CIECS   20730
CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SOBRE CULTURA Y SOCIEDAD
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Interculturalidad y Justicia: notas para una discusión
Autor/es:
SORIA, ANA SOFÍA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Otro; V Coloquio Internacional de Filosofía Política. Nuevas perspectivas socio-políticas, pensamiento alternativo y democracia.; 2013
Institución organizadora:
Centro de Educación, Ciencia y Sociedad de la Universidad de Lanús, Asociación Iberoamericana de Filosofía Práctica
Resumen:
Desde hace poco más de treinta años venimos asistiendo a la reconfiguración de los escenarios políticos latinoamericanos que, a los ojos de muchos, ha favorecido de manera incontestable el reconocimiento de la diferencia cultural. Muestra de ello es no sólo el conjunto de reformas constitucionales que hacia fines del siglo pasado incorporaron derechos específicos de las llamadas minorías étnicas, sino también una significativa reorientación de legislaciones y políticas públicas dirigidas a dar concreción a aquellos derechos. Aun con sus singularidades irreductibles, estos desplazamientos han resultado en que nociones como las de multiculturalismo e interculturalidad no sean extrañas ni mucho menos recusables si lo que se pretende es revertir la situación de exclusión y subordinación de aquellos grupos enmarcados en la idea de alteridad. Tal es así que hoy parece casi de sentido común asumir que nuestras sociedades deben articularse en torno a valores y prácticas de reconocimiento de la diferencia cultural. Sin embargo, es precisamente ese sentido común el que ha sido y es objeto de disputa por parte de diversos actores que han sabido mostrar que esos valores y prácticas cristalizan diversas modalidades de comprender la transformación de aquellas situaciones de exclusión y subordinación. En efecto, tanto en el campo académico como en diversos espacios de militancia política, vienen dándose discusiones y propuestas que, con perfil e intensidad propios, muestran la politicidad constitutiva de lo que se hace y dice en nombre del multiculturalismo o la interculturalidad. Dentro del ámbito académico, algunos desarrollos han insistido en la necesidad de articular una concepción de interculturalidad dirigida a cuestionar un multiculturalismo entendido como instauración de una lógica de la tolerancia en el marco de relaciones sociales desiguales y, al mismo tiempo, dar sentido a prácticas de cuestionamiento y transformación de tales relaciones. Como parte de esta tendencia, hace algún tiempo vienen dándose posicionamientos que encierran un replanteo radical de la teoría crítica en base a un discurso que recupera los conceptos de interculturalidad, colonialismo, descolonización, colonialidad y decolonialidad. En este tipo de planteos lo que parece estar en juego son básicamente dos cosas: una interpretación sobre el origen de las desigualdades, exclusiones y subordinaciones de la alteridad, y una interpretación sobre cuáles son o deberían ser los ejes de un proyecto de interculturalidad tendiente a la construcción de relaciones sociales más justas e igualitarias. Dentro de estos posicionamientos que, por lo menos desde la segunda mitad de los noventa, vienen insistiendo en la necesidad de inscribir la interculturalidad en una problematización de las relaciones de poder, la obra de Catherine Walsh constituye uno de los aportes más significativos, no sólo por un trabajo intelectual íntimamente vinculado a los movimientos indígenas y afrodescendientes de la región andina, sino también por una insistencia en pensar la interculturalidad básicamente en relación a la modernidad, la colonialidad, la decolonialidad y la diferencia colonial. Según su perspectiva, desarrollar un pensamiento crítico en torno a la interculturalidad es, en primer lugar, librar una disputa en relación a las construcciones conceptuales y a las apropiaciones estatales. Se configura así un doble movimiento: por un lado, frente a lo que la autora entiende ha sido la tendencia predominante de pensar la interculturalidad como constructo teórico aplicable a cualquier realidad, se recupera un concepto cuyo sentido proviene de la luchas de determinados movimientos sociales; por otro lado, frente a las reformas estatales ?principalmente educativas? materializadas en muchos países latinoamericanos durante los noventa que han favorecido una lógica de inclusión de la diversidad en el uni-estado-nación, la propuesta es avanzar en una noción que se dirija al cuestionamiento y transformación de las condiciones estructurales de la desigualdad y la subordinación. La disputa estaría dada, por lo tanto, en la inescindible relación entre lo epistemológico y lo político, puesto que la lucha y el cambio no pueden entenderse por fuera de una crítica conceptual de los sentidos comunes académicos y de la recuperación de saberes ?otros?. Lo que parece estar en discusión es no tanto una cuestión de cómo lograr el mejor reconocimiento de la diferencia cultural, sino el modo de entender y proyectar su presencia en el escenario social. Es por ello que Walsh no circunscribe su reflexión a una mera cuestión de aplicación de las políticas multiculturales sino que la extiende a un problema de hegemonía y posibilidades contra-hegemónicas, lo que supone también confrontar con perspectivas tradicionales de la interculturalidad, tanto en la versión relacional que refiere a la forma más básica de un contacto entre personas, saberes, valores y tradiciones culturales que deja intactas las condiciones de conflictividad y poder sobre las que se asienta, como en la versión funcional que promueve un reconocimiento e inclusión de la diferencia cultural que se imprime sobre la aceptación de las reglas de juego del modelo social vigente. De tal modo, los sentidos de la interculturalidad que se demarcan a partir de los planteos de esta autora tienen que ver centralmente con un desplazamiento que va desde la dimensión interpersonal del intercambio cultural hacia la dimensión de la estructuración histórica de las diferencias culturales que pretenden ponerse en relación, lo que implica un trabajo de desarticulación de los mecanismos políticos y epistemológicos que han construido la diferencia como desigualdad y de refundación de las relaciones sociales. Esta pretensión se hace desde un lugar preciso: aquel vinculado a lo que se conoce como perspectiva de modernidad/colonialidad o inflexión decolonial. Esta es la referencia que dará sentido a una interculturalidad crítica como práctica que supone un modo de interpretar el origen de la desigualdad y la subordinación y, al mismo tiempo, avanza en modos singulares de imaginar su superación. Es tomando nota de los planteos principales de esta autora que est