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El proyecto social, cultural y educativo de una nación se expresa en las políticas educativas y, más concretamente, en el curriculum. Éste funciona como un programa de acción, factible de ser modificado, donde se organizan y planifican un conjunto de experiencias consideradas socialmente válidas para que los alumnos y alumnas construyan las destrezas, habilidades, conocimientos, procedimientos, actitudes y valores que necesitan para incorporarse como miembros plenos en la sociedad. Es importante destacar que el curriculum es un proceso de construcción e indagación permanente, es decir, sujeto a cambios y reestructuraciones en función de las demandas que se generan en la sociedad donde tiene su origen. Como dispositivo regulador y organizador de los procesos educativos de la sociedad, funciona como un contrato [1] que vincula a la escuela y la sociedad. En dicho contrato, el Estado asume el compromiso de crear las condiciones necesarias para garantizar el cumplimiento del mismo. Así, cada institución educativa es portadora de una demanda social específica que surge de las características y necesidades de un momento histórico determinado. El curriculum, en los niveles preescolar, primario, medio y superior no universitario[2], atraviesa por diferentes niveles de especificación hasta ingresar a la práctica escolar. El primer nivel de concreción es el proyecto curricular nacional que se especifica en los Contenidos Básicos Comunes (CBC) para el sistema educativo. Dichos contenidos son seleccionados y acordados por representantes de cada una de las provincias que integran el país en el seno del Consejo Federal de Educación, en acuerdo con el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Ley de Educación Nacional, Art. 85). El segundo nivel de concreción lo constituyen los Diseños Curriculares Provinciales para los diferentes niveles del sistema educativo, elaborados por representantes de toda la provincia sobre la base de los CBC y de las decisiones de las políticas educativas provinciales y, teóricamente, en función de la demanda social de ese momento. El tercer nivel de concreción curricular lo constituye el Proyecto Curricular Institucional (PCI) que supone la adecuación y contextualización de los Diseños Curriculares Provinciales a los intereses y necesidades de la población que asiste a la escuela. Es una tarea propia de cada institución y de la comunidad educativa, teniendo en cuenta la particularidad que los caracteriza. En definitiva, el curriculum es la vía por donde transita la demanda social, anclada en la peculiaridad de un momento socio-histórico específico, que orienta las prácticas educativas de una nación. En las páginas siguientes nos dedicaremos a la exploración y breve análisis de los Diseños Curriculares Provinciales, es decir, al segundo nivel de concreción curricular, en relación con la demanda que genera el proceso de integración en la Región Centro al sistema educativo, en términos de la creación de una cultura de la integración. Debemos tener en cuenta que dicha demanda incluye tanto conceptos específicos como disposiciones subjetivas generales (pautas de conducta social y formación en valores democráticos: participación, solidaridad, respeto, tolerancia; transmisión de una identidad regional; entre otros). [1] Expresión utilizada por Friggerio y Poggi en Cara y Ceca (1993). Ed. Troquel. Educación Serie FLACSO. Buenos Aires. [2] En el caso del nivel universitario, son las propias unidades académicas las encargadas de elaborar los planes de estudios en el marco de las disposiciones de la Ley Superior de Educación que tiene ingerencia en el diseño de los planes de estudios, especialmente en los profesorados de nivel universitario.