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La formación de nuevos grupos de reproducción parece ser una de las claves de la recuperación poblacional del lobo marino de un pelo en el norte de Patagonia. Esta idea nos llevó a plantear una serie de hipótesis acerca de los mecanismos por los cuales se forman los nuevos grupos de reproducción, lo que a su vez motivó el desarrollo de trabajos, a distintas escalas espaciales y temporales, contemplando distintos aspectos ecológicos de la especie. La primera hipótesis que se planteó es que reproducir en un nuevo sitio les debe conferir alguna ventaja a los individuos respecto de reproducir en los grupos viejos, también llamados grupos foco o tradicionales. En base a esta hipótesis nos propusimos en primer lugar evaluar la supervivencia de las crías durante la temporada reproductiva utilizándola como un indicador del éxito reproductivo de la hembras que paren los dos tipos de grupos, nuevos y tradicionales. El lugar elegido para llevar a cabo dicho estudio fue Punta León, el cual es uno de los apostaderos más representativos de la región por ser uno de los más grandes en cuanto al número de individuos y uno de los que presentó áreas de expansión con tasas de crecimiento altas en las últimas décadas. Además, Punta León resulta un lugar ideal para estudiar los mecanismos de formación dado que presenta grupos reproductivos de distinta antigüedad en un sector de playa con características ambientales prácticamente homogéneas. El sector noreste del apostadero se encuentra ocupado por los grupos más viejos. Estos grupos ya en la década del 80 presentaban una estructura social típica de un apostadero reproductivo, y desde entonces esa estructura no ha cambiado, y tampoco ha cambiado prácticamente el número de crías que nacen allí cada año. En el sector suroeste se encuentran los grupos nuevos. Estos grupos en la década del 90 presentaban unos pocos individuos en su mayoría juveniles y solo unas pocas hembras dando a luz. Con el transcurrir del tiempo, el número de nacimientos en el sector nuevo de Punta León aumentó considerablemente (14% anual en el número de crías), lo que acarreó a su vez un cambio en la estructura social. La supervivencia de las crías en cada sector de Punta león se evaluó a través de un índice de mortalidad, el cuál se estimó a partir del número total de crías muertas en la temporada en relación al número total de crías nacidas en la temporada. Para las temporadas estudiadas (2002-2005, 2007) este índice de mortalidad fue siempre mayor en el sector nuevo (promedio para las temporadas estudiadas = 6%) que en el tradicional (promedio = 3%). Esta diferencia estaría mostrando que existe una pequeña desventaja para una hembra de reproducir en un grupo nuevo que en un grupo tradicional. Sin embargo esta diferencia podría explicarse, por otro lado, como debida a una mayor proporción de hembras jóvenes y por ende inexpertas en el cuidado de sus crías en el sector nuevo. Estos resultados a su vez sugieren que, de existir filopatría al sitio de reproducción, los grupos nuevos necesitan recibir individuos de los grupos foco para crecer a tasas mucho más altas.

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