Dewey: arte y democracia

RIGOTTI, ANA MARÍA

Rosario

Workshop; Seminario Concepciones del arte moderno; 2007

Laboratorio de Historia Urbana - CURDIUR

En el contexto de su esfuerzo por proveer de argumentos y conceptos a la singularidad de la experiencia norteamericana y su condición de utopía cumplida en torno a la Democracia, en lugar de subrayar el sesgo crítico del arte, lo teoriza como contribución positiva, participante y constructiva de la experiencia social contemporánea. Tendría la función instrumental de articular significativamente las satisfacciones alcanzadas en el esfuerzo continuo de adaptación al medio con el propósito de reestructurarlo activamente, de allí que lo defina como el medio por el cual una comunidad se apropia de sí misma, revelando su naturaleza particular y expresando el sentido de sus vidas. Esta teorización se basa en la distinción ente obra y experiencia estética como instancia activa de apreciación y asimilación que es la que define la condición artística de la primera y que le permite ampliar su universo a objetos o eventos útiles o productos de la técnica. En este encuadre el artista sería aquél que por sus capacidades  y entrenamiento está más capacitado para transformar una emoción (signo conciente de un quiebre en el proceso de adaptación al medio) en una expresión, UNA EXPERIENCIA, seleccionando y ordenando los materiales en un todo coherente y significante que clarifique, vivifique y excite las potencialidades de esta consumación en la interacción colectiva con el medio. Respecto a la posible distinción entre arte y arte moderno, en la medida que el único arte legítimo sería el integrado a las causas, valores y empresas de lo cotidiano, y que la experiencia estética se declina en el presente, sólo sería arte aquel (aún del pasado) que aporte dignidad a las tareas y valores de la vida nueva signadas por lo útil, la inmersión en el mercado y la experiencia comunitaria autoconciente desde donde define Democracia.