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Rosario se origina y crece en torno al puerto. El desarrollo de las actividades ferro-portuarias se localizan inicialmente en la actual ribera central de la ciudad, de manera que generan una barrera entre la trama urbana y el río Paraná. Por esto, desde las primeras décadas del siglo XX surge el imaginario colectivo que la ciudad fue creciendo ?de espaldas al río?, dado que se existe un ?divorcio? entre el gran Paraná y los rosarinos. Este reclamo permanece a través de las décadas, siendo recién a partir de la década de 1980 que se posibilitan iniciar el proceso de dicha anhelada conexión. El puntapié inicial se posibilita con la inauguración del Parque de España en 1992, inaugurando una nueva etapa de proyectos, mayormente habilitados en la primera década del siglo XXI, que consolidan una nueva costa central conformada por una sucesión de espacios públicos, junto a la restauración y refuncionalización de numerosos componentes testigos del pasado ferro-portuario y claves de la identidad rosarina. La reconquista de la costa trae consigo el descubrimiento del territorio insular frente a la ciudad (mayormente correspondiente a la jurisdicción de la provincia de Entre Ríos). La inauguración del puente Rosario-Victoria en el 2003 posibilitó la unión entre ambas orillas del Paraná, como también un mayor acceso al delta. Es así que, en los años siguientes se incrementó en gran medida las prácticas y actividades en el mismo, tanto vinculado a la producción (en especial, un notable aumento de la ganadería); como para actividades residenciales, de ocio y turísticas. Esto ha ocasionado un cambio en el imaginario vinculado a ese territorio históricamente lejano e inexplorado, la terra ignota de humedales se ha transformado en un ámbito de nuevas apropiaciones y representaciones para los rosarinos. En dicho contexto, bajo una metodología cualitativa, enmarcada en los estudios culturales, la presente investigación explora los imaginarios sociales y las representaciones urbanas vinculadas a la costa central de la ciudad y el ámbito del delta en las últimas tres décadas. Justamente los nuevos imaginarios en torno al delta, han posibilitado reclamos asociados a su resguardo y preservación por parte de toda la comunidad, que repercuten en las acciones y políticas Estatales, requiriendo nuevas gestiones de planeamiento integral que garanticen la sostenibilidad ambiental, social y económica del humedal del Alto Delta.

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