INVESTIGADORES
MARI Oscar Ernesto
congresos y reuniones científicas
Título:
comentarios Interescuelas 2009
Autor/es:
MARI, OSCAR ERNESTO
Lugar:
Bariloche
Reunión:
Congreso; XII Congreso Interescuelas; 2009
Institución organizadora:
Comisión Interdepartamental Univ. del Comahue
Resumen:
Comentarios Interescuelas   María Teresa Varela: La virtual autonomía municipal en los Territorios Nacionales: Viedma, capital del Territorio Nacional de Río Negro (1906-1912)             Su trabajo procura develar los mecanismos de control del gobierno central sobre el concejo municipal de Viedma durante el período 1906-1912.             La autora presenta inicialmente la situación jurídica en la que se hallaron los T.N. durante la mayor parte de su existencia, aludiendo a la minoridad política a la que se confinó a sus habitantes, para pasar a explicar luego –y dentro de este marco-, la situación particular de Viedma, uno de los municipios más antiguos de la Patagonia (1879).             Su idea central se basa en que durante las primeras décadas del siglo XX, siendo Viedma la única comuna electiva del Territorio de Río Negro, y a la vez sede del gobierno territorial, su municipio estuvo expuesto a recortes en su autonomía y a un fuerte control del gobierno nacional a través de sus emisarios aquí radicados.             Primeramente se enumeran las motivaciones y las modalidades de intervención del gobierno nacional en los concejos municipales, lo cual demuestra el “Republicanismo tutelado” del  que oportunamente hablara Ruffini (2007). Los vacíos legales de la ley 1532 permitieron que los gobernadores de Territorio pudieran intervenir a su arbitrio en los concejos, muchas veces, animados sólo por intereses personales.             A menudo, la causa invocada para la intervención a los concejos era su “conflictiva vida política”, y éste fue un recurso usado en la mayoría de los T.N. (como el Chaco, por ejemplo). El propósito real, fue muchas veces conformar comisiones reemplazantes acólitas al gobernador, quien desde luego, era el que en tales casos designaba a sus miembros. La autora comenta a continuación las sucesivas intervenciones que recibió este municipio (1910-1912), y varias comisiones de fomento (1907-1908), explicando las razones esgrimidas.             En un segundo subtítulo se comentan otros mecanismos con los cuales el gobierno nacional restringía la autonomía de los municipios territorianos, como por ejemplo los periódicos informes de distinta índole que debían elevarse al M. del Interior a través del gobernador. De la misma manera alude al rol de la prensa como controladora de gestión y “polo” de presión, independientemente de sus intereses políticos o particulares (p.ej, cuestionamiento a la cantidad de extranjeros que componían el concejo).([1])             Otro de los aspectos considerados en el trabajo son los impedimentos impuestos a los municipios para generar o ampliar sus propios recursos. En este sentido hay similitudes recurrentes con lo ocurrido en el Chaco, por ejemplo –aunque en otra época-, y uno de los ejemplos más elocuentes es el conflicto suscitado entre la municipalidad de Resistencia y el gobernador Castells en 1935 por el cobro compulsivo de impuestos por parte de la primera, lo cual dio lugar a un intenso debate público.([2])             Hay finalmente una tercera sección donde la autora se explaya largamente sobre un conflicto específico (sobre enajenación de tierras) entre la Nación y el municipio. Si bien con ello la autora intenta ejemplificar detalladamente las tensiones existentes entre distintas instancias de decisión, estimo que este apartado constituye un tema en sí mismo, y podría explotárselo mejor en otra presentación o artículo, en lugar de agotarlo en un solo evento.             Lo destacable del trabajo, en síntesis, es la visualización a través de ejemplos concretos, de la tensión existente entre distintos niveles de un mismo estado y entre los distintos actores del ámbito local, pero también del sosiego y abroquelamiento de estos últimos cuando acciones foráneas hacían peligrar sus intereses comunes (caso enajenación tierras, p.ej)             Ello, en definitiva, vendría a demostrar un incipiente pero ponderable entrenamiento cívico de  la dirigencia local, en una de esas primigenias escuelas de formación política que fueron los municipios de los Territorios Nacionales.                     