INVESTIGADORES
BERON Monica Alejandra
congresos y reuniones científicas
Título:
Interacción, dinámica de poblaciones, procesos históricos e identitarios en el Wall Mapu (36º a 39º LS). Aportes desde la arqueología
Autor/es:
BERÓN, MÓNICA ALEJANDRA; MUSAUBACH, GABRIELA
Lugar:
Santiago
Reunión:
Workshop; Coloquio ?Complejidad? en sociedades ni tan complejas: casos, procesos y modelos?.; 2015
Institución organizadora:
Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.
Resumen:
El tema de interés de esta propuesta se centra en el análisis de la dinámica de las poblaciones prehispánicas que transitaron el corredor bioceánico en torno a los paralelos 36º a 39º LS. Esta dinámica, se vislumbra desde tiempos prehispánicos, a través de la arqueología y toma cuerpo a través de documentos escritos entre los siglos XVII a XIX (Bandieri 2005, Bello 2011). La región de estudio comprende cinco áreas del centro-sur de la provincia de La Pampa (subregión Pampa Occidental) en la República Argentina. Dentro del territorio pampeano los análisis se centrarán en el registro arqueológico del área del Curacó, Lihué Calel, Valles Transversales y Bajos sin Salida en el sudeste y La Reforma-Meseta del Fresco en el sudoeste. Las investigaciones desarrolladas permitieron identificar evidencias arqueológicas que indican que las sociedades cazadoras-recolectoras del Holoceno tardío se integraban en un circuito macro-regional de movilidad, basado en sistemas de alianza social e interacciones por vía pacífica o a través de conflictos (Berón 2005, 2007a y b, 2013, Zavala Cepeda 2008). Los marcadores de interacción no necesitan estar restringidos a una región específica, sino que pueden estar espacialmente extendidos, al igual que las interacciones que simbolizan (Berón 1999, 2006). El interés en definir la extensión de la interacción y/o el intercambio radica en identificar el contexto social y ecológico de tales manifestaciones, más que en definirlo en términos de distancia física. En estos casos el rango de acción es amplio, la distancia social se acorta y la distancia espacial se minimiza. Así se conforma un paisaje social en el que las redes deben ser constantemente reforzadas para mantenerlas vivas. Muchos de los ítems identificados como extra-regionales, o que pertenecen a la esfera simbólica, que aparecen sub-representados en el contexto arqueológico local, serían en realidad diacríticos culturales que simbolizan esa identidad compartida. Por lo tanto, las identidades no son inmutables sino que pueden variar de acuerdo a las relaciones cambiantes respecto de las estrategias que requieran nuevos patrones de interacción, creando y recreando categorías sociales significativas (Schortman 1989). Los resultados alcanzados en los últimos años de investigación han permitido establecer la coexistencia de grupos sociales diferentes (Berón 2004, 2007b), lo que estaría avalando esta propuesta.Las investigaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en la Pampa Occidental desde la década del ´80 han arrojado resultados contundentes acerca de la existencia de relaciones de interdependencia a larga distancia entre las poblaciones prehispánicas que habitaron el centro sur pampeano, especialmente durante el Holoceno Tardío. Este planteo comprende tanto aquellos grupos sociales de la pampa oriental como los de ambas vertientes de la región surandina (sur de Cuyo, noroeste de Neuquén, norte de Río Negro, Chile central y Araucanía chilena). La evidencia material en la vertiente occidental cordillerana está dando cuenta cada vez con mayor énfasis del correlato de estos procesos en el sector chileno del área considerada, que son coincidentes tanto en la escala espacial como cronológica. La interacción actual con colegas chilenos abona estas propuestas, ya sea desde el punto de vista empírico como teórico (Hajduk et al. 2011, Adán et al. 2005, 2010, Bahamondes y Correa 2008, Donoso y Gallego 2010, Salazar Siciliano y Berón 2013, Barberena et al. 2013). Hacia el oeste de la pampa occidental, extensas llanuras y valles precordilleranos formaron parte fundamental de un corredor de transitabilidad que permitía acceder a la multiplicidad de pasos trasandinos, últimos eslabones de interacción con la vertiente occidental de la cordillera, tal como relatan numerosos cronistas. Diversos etnohistoriadores, cuyo análisis se concentra en los siglos XVIII a XIX y que han estudiado situaciones y procesos de conflicto y guerra interétnica acontecidos en la región (León Solís 1991; Villalobos 1989; Villar y Jiménez 2003), han propuesto que la principal motivación fue el control de los circuitos (valles cordilleranos, pasos intermontanos), a través de los cuales se espacializaban los intercambios o bien la instrumentación de estrategias de resistencia étnica ante diferentes intentos de dominación social y cultural.