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Las niñas que se transforman en madres constituyen un grupo especialmente vulnerable: una alta proporción no asiste a la escuela; deben asumir tareas domésticas y a veces una prematura y poco calificada inserción laboral; tienen altas probabilidades de ser madres solteras y deben afrontar solas las responsabilidades que deberían ser compartidas. Sumado a esto, la maternidad en la adolescencia es mucho más frecuente entre las jóvenes pobres, por lo que ha sido reconocida como una barrera de movilidad social y económica y uno de los factores que intervienen en la reproducción intergeneracional de la pobreza (Pantelides y Binstock, 2007; Flórez y Soto, 2007; Rodríguez, 2005). Según lo expuesto, puede considerarse a la fecundidad adolescente como propiciadora de la deserción escolar. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que el abandono de los estudios antecede en numerosos casos al embarazo y que éste no es la principal causa de deserción escolar (Rodríguez y Hopenhayn, 2007; Pick de Weiss, Atkin y Ehrenfeld, 1996; en Gonzáles, 2000). En esos casos, se la asocia con la falta de medios y/o establecimientos, la desmotivación personal, las características individuales de las jóvenes, la escasa relevancia del capital humano o educativo como instrumento para conseguir mejores empleos en el futuro y como medio de movilidad social, el medio familiar o social, entre otras causas (Rodríguez y Hopenhayn, 2007; Pantelides, 2005; Gonzáles, 2000). Los autores coinciden en que es muy probable que la maternidad se convierta en proyecto de vida para estas jóvenes, ante una educación limitada y depreciada o ante la falta de otras opciones o proyectos futuros. En este contexto, nos preguntamos por el sentido de la relación entre maternidad adolescente y deserción escolar: ¿Es la maternidad la responsable del abandono escolar? O ¿son las adolescentes que ya abandonaron el sistema las que tienen mayores posibilidades de quedar embarazadas?; ¿Se evidencian diferencias de acuerdo a las condiciones de vida? Encontrar respuesta a estos interrogantes es clave en términos de políticas públicas. Algunos países cuentan con instrumentos de recolección de datos que permiten revelar el orden cronológico de los sucesos. Otros, como Argentina y Uruguay, no disponen de este tipo de información. Sin embargo, es posible realizar algunas aproximaciones, tal como se propone en el presente trabajo, para dar respuesta a las preguntas formuladas. Para ello, en base a experiencias de Katzman (1999) y Rodríguez (2005), se aproxima el orden cronológico de los acontecimientos con base en datos provenientes del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 de Argentina y la Encuesta Nacional de Hogares Ampliada 2006 de Uruguay.