INVESTIGADORES
BELVEDRESI Rosa Elena
congresos y reuniones científicas
Título:
La reiteración de la pregunta por el sentido de la historia
Autor/es:
BELVEDRESI, ROSA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; I Congreso de Filosofía de la Historia; 2000
Resumen:
    La cuestión del sentido de la historia ha sido un tema filosófico característico de la modernidad. Con él se presentaba sin fisuras el ideal de unidad, coherencia y completitud propio de la razón ilustrada. El sentido de la historia se planteaba a la par del surgimiento de una historia en singular, con el estado como el sujeto político de quien había historia propiamente dicha. La filosofía de la historia o la historia filosófica, era la encargada de proveer la clave con la que tal sentido se desplegaba. En una perspectiva optimista, el sentido de la historia iba de la mano de los otros grandes temas modernos: el sujeto autocognoscente y autofundante cartesiano, y el progreso indefinido de la especie humana como una totalidad. Todos ellos, en última instancia, elementos de la Razón omniabarcadora. La razón era la que se expresaba en la historia, y la que la dotaba de sentido. El filósofo sólo debía ponerse en posición tal como para que este sentido se volviera manifiesto. Tal manifestación podía tener que ver con la expresión de un ideal filosófico-político que centraba la posibilidad de su realización en su aceptación por parte de los hombres (como en Kant) o bien con la de una totalidad metafísica que excedía nuestra perspectiva mundana (como en Hegel).             Las críticas que autores como Schopenhauer o Nietzsche retomados por el pensamiento posmoderno harían al proyecto moderno sumadas a las experiencias contemporáneas del horror, que exhibirán la realidad de tales críticas, hirieron de muerte al ideal del sentido de la historia: no hay sentido que pueda descubrirse o suponerse en el decurso del devenir humano y, peor aún, en nombre de tal sentido único se habían vuelto reales las peores pesadillas de la razón. La filosofía de la historia abandonó entonces la especulación por la clave filosófica de la historia y se dedicó a la reflexión sobre las condiciones del conocimiento histórico.             En la actualidad, sin embargo, la tradición especulativa ha recuperado vitalidad y, aunque no en la forma en la que originalmente se presentaron, algunas de sus viejas preguntas aparecen hoy como valiosas de reconsiderarse. La cuestión del sentido de la historia no volverá a plantearse como el problema de la dirección única del devenir histórico (salvo por el proyecto Fukuyama de intentar justificar filosóficamente una coyuntura histórico-social determinada) sino como la pregunta por cómo es posible para una sociedad determinada hacerse cargo de su pasado. La pregunta ahora es por el sentido de lo que ocurrió y no es entonces tanto la búsqueda de una respuesta única y totalizadora, sino más bien el planteo que interroga a cada miembro de una comunidad constituida, ?¿cómo este pasado ha sido posible??, es decir, ¿cómo, de qué manera, en qué clave, este pasado puede ser entendido?             El sentido de la historia entonces hace referencia a la posibilidad de integrar en un todo coherente una porción del pasado efectivamente ocurrido, pero ese todo coherente no está dado de antemano ni es transhistórico, resulta de la incorporación de las experiencias pasadas en la conciencia de los miembros de la comunidad. De esto modo, estos adquieren una conciencia histórico-social acerca de su pertenencia a un grupo definido cuyo pasado compartido los hace ser quienes son. A diferencia del proyecto original, este sentido de la historia es sólo una articulación entre otras posibles de un grupo o comunidad determinado que modifica su identidad a lo largo del tiempo y que no es equiparable a la totalidad del género humano, ni siquiera a una comunidad política particular. Así entendido, el sentido de la historia en tanto sentido de lo ocurrido se constituye por oposición al peligro de su disolución, es así, ?siempre precario? (Rüsen). En cuanto aparece ahora como un recurso que puede permitir entender la diversidad cultural y la complejidad de las sociedades actuales, se constituye siempre en medio de la tensión entre lo aceptado y las nuevas construcciones de sentido propuestas. En este contexto, el sentido de la historia no es un proyecto final, en el doble sentido de ser último o teleológico, sino sólo una articulación posible de las experiencias compartidas por un grupo humano.             La filosofía de la historia entiende entonces como sentido de la historia a la empresa de volver comprensible el pasado humano. Pero mientras anteriormente pretendía proveer la clave para que el sentido de la historia se explicitara, ahora debe mantenerse cerca de los modos en que la precomprensión de los legos busca lograr aquel objetivo.