M. de los Milagros Pierini y Silvio Rotman “La escuela como presencia del Estado Central en el Territorio Nacional de Santa Cruz”   El objetivo de los autores ha sido estudiar, a través de la documentación oficial y testimonios de la prensa, de qué manera las escuelas del Territorio Nacional de Santa Cruz cumplieron con la misión de homogeneizar y “argentinizar” a los habitantes de esta lejana jurisdicción. Partiendo de la idea esencial de la “generación del ochenta” respecto al objetivo de igualar a los ciudadanos de la nación (al menos en el plano cultural) mediante la impartición de contenidos educativos uniformes en todos los rincones del país, los autores han investigado si dichos propósitos fueron cumplidos en tiempo y forma en este apartado espacio de la república. Para ello han rescatado las acciones concretas dirigidas a este fin, emanadas de distintas instituciones, dependencias y funcionarios del Estado –especialmente en los Territorios Nacionales-, evaluando sus alcances y resultados. Como parte de este trabajo se han concentrado específicamente en determinar el número y estado de las escuelas de Santa Cruz en las primeras décadas de existencia del Territorio Nacional; la composición poblacional;  la cantidad y calificación de los maestros, así como también sus motivaciones, y en este sentido hemos podido hacer algunas comparaciones con lo ocurrido en otros T.N, como el Chaco por ejemplo. Concretamente respecto a la nacionalidad, vocación y posibilidades laborales de los maestros, debemos señalar que en este Territorio del Norte se daban algunos ejemplos semejantes, y otros en sentido inverso al de Santa Cruz. Aunque para una época posterior (1935), Juan R. Lestani diagnosticó certeramente la situación de la escuela en general en el Chaco, aunque haciendo distinciones entre el área capitalina, y las colonias del interior. Decía entonces:   “La instrucción primaria dentro del Territorio ofrece algunos aspectos interesantes que contrastan notablemente con sus defectos. En la ciudad de Resistencia, como en otras poblaciones de regular importancia, servidas por vías de comunicación directas, existen establecimientos de enseñanza que cumplen bien su función educadora. Está bien atendida la educación dentro de la zona. Ahora, las colonias presentan un panorama completamente distinto: fuera de la influencia de los ferrocarriles, existen muchísimas poblaciones donde no se prestan los elementales servicios de enseñanza primaria por parte del Estado, permaneciendo estos núcleos poblados en un lamentable abandono cultural. Colonias íntegras reclaman a los cuatro vientos la creación de escuelas, y en muchas de ellas la iniciativa privada ha suplido a la oficial, fundando escuelas, aunque en algunas, se enseña en una lengua extraña a la nuestra...”([3])     Por otro lado, y en relación a los maestros, expresaba: “...En el Chaco hay solamente un elemento de cultura surgido de su medio: el maestro, puesto que es el único ser que recibe conocimientos superiores a los primarios. Pero el magisterio del Chaco fue eliminado muy pronto de su radio natural de acción para dar cabida a elementos extraños de otros ambientes, que sólo viven esperando las vacaciones mientras mercan con la enseñanza... A los egresados de nuestra Escuela Normal se los envía al interior para dar cabida en la capital y en los pueblos más importantes, a maestros de procedencia lejana, donde es fácil conseguir la recomendación del político de prestigio. Nuestros maestros nativos pierden así todo contacto con el medio, y la decepción y la amargura de los lugares inhospitalarios, siembran el escepticismo entre ellos malogrando las mejores voluntades... Así se destruyen los únicos elementos de cultura que poseemos, y seguramente si todos los hijos del Territorio ocuparan los lugares de preferencia, se habría despertado y encauzado un sentir colectivo...”    