INVESTIGADORES
NEYRA andrea vanina
congresos y reuniones científicas
Título:
La represión de la sexualidad en el arte medieval: la iconografía de la Lujuria
Autor/es:
NEYRA, ANDREA VANINA
Lugar:
Ciudad de Buenos Aires
Reunión:
Jornada; Segundas Jornadas de reflexión: Monstruos y monstruosidades. Cultura, Arte e Historia; 2002
Institución organizadora:
IIEGE, Facultad de Filosofía y Letras, UBA
Resumen:
En la presente ponencia se intentará presentar la monstruosidad a partir del análisis de la significación de la iconografía del pecado de la lujuria. Tomando -especialmente del arte románico- una serie de imágenes que representan dicho pecado, intentaremos plasmar un conjunto de ideas acerca de la sexualidad y la mujer vigentes durante la Edad Media. La Europa medieval, sobre cuya cultura la Iglesia cristiana se demostró hegemónica, reprimió la sexualidad, intentó mantenerla controlada dentro de ciertos márgenes bien pautados, al igual que hizo con la mujer. Generalmente, las identificó. De esta manera, es comprensible que el cuerpo de la mujer haya formado parte fundamental de la iconografía mencionada. La mujer, como sabemos por los relatos del Antiguo Testamento, fue quien -seducida por la serpiente- tentó al hombre, produciéndose como resultado el pecado original. Su debilidad era manifiesta, así como también su constante provocación al hombre, arrastrándolo hacia las faltas (en especial, las sexuales). Por otra parte, se debe destacar el énfasis en la vida contemplativa y la supeditación de la vida terrena a la esperanza de la vida eterna: lo corporal, la carne, los vicios se convierten en obstáculos para la paz interior y para el logro de los objetivos superiores de felicidad en el reino de Dios. Entonces, la mujer se transforma en un monstruo por ser "el otro" peligroso al que se debe mantener alejado y contenido. Es quien impide el alcance de la perfección. En las imágenes de la Lujuria, estas ideas se ven manifestadas en una serie de elementos que suelen estar presentes: exaltación de los aspectos sexuales del cuerpo, cabellera despeinada, animales vinculados al mal (por ejemplo, sapos y serpientes) e incluso, en algunos casos, rasgos monstruosos en el rostro de la mujer. En ocasiones, encontramos demonios acompañando y completando el cuadro. Estos aspectos característicos no eran casuales, sino que contenían toda una concepción particular y tenían como objetivo el alejamiento -por parte de los fieles cristianos- de la posibilidad de caer en semejante pecado y, a la vez, alertar sobre el destino "infernal" para quienes así lo hicieran.