CIECS   20730
CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SOBRE CULTURA Y SOCIEDAD
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Ciudad real, ciudad representada: Córdoba entre 1895 y 1910
Autor/es:
ANA SOFÍA MAIZÓN
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Jornada; El Bicentenario, problemas de dos siglos de historia; 2009
Institución organizadora:
Instituto Ravignani
Resumen:
            La historia urbana ha ido atravesando diversas perspectivas teóricas, desde lo cuantificable a lo imaginado, desde lo economicista a lo cultural, desde las prácticas urbanísticas al mundo relacional de la sociabilidad.  La siguiente investigación comenzará por un racconto acerca de las reflexiones teóricas que han ido dirigiendo a los estudios históricos urbanos, es decir, cómo se ha ido analizando la ciudad y sus habitantes. De esta manera, se ha tejido una concepción que observa que en la producción del espacio urbano hay una multiplicidad de actores que van materializando sus ideas, objetivos, etc. convirtiendo a la ciudad en un espacio de debates, luchas, intervenciones públicas, etc. Esa perspectiva le ha servido a distintos autores, citando como uno de los tantos ejemplos a Fernando Aliata quien logró observar la ciudad como un teatro donde no sólo se analiza el desarrollo de la escena sino también la escenografía y el parlamento de los actores, en definitiva, es preguntarse por el texto y por el contexto, por la obra planeada desde la arquitectura como por la edilicia popular, por lo ejecutado y lo incumplido.[1] La ciudad de Córdoba entre 1870 y 1895 experimentó un explosivo proceso de urbanización protagonizado por una elite con fuerte injerencia en la política que a través de la venta de la tierra perseguía beneficios económicos y de lucro, sin olvidar que también estaban encaminados hacia ese gran horizonte llamado “modernización”[2]. La ausencia de una normativa municipal que regulase la actividad privada urbanizadora quedó materializada en una Córdoba cruzada por los diversos trazados barriales que intentaban acomodarse a los caprichos de la naturaleza como el río y la barranca quedando esa imagen de ciudad regular reservada sólo a lo que fue el casco histórico español de 70 manzanas. Esa improvisación que se observa en el espacio cordobés contrasta fuertemente con aquellas ciudades donde la grilla fue una medida impuesta por el poder público y que materializaba una idea de sociedad recordando aquí el caso de Buenos Aires exhaustivamente analizado por Adrián Gorelik en su libro La grilla y el parque[3]. La ausencia en Córdoba de una grilla que “baja” desde el Estado puede explicarse por esta fuerte alianza entre elite urbanizadora y política.             Existió esta Córdoba material y concreta cuyo territorio fue definido en 1895 obteniendo una superficie de 576 km2, algo que la convirtió en una ciudad de dimensiones considerables. Pero más allá de esta extensa territorialidad existió una ciudad cuyos límites fueron trazados en las representaciones e imaginarios de los hombres. La siguiente investigación intenta observar esa Córdoba que se “decía”, “se nombraba”, se “imaginaba”, se “sentía” entre 1895 y 1910 a partir de dos actores como fueron los hombres del gobierno municipal y los habitantes de la periferia. Éstos últimos son los vecinos que fueron construyendo estos nuevos espacios llamados barrios[4], que hacia fines del siglo XIX eran cerca de veinte, cuya característica principal es que, dadas las condiciones geográficas de Córdoba, se ubicaron indefectiblemente en la afueras de la ciudad histórica colonial. La ciudad eran esos 576 km2 pero ¿cómo la sentían los vecinos de los territorios suburbanos?, ¿qué relación fueron tejiendo con ella? ¿qué territorios y sujetos incluían los concejales y el intendente cuando reflexionaban sobre la ciudad?             Allí es donde intento observar esta ciudad representada, es decir, más allá de la definición formal y real de lo que era la ciudad de Córdoba, me pregunto sobre cuál era la representación de ciudad que se fue dibujando en los distintos discursos tales como las actas de sesiones del concejo, los mensajes de intendentes, los petitorios presentados por los vecinos a la municipalidad en reclamo de mejoras en sus barrios, los planos y representaciones gráficas.             La delimitación temporal se debe a que en 1895 recién se sanciona la ley Nº 1295 que define el radio de la ciudad de Córdoba mientras que el año 1910 es el año en el que a raíz del centenario surgen distintas reflexiones que realizaron un balance histórico pudiendo observar en ellos que cambios notaban en la ciudad, qué había sido de su pasado colonial, etc.             Indagando así sobre esta ciudad real y representada se intentará dar pie al debate sobre la construcción discursiva de la ciudad y su relación con la materialidad. [1] Fernando Aliata. La ciudad regular. Arquitectura, programas e instituciones en el Buenos Aires posrevolucionario, 1821-1835. Universidad Nacional de Quilmes. Bs.As. 2006 [2] Mi investigación doctoral se apoya en los estudios realizados por la Dra. M. Cristina Boixadós quien observó la ciudad de Córdoba entre 1869 y 1895 tanto desde las gestiones públicas municipales como desde el accionar de la elite urbanizadora. Ver: M. Cristina Boixadós. Las tramas de una ciudad, Córdoba entre 1870 y 1895, elite urbanizadora, infraestructura, poblamiento...Ed. Ferreyra, Córdoba, 2000 [3] Adrián Gorelik. La grilla y el parque. Universidad Nacional de Quilmes,  Buenos Aires, 2004 [4] Es interesante señalar aquí la distinción entre vecindario y barrio que realiza A. Gorelik en tanto si en el vecindario la calle puede pensarse todavía como una prolongación del espacio privado, en el barrio, en cambio, la calle abre sus fronteras haciendo explicita su pertenencia a un sistema publico mayor, en donde es posible la aparición de lo desconocido y donde, por lo tanto, es necesaria la producción institucional de mecanismos de integración y diferenciación, de formas de reconocimiento y distancia; producción que mezcla dimensiones políticas, sociales y urbanas. Adrián Gorelik. La grilla y el parque. Universidad Nacional de Quilmes,  Buenos Aires, 2004, p.299