BECAS
COLQUI erica Paola
congresos y reuniones científicas
Título:
Entre guerreros y cazadores. Análisis de la figura humana en la localidad arqueológica de Cerro Colorado
Autor/es:
MARIA ANDREA RECALDE; ERICA PAOLA COLQUI
Lugar:
Anquincila
Reunión:
Taller; II Taller de arqueología de las Sierras de Ancasti y zonas aledañas; 2015
Resumen:
Entre las formaciones y parajes que integran la localidad de Cerro Colorado (Sierras del Norte, Córdoba) hemos relevado hasta el momento 50 sitios con alrededor de 120 paneles con arte rupestre. Los grupos de motivos dominantes son los zoomorfos, seguidos de los geométricos y finalmente, ocupando un tercer lugar los antropomorfos. La conjunción de esta información, formaciones/repertorio, es decir cómo se distribuyen las representaciones entre los puntos acotados del paisaje, nos ha permitido proponer una correspondencia entre los cerros y el tipo de rasgos e información que se incluyen en los soportes allí ubicados. En este sentido, es factible vincular los paneles que integran cada una de estas formaciones como expresiones de una narrativa compartida, es decir maneras particulares de objetivar un universo ideosincrático común. En base a este marco analizaremos las representaciones antropomorfas puesto que a pesar de no ser numéricamente importantes frente a los otros tipos, constituye un rasgo simbólicamente sensible del repertorio dada su amplia distribución y frecuencia entre los sitios. El análisis de la figura humana generó tradicionalmente gran interés entre los investigadores dada la particularidad de sus diseños, convirtiéndose, junto con la técnica del ?puntillismo?, en el rasgo fundante de lo se denominó el ?estilo pictográfico de Cerro Colorado?. La variabilidad observada en los tipos de motivos que integran el repertorio tiene un importante correlato al interior de los antropomorfos dado que las diferencias en su resolución formal nos han permitido identificar cuatro cánones. Los cánones A y B fueron inicialmente definidos para las representaciones del área de Guasapampa Norte/Serrezuela, en tanto los C y D se corresponden con diseños exclusivos y definitorios de la localidad. Es en torno a estas dos últimas resoluciones que hemos detectado un extenso abanico de patrones. Así, frente a una figura humana simplificada a la máxima expresión (ausencia de rasgos faciales, somera indicación de las piernas y ausencia de brazos o fusión con el arma) se destaca la ejecución de adornos cefálicos y dorsales, que a veces superan la longitud del individuo, de diferentes forma y disposiciones, junto a la presencia de armas ?arco y flecha. Asimismo, el tamaño y los colores empleados en su ejecución aportan otros parámetros comparativos válidos para marcar semejanzas y diferencias entre los sitios y las formaciones en las que se emplazan. A esta perspectiva centrada en las definiciones formales de los antropomorfos como unidades mínimas de análisis, se suma el estudio de las composiciones que nos ha permitido distinguir entre la incorporación de estas figuras a los paneles como imágenes aisladas, que complementan o cambian las narrativas previas, o como plantea Troncoso, como motivos fundamentales, es decir que conforman escenas en sí mismos. Cierto es que en ambos casos aparecen generalmente vinculados a lo que podemos denominar temáticas sociales como la caza, el pastoreo o connotando tensión o enfrentamiento simbólico. Paralelamente, las pautas de ocupación del espacio soporte, es decir si se despliegan en lugares reducidos del mismo o en todo el espacio, al tiempo que sus condiciones de visibilidad o vinculación con el paisaje circundante, constituyeron otras vías válidas que incrementan los puntos semejantes. En suma, se destaca que, salvo casos puntuales en los que alguna de las temáticas cobra mayor fuerza (i.e. Cerro Colorado 2), observamos una distribución similar de los motivos y asociaciones entre las formaciones, similitud expresada también en tamaño, posición en el espacio soporte e interacción con las personas, en tanto accesibles a aquellos que circulan en el paisaje. No hay hasta el momento indicadores cronológicos claros y concisos que nos permitan definir un punto de inflexión dentro del Período Prehispánico Tardío (ca. 400-1550d.C.) que marque la incorporación de este rasgo al repertorio. No obstante, la conjunción de todas estas variables nos permite proponer que su presencia entre las formaciones denota la conjunción de experiencias y sentidos en torno a su ejecución, puesto que forman parte de una narrativa común, de una manera compartida de construir la memoria social. Esta construcción presenta dos expresiones que coexisten como versiones o relatos paralelos, por un lado aquellas temáticas sociales que aluden a prácticas vinculadas con las actividades de subsistencia y de orden más comunitario, que son las menos representadas y en el cual la figura humana casi no exhibe rasgos distintivos; al tiempo que están presentes aquellas escenas en las que se hace hincapié en los aditamentos, rasgos que pueden estar connotando marcas identitarias propias, referidas a la pertenencia a diferentes grupos sociales o familias, como una manera simbólica de objetivar diferencias y de canalizar las tensiones sociales