En cuanto a las condiciones edilicias y de vida, decía lo siguiente: “…Cuando se habla de una escuela del interior, en una colonia o simplemente perdida en la pampa, inmediatamente se concibe una casita blanca de aulas ventiladas, y aunque pequeñas, dotadas de todas las comodidades para la enseñanza; un jardincito y árboles, y a veces palomas y pájaros que dan totalidad al ambiente… Pura literatura! Aquí en el Chaco no se conoce eso! ¿Cómo es una escuela de esas en el Chaco? Un rancho de paja y barro, sin ventilación, antihigiénico, con aulas estrechas y cuya ocupación se debe generalmente a la generosidad del colono que hizo lo que pudo para atraer la enseñanza que elevará la mentalidad de sus hijos… Allí en ese ambiente, y sin ningún aliciente moral, los maestros tienen que soportar las miserias y la carestía de alimentos, y muchas veces conformarse con la frugalidad de las comidas del poblador más cercano, siempre pobre o necesitado... ¿Con qué espíritu de lucha puede levantarse diariamente el educador que toda la noche luchó contra sabandijas en su lecho? ¿Se puede exigir dedicación apostólica a quien se le priva de las más elementales necesidades de vida…?.([4])             Este último comentario sobre la situación de las escuelas del interior del Chaco guarda relación con el apartado de este trabajo respecto al estado y pertenencia de las escuelas de Santa Cruz, poniendo en evidencia la prolongada postergación que sufrió la educación básica en este Territorio austral durante sus primeras décadas de existencia.             Los autores resaltan en tal sentido, que recién durante los años treinta pudo notarse una reversión de esta inercia, pero especialmente a partir de la irrupción del peronismo pudieron observarse avances  realmente significativos en la aplicación del primigenio proyecto de “argentinización” formulado oportunamente por la generación del ochenta.             Como síntesis final, los autores concluyen que el propósito de homogeneizar e integrar a todos los habitantes de los espacios periféricos del país mediante la aplicación de una educación común, tropezó con las naturales dificultades de aquellos Territorios Nacionales que por su lejanía, clima y/o heterogeneidad poblacional, no atrajeron recursos humanos ni materiales, ni tampoco los controles adecuados para arribar a ese fin.             Este fue precisamente el caso de Santa Cruz, espacio sobre el que si bien abundaron declamaciones y reclamos para corregir la desatención oficial o ineficacia del proceso integrador, la efectividad de las medidas tomadas fue durante muchos años limitada, y sus efectos pudieron notarse recién a partir de la década del treinta, y sobre todo, cuando el peronismo acentuó la presencia del Estado en estas jurisdicciones.             De todas formas, y aún con sus dificultades, los autores reconocen que el imperfecto proceso de fomento de la educación básica en períodos tan tempranos, ha sido fundamental para consolidar el poblamiento y la argentinidad de espacios tan vulnerables como la Patagonia Sur.        Dionisia Echeverría Los problemas de Frontera de Formosa con el Paraguay La propuesta de Echeverría consiste en evaluar y explicar los alcances de la conflictividad social subyacente en la línea de frontera entre Argentina y Paraguay, comprendida esencialmente en las márgenes del Pilcomayo, en la actual provincia de Formosa. La autora considera que las causas inductoras de esta latente conflictividad, podrían en principio limitarse a cuatro, algunas de las cuales se remontan por ejemplo a la época de la guerra de la Triple Alianza, originándose otras en problemáticas más recientes. Si bien señala que su período de estudio se circunscribe a la época territoriana, aborda sin embargo problemas de reciente o actual manifestación. Define conceptualmente el término “Conflicto Social” y las características generales que lo identifican como tal, aunque cuando teoriza acerca del tema e intenta ilustrar por ejemplo sobre la percepción de amenaza en la mayoría de las sociedades, la muestra que selecciona