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No todas las actividades desempeñadas por los hombres y mujeres en las sociedades tienen los mismos niveles de visibilización y resonancia. Es frecuente en la historia que lo hecho por aquellos que viven en el espacio rural, campesinos e indígenas, alejados del bullicio omnipresente de las urbes, sean haceres y decires olvidados; ignorados. En este sentido debe entenderse algo de los procesos de agenciamiento de sujetos subalternos durante la década de 1970 en el espacio rural del noreste argentino. Esta década fue un tiempo de intensa movilización social en la región. Y aunque bastante conocida es la organización de las Ligas Agrarias, este es un fenómeno escasamente estudiado y problematizado. Poco se sabe respecto de las dinámicas concretas de articulación, vínculos, organización entre los pobladores rurales, y menos aún se sabe respecto de la forma en que tales procesos han coadyuvado a la transformación y maduración de pensamientos políticos en estos espacios sociales. Cuestión esta que sin embargo merece ser preguntada. Pues es dable recordar que aun durante el proceso dictatorial activistas de las Ligas permanecieron estableciendo algunas reuniones y formas de coordinación. Se trata de la emergencia de formas de participación política que aunque silenciadas han conseguido determinados efectos de realidad concreta evidentes. Así se comprende, por caso, la formación del Movimiento Agrario Formoseño apenas vuelta la democracia. Pero en esta línea es preciso entender también las formas de organización de comunidades indígenas que en plena dictadura comenzaron a participar de reuniones denominadas ?Encuentros de hermanos?, en donde emergían ciertas reivindicaciones comunes como la tan urgente cuestión de la tierra, pero que eran a su vez instancia de puesta en contacto entre líderes y voceros de comunidades no siempre cercanas entre sí. La sanción de la primera de las leyes indigenistas de la democracia en 1984 en la provincia de Formosa es incomprensible si no se atiende a aquellas formas de organización y coordinación poco visibilizadas. En definitiva, tanto por el activismo campesino como por las formas de organización indígena, el espacio rural formoseño mostró ser, durante los años 1970-1985, un interesante ámbito de gestación de agencias subalternas. Este trabajo se dirige a preguntar por esas formas de organización. Intenta pensar los vínculos posibles entre ambas formas de acción política y para ello pone el foco en un elemento que parece ser una bisagra entre ambos; nos referimos a las formas de activismo cristiano y/o católico. Dentro de una compleja red de agentes pastorales, laicos altruistas y fundaciones financiadas muchas veces por agencias católicas internacionales, aparece la figura del Instituto de Cultura Popular (INCUPO); una de las instituciones que participaron activamente en las acciones desplegadas por la Unión de Ligas Agrarias Formoseñas (ULICAF). Luego, hacia 1975, cuando éstas se vieron casi totalmente desmembradas, INCUPO se volcó a trabajar con las comunidades indígenas de Formosa y Chaco, del mismo modo que lo había venido haciendo con las poblaciones rurales en general desde inicios de la década de 1970. Entonces, actividades de «promoción» de la organización, alfabetización y discusión política y programas radiofónicos de alfabetización fueron sus principales herramientas. En esta presentación intentamos pensar hipótesis que permitan reconstruir aquellas formas de agenciamiento de los sectores rurales formoseños y lo hacemos a través de dar una lectura a contrapelo a las evidencias dejadas por las formas de acción de una institución de inspiración católica como INCUPO.

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