, reptiles y aves, conformándose la primera promoción de paleherpetólogos con títulos académicos y especilidades temáticas. Ellos son Ana maría Báez en anuros, Zulma Brandoini de Gasparini en crocodiliformes y Eduardo Tonni en aves. Todos ellos dejaron escuela la que se advierte claramente en las camadas de discípulos que aun trabajan en esos clados. Tanto Gaspariuni como Tonni están ligados al Museo de la Plata. A comienzos del siglo XXI se establecen líneas de investigación derivadas del legado de Gasparini, basadas en el estudio de la anatomía, las relaciones filogenéticas y la paleobiología de arcosaurios continentales. Las mismas tienen foco en los pseudosuchios y dinosaurios sauropodomorfos, lideradas por Paula Bona, Julia Desojo y Alejandro Otero, todos con lugar de trabajo permanente en la institución.

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