no es adecuada. (El bandolero Mate Cocido no era un homicida, ni era percibido como tal en su época). Sugiero que debería cambiar el ejemplo. En el núcleo de su trabajo la autora desarrolla cada uno de los cuatro motivos enunciados como causales de conflicto inter-fronterizo. Aludiendo al primero comenta la irritación que ha producido desde siempre entre los paraguayos, la auto-arrogada “superioridad” racial y cultural de los argentinos, -especialmente los porteños-, y se enfoca especialmente en el resentimiento que les ha quedado luego de la guerra de la Triple Alianza. Desbroza los argumentos que oportunamente condujeron a una guerra tan impopular como devastadora, que ocasionó a la postre heridas difíciles de restañar. A favor de un cambio en esta situación, señala la aparición de nuevas generaciones sin esa carga de rencor, y la globalización, que tiende a diluir localismos y conflictos precedentes. En la segunda cuestión que supone como propiciante de conflictos, señala el cambiante curso del Pilcomayo, que con sus modificaciones de curso desvirtúa los límites oportunamente convenidos, facilitando el flujo ilegal de personas y mercancías, y privando además del vital elemento a una vasta área paraguaya, al recostarse el río sobre territorio formoseño. Como tercera causa inductora alude a la cosmovisión propia de los aborígenes que les impide comprender la utilización de un río para “dividir” dos espacios o naciones, y por tanto, tienden a alternar naturalmente entre las dos orillas. En la cuarta cuestión, de alguna manera retorna a lo planteado en la segunda, indicando que la modificación del antiguo cauce del río, transformado en “frontera seca”, ha propiciado una “permeabilidad” difícilmente controlable, sobretodo en perjuicio de Argentina. La inmigración ilegal, el abigeato, el contrabando, y otras actividades delictivas, constituyen en la actualidad muestras elocuentes de la latencia de potenciales conflictos sociales -y aún diplomáticos-, que deberían considerarse con mayor atención a efectos de evitar confrontaciones perjudiciales en la relación bilateral. El tema me ha parecido sumamente interesante y de plena actualidad; la identificación de estas cuatro causas potencialmente inductoras de conflictos entre estos dos pueblos, es a mi juicio correcta, y sus manifestaciones son perceptibles y nada desdeñables. Una vez superada la etapa del diagnóstico (que la propia autora se encarga de advertir), se debería profundizar en la recopilación de testimonios orales (para conocer con mayor detalle el carácter y la dimensión de los conflictos sociales); y de fuentes desclasificadas (fundamentalmente de ambas cancillerías) para relevar los reclamos que seguramente se habrán planteado recíprocamente los dos países teniendo en cuenta los antecedentes conocidos. Sugiero de aquí en adelante, la consulta de los trabajos de Alejandro Grimson sobre problemas fronterizos similares entre Argentina y Brasil, como también una visita al Archivo Histórico de la Gendarmería Nacional, sito en el edificio Centinela de capital federal. En cuanto a la redacción, creo que debería corregir la utilización de algunos singulares y plurales.                  [1] . El tema de los extranjeros en funciones relevantes en los T.N., fue habitualmente utilizado por los funcionarios designados por el gobierno central para atacar o subestimar a las nacientes elites dirigentes de estas jurisdicciones. Un caso representativo de discordias de este tipo se dio por ejemplo en el Chaco a principios de la década del treinta, cuando se suscitó un incandescente cruce a través de la prensa entre el gobernador designado por Uriburu -el correntino Armando Meabe-, y el agudo periodista chaqueño Juan Ramón Lestani. El funcionario había dicho que “no creía en la Argentinidad de este Territorio...”, y que “el materialismo y la fuerte influencia que aquí ejercían las razas (sic) extranjeras, eliminaba casi por completo el sentimiento nacionalista..., por lo cual creía que pasarían muchos años antes de que el Estado pudiese acordar a estas jurisdicciones la autonomía plena o media...” A ello