IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Des-subjetivación y lenguaje en la filosofía de Heidegger
Autor/es:
CARRERA AIZPITARTE, MARÍA LUCIANA
Reunión:
Congreso; XVI Congreso Nacional de Filosofía AFRA; 2013
Resumen:
La reconducción del sujeto moderno (el yo, la conciencia, el alma, y otros conceptos asociados a la posición del hombre como hypokeímenon) a la temporalidad y facticidad humanas, que revelan el carácter derivado de la relación sujeto-objeto frente a la originaria co-pertenencia entre hombre (Dasein) y mundo, es llevada a cabo por Heidegger en el marco de una crítica a la noción cartesiana de sujeto que atraviesa todo Ser y Tiempo. En efecto, la centralidad de la dimensión temporal, traducida en historicidad, que el filósofo alemán introduce en su analítica existencial de cara al replanteo de la pregunta por el ser, desestabiliza desde los fundamentos el armazón conceptual diseñado en torno a un cogito desmundanizado y base de certezas atemporales. De este modo, tanto facultades centrales del paradigma de la conciencia – la percepción, por ejemplo – como sus categorías básicas – espacio, tiempo, yo, lenguaje, realidad, verdad, representación, etc. – son reveladas como residuos de un proceso constructivo, artificial, de objetivación del mundo como imagen, y reconducidas a su vínculo primario con la facticidad y la finitud humanas. Sin embargo, el carácter trascendental del Dasein en esta obra de Heidegger y las determinaciones existenciales que le pertenecen, responsables de la articulación significativa de la realidad – temple anímico, comprensión, lenguaje – posicionan a esta nueva unidad de análisis en un plano cercano a la anterior, esto es, al sujeto cartesiano, precisamente por su carácter constitutivo. El vuelco del filósofo posterior a Ser y Tiempo puede pensarse, de hecho, como un intento de subsanar esta recaída en el espíritu moderno, y, al mismo tiempo, el cambio significativo en los temas y conceptos de su desarrollo filosófico, pueden asociarse a la necesidad de instalar un quiebre respecto del lenguaje de la metafísica. No obstante, esta necesidad no viene dada por un deseo filosófico-metodológico de dar con una descripción más adecuada de lo que es el caso. Si bien la analítica existencial se planteaba a partir de la exigencia de acceder fenomenológicamente al único ente que se distingue de los demás por poseer una precomprensión del ser – exigencia para la cual el concepto de sujeto era inadecuado – la superación de la metafísica es planteada, con mayor precisión luego de la Kehre, como urgencia ante fenómenos como la devastación de la tierra, la reducción del hombre a mero objeto o la transformación del lenguaje en información. Textos claves de esta época, como la Carta sobre el humanismo (1946), Superación de la metafísica (1936-1946), La pregunta por la técnica (1953), entre otros, intentan resaltar el desplazamiento o descentramiento que las conquistas del sujeto a partir del dominio sobre la naturaleza ha acarreado para el propio sujeto. En efecto, la idea instrumental y antropológica tanto de la técnica como del lenguaje, que los concibe como herramientas disponibles para el hombre, revela su caducidad cuando el dominio humano se torna dominación del hombre en manos del acontecer destinal de la técnica. En este marco, y ya en la década del ’50, Heidegger desarrolla una reflexión sobre el lenguaje que se aleja del proyecto de la década del ’20, que reemplazaba las categorías centrales de la reflexión filosófica tradicional y mostraba al lenguaje como discurso [Rede]. En los trabajos reunidos en De camino al habla, el filósofo distingue aquello de lo que se habla, dominio de la capacidad lingüística, respecto del habla misma (Sprache), que nunca llega al lenguaje, excepto en algunos espacios fugaces abiertos por la poesía. El tema que atraviesa las conferencias reunidas bajo el título La esencia del habla es la posibilidad de hacer una experiencia con el lenguaje. Ahora bien, el filósofo inmediatamente aclara que esa experiencia no puede ser producida por el sujeto, porque no depende de él. Por el contrario, hacer significa en este contexto “sufrir, padecer, tomar lo que nos alcanza receptivamente, aceptar, en la medida en que nos sometemos a ello” (“La esencia del habla”, en De camino al habla, Barcelona, Serbal, p. 119). “Hacer una experiencia con algo – afirma Heidegger – significa que algo nos acaece, nos alcanza; que se apodera de nosotros, que nos tumba y nos transforma” (ibid.). Pero lo determinante en esta experiencia es que el Habla confía al hombre la relación esencial entre las palabras y las cosas, ya no bajo la forma de la referencia, sino como apertura al ser de la cosa. En este sentido es que el pensador habla de una transformación. En efecto, la relación unilateral de dominio y representación sólo permite acceder a las cosas en su carácter de objetos, proceso en el que, como mencionamos, el propio sujeto resulta objetivado. Al mismo tiempo, la cercanía de esta experiencia con la noción de Gelassenheit en relación a la técnica nos lleva a plantear la conexión entre el despojamiento del hombre respecto de su lugar central de sujeto en la era moderna y la posibilidad de transformar la des-subjetivación objetivante en una nueva forma de relación del hombre con las cosas – ya no desde la posición de sujeto, pero tampoco como mero objeto – en vistas de lo que Heidegger preanuncia como un nuevo inicio, posterior a la época actual de consumación técnica de la metafísica y como encarnación de las palabras de Hölderlin que el filósofo recupera en su meditación sobre la técnica: donde está el peligro crece también lo que salva. En este sentido, presentaremos en primer lugar el panorama de objetivación del sujeto al que conduce la propia metafísica moderna para, luego, a partir de un breve desarrollo acerca la conexión del Habla con la posibilidad humana de retomar el trato con las cosas desde un plano alternativo al instrumental, analizar en qué medida este retraimiento del sujeto, después de su total expansión, puede permitir una nueva configuración de ese concepto de cara a los desafíos del presente.