IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Consenso de los Commodities y pensamiento crítico
Autor/es:
MARISTELLA SVAMPA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Jornada; Derechos de la naturaleza y alternativas al extractivismo; 2011
Institución organizadora:
CLAES, Asociación de Abogados Ambientalistas-Colectivo Voces de Alerta-CEPPAS
Resumen:
En el último decenio, América Latina ha realizado el pasaje del consenso de Washington, asentado sobre la valorización financiera, al Consenso de los Commodities, basado en la exportación de bienes primarios a gran escala. Ciertamente, si bien la explotación y exportación de bienes naturales no son actividades nuevas en la región, resulta claro que en los últimos años del siglo XX, y en un contexto de cambio del modelo de acumulación, se ha venido intensificando la expansión de proyectos tendientes al control, extracción y exportación de bienes naturales, sin mayor valor agregado. Por otro lado, desde el punto de vista de la lógica de acumulación, el nuevo Consenso de los Commodities, conlleva la profundización de una dinámica de desposesión o despojo de tierras, recursos y territorios, al tiempo que genera nuevas formas de dependencia y dominación. No es casual que gran parte de la literatura crítica latinoamericana  considere que el resultado de estos procesos sea la consolidación de un estilo de desarrollo extractivista, el cual debe ser comprendido como aquel patrón de acumulación basado en la sobre-explotación de recursos naturales, en gran parte, no renovables, así como en la expansión de las fronteras hacia territorios antes considerados como “improductivos”. Así definido, el extractivismo no contempla solamente actividades típicamente consideradas como tal (minería y petróleo), sino también otras, como el agronegocios o la producción de biocombustibles, que abonan una lógica extractivista a través de la consolidación de un modelo tendencialmente monoproductor, que destruye la biodiversidad, conlleva el acaparamiento de tierras y la reconfiguración negativa de vastos territorios. En este sentido, el Consenso de los Commodities puede leerse tanto en términos de rupturas como de continuidades en relación al anterior período. Como ya había sucedido en la etapa del Consenso de Washington, el Consenso de los Commodities también establece reglas que suponen la aceptación de nuevas asimetrías y desigualdades ambientales y políticas por parte de los países latinoamericanos en el nuevo orden geopolítico. Contribuye a acentuar las líneas de continuidad entre un momento y otro, porque efectivamente tanto las transformaciones sufridas por el Estado nacional como la política de privatizaciones de los bienes públicos operadas en los `90, sentaron las bases normativas y jurídicas que permitieron la expansión del modelo extractivista, garantizando “seguridad jurídica” para los capitales y una alta rentabilidad empresarial, que en líneas generales serían confirmadas –con sus variaciones específicas- durante la etapa de los commodities. Sin embargo, hay elementos importantes de diferenciación y ruptura. Recordemos que  en los años `90, el Consenso de Washington colocó en el centro de la agenda la valorización financiera y conllevó una política de ajustes y privatizaciones, lo cual terminó por redefinir al Estado como un agente meta-regulador. Asimismo, operó una suerte de homogeneización política en la región, definida por la identificación o fuerte cercanía con las recetas del neoliberalismo. En la actualidad, el Consenso de los Commodities pone en el centro la implementación masiva de proyectos extractivos orientados a la exportación, estableciendo un espacio de geometría variable en cuanto al rol del Estado y su relación con la sociedad, lo cual permite el despliegue y coexistencia entre gobiernos progresistas, que han cuestionado el consenso neoliberal, con aquellos otros gobiernos que continúan profundizando una  matriz política conservadora en el marco del neoliberalismo. Mientras que los primeros dan cuenta de una renovación del lenguaje político y los estilos de intervención sobre la sociedad, y llevan a cabo una política económica heterodoxa (Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Brasil, entre otros), los segundos continúan profundizando una orientación económica ortodoxa (México, Colombia, Perú).