respondió Lestani: " Nuestro ambiente, y en general el de todo el Territorio, es de crudo materialismo porque aquí los hombres que vienen de otras partes y también los que aquí nacen comprenden que lo mejor para librarse de la miseria y de la ignorancia es dedicar el tiempo y las energías al trabajo, contrastando con lo que ocurre en algunos estados argentinos dónde se dedican las horas del día a dormir largas siestas bajo los árboles, en los campos que aquí se acostumbran a labrar... El Sentimiento nacionalista de nuestros hombres se traduce en el afán de engrandecerse ellos mismos con la riqueza y el bienestar, elaborando de esta manera la riqueza colectiva de nuestra nación en forma práctica y positiva...; Patria, para ellos, es el cariño y el respeto por la nación que le ha abierto los brazos... En cuanto al tipo de gobernante de tradición criolla, aristócrata de acrisoladas virtudes, aquí no lo tenemos. Aquí no hay más aristocracia que la ilusión mental de unos cuantos ignorantes con dinero y sin dinero, que a falta de méritos, exhiben vanidades... En cuanto a la situación de los Territorios Nacionales, lo que reclamamos, lo hacemos en ejercicio del derecho de petición que nos acuerdan las leyes, y para nada ellas nos recuerdan nuestra inmediata ascendencia extranjera. De aquí también podrá salir mañana el hombre que rija los destinos del país desde el más alto cargo...”                 Por último, Lestani manifestó públicamente su disgusto hacia el gobernador Meabe, y le reprochó: " Mientras otros hombres que desempeñan su mismo cargo en los Territorios de Misiones y La Pampa estimulan al pueblo en la lucha por su autonomía, usted, en vez de alentarnos, se niega a reconocernos como a hombres de argentinos sentimientos. Esta es la triste suerte que ha corrido el Chaco con sus gobernantes..." (Carta fechada el 9 de junio de 1931, y  publicada por Estampa Chaqueña el 12 de junio del mismo año)    [2]. La cuestión se planteó cuando la municipalidad de Resistencia se dirigió por nota a la gobernación, acompañando copia de una resolución por la cual se disponía la clausura de las salas de espectáculos de esta ciudad, en razón de que sus propietarios se habían negado a abonar la patente establecida en el artículo 31 de la ordenanza general de impuestos respectiva. Solicitaba que la gobernación prestara el auxilio de la fuerza pública "para el caso de que los propietarios de los mencionados teatros se negaran a acatar la clausura ordenada". El caso se consideró de verdadera importancia y se lo estudió a fondo para concluir denegando el pedido, por considerar que "no era admisible el cobro de impuestos por la coacción de la fuerza pública".[2] La municipalidad por su parte, apeló esta resolución de la gobernación ante el Poder Ejecutivo Nacional, el cual a su vez mediante el procurador general de la Nación, ratificó la misma estimando que " el gobernador de un Territorio nacional tenía por la ley 1532 la obligación de prestar el auxilio de la fuerza pública cuando le era requerida por el juez letrado o por los jueces de paz, pero cuando este auxilio le era solicitado por otras autoridades del Territorio, como el concejo municipal por ejemplo, el gobernador tenía el derecho y el deber de examinar lo que se debía ejecutar y el fundamento legal con que se había expedido” Con este dictamen y su posterior confirmación por parte del Ministerio del Interior, el gobernador pudo demostrar luego de varios meses de proceso, que las municipalidades de los Territorios Nacionales no tenían facultad para hacer efectivo el pago de los impuestos y patentes mediante el uso o auxilio de la fuerza pública. El mismo criterio se aplicó ante casos similares que se dieron simultáneamente en otras municipalidades del interior del Territorio, culminándose con ello un capítulo que había dado lugar a un intenso debate público durante la mayor parte de 1935. [3] . Lestani, Juan Ramón: El Territorio Nacional del Chaco. Geográfico, Económico, Social. (Oro y Miseria). Resistencia, S/Ed, 1935,  pag.23. [4] . Lestani, Juan Ramón. El Territorio Nacional del Chaco…, op.cit., pp. 34-35.