ISES   20394
INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Los incas y la llanura santiagueña: avances ocho años después
Autor/es:
TABOADA, CONSTANZA; FARBERMAN, JUDITH
Lugar:
Santiago del Estero
Reunión:
Encuentro; XIII Encuentro de Jóvenes Investigadores de Santiago del Estero. Simposio; 2015
Institución organizadora:
INDES (UNSE)
Resumen:
Los incas y la llanura santiagueña: avances ocho años despuésConstanza Taboada y Carlos Angiorama (IAM-UNT/ ISES-CONICET)La posible presencia inca en Santiago del Estero ?una región excluida del área aceptada de expansión del Tawantinsuyu- viene siendo conjeturada desde, al menos, mediados del siglo XX, con base fundamentalmente en la presencia del Quichua en la zona y a ciertas referencias documentales. Sin embargo, hasta hoy continúa la divergencia sobre el origen pre o posthispánico del Quichua en la región. A ello hay que agregar que esta lengua no necesariamente es un indicador étnico o cultural. Por su parte, es discutible también si las citas de las fuentes escritas se aplicarían a la zona, dada la indefinición espacial de las mismas como también de la Provincia Jurí a la que remiten. Esta incertidumbre se ha mantenido por la ausencia de restos materiales de instalación incaica en la región. A pesar de la referencia a un camino incaico que entraba en la Provincia Jurí, hasta ahora no hay registro del mismo, ni de ninguna infraestructura incaica, como tampoco de alfarería imperial, que permitan sostener una instalación estatal en la zona. En función de ello, presentamos a continuación el análisis de otro tipo de indicadores que pueden aportar al problema, en este caso los bienes arqueológicos muebles. Si bien algunos de ellos fueron señalados como posibles vías de entrada al tema por Reichlen, Pedersen, Gramajo de Martínez Moreno y Lorandi, no fueron analizados en detalle y en sus implicancias, salvo parcialmente por Lorandi en su hipótesis sobre posibles mitimaes del llano trasladados a sitios incaicos de los valles del NOA con base a la presencia de cerámica similar a la ?santiagueña?.En este marco, el objetivo de esta presentación es mostrar los avances realizados respecto de la hipótesis que plateáramos hace ocho años sobre un vínculo de alianza entre ciertas poblaciones del Salado santiagueño y los Incas, en base fundamentalmente a un estudio arqueológico, pero que articula también otras fuentes. En este tiempo hemos incorporado una diversidad de indicadores y análisis que permiten sostener nuestro primer planteo, así como afinar la propuesta sobre los mecanismos y estrategias implicados en dicha relación. El planteo inicial se basó en la identificación, entre los materiales arqueológicos publicados de Santiago del Estero, de una importante cantidad de objetos de metal incaicos procedentes de un área acotada de los Bañados de Añatuya. En artículos posteriores fuimos mostrando que tal sector concentraba en exclusividad también otros tipos de bienes y rasgos incaicos y andinos, así como la presencia en cantidades extraordinarias de torteros, pipas y artefactos de hueso.Actualmente contamos con el resultado de trabajos arqueológicos sistemáticos de campo en la región iniciados en 2011, con fechados radiocarbónicos, y con análisis técnicos directos de los objetos en cuestión. Todo ello nos ha permitido definir, por un lado, la situación contextual e histórica del área que era, hasta el momento, incierta. Como conclusión podemos afirmar que los sitios de referencia cuentan con una ocupación prehispánica que concuerda con la época incaica y que hemos podido atribuir contextos de esta cronología a algunos de los bienes andinos. Además, el avance en el estudio de los objetos de metal incaicos muestra que se trata, en su mayoría, de bienes vinculados a investidura y prestigio. Varios de ellos están ligados a atuendos de los funcionarios y nobles incas y a mujeres del altiplano, lo que habilita pensar en su presencia en el área de estudio, o alternativamente en que se pudo investir con dichos bienes a personajes locales. Tales prácticas podrían haber funcionado dentro de un marco de alianzas con intercambios matrimoniales y de dones, según prácticas comunes del Imperio para entablar relaciones pacíficas o negociadas. Otros tipos de objetos, como recipientes de comensalidad, pichcas y pipas, permiten pensar también en situaciones de encuentro y alianza. Paralelamente, los avances en excavaciones sistemáticas, y la lectura arqueológica de fuentes históricas realizada con Judith Farberman, nos permitió establecer que si bien los sitios en cuestión cuentan con una ocupación colonial, ésta se dio sobreimplantándose a los asentamientos prehispánicos. Como mostramos en otros trabajos, a ello se suma que hasta el momento no contamos con ningún registro actual ni pasado de rasgos incaico en contextos de esa cronología que permita sostener la opción de que los objetos de metal pudieran haber llegado en tiempos coloniales. Más bien es posible que la instalación colonial en el área aprovechara las destrezas de sus poblaciones, quizás intervenidas en su organización y escala de producción por el incario. De hecho, el análisis conjunto de las fuentes arqueológicas y escritas permite sostener que la tradición hilandera se remontaría a momento prehispánicos y posiblemente también el tejido del algodón, a la vez que pensar que estas habilidades y recursos fueran uno de los intereses del incario en la región.Por su parte, en un trabajo realizado con López Campeny y Leiton, identificamos ?retomando el planteo de Lorandi del posible traslado de mitimaes- que además de los indicadores cerámicos, también otros rasgos y objetos de la llanura santiagueña se encuentran en contextos domésticos, defensivos y funerarios de sitios incaicos instalados en los valles intermontanos del NOA. Sobre la base, entonces, de estos avances y de las visiones actuales sobre la expansión oriental incaica en las tierras bajas sudamericanas, sostenemos actualmente la particularidad del área de los Bañados de Añatuya y la viabilidad de que dicha zona y sus poblaciones pudieran haber sido de interés del incario, estableciendo con ellas vínculos de alianza. Pensamos que el área pudo haber actuado no solo como posible centro de oferta de mitimaes olleros y guerreros, sino quizás también como espacio de recursos de interés y como núcleo de producción de bienes a gran escala. En este contexto, y retomando el párrafo inicial, cabe señalar que bienes, ideas, personas y lengua sufrieron posiblemente avatares diferenciados en su distribución y consolidación regional y no tienen que ser pensados necesariamente como un bloque que se movió y desenvolvió conjuntamente. Más bien es factible que lo hicieran como parte de un proceso de interacción donde se dieron una multiplicidad de situaciones y mecanismos por los que estos distintos indicadores aparecen en el registro local. Lejos de ser planteada como una ampliación de la frontera oriental estatal que incluía la llanura santiagueña como parte del Imperio, concebimos una situación que se desenvolvió en torno a un área de interés político y económico en el marco de una estrategia estatal que, de forma interdigitada, discontinua y heterogénea en sus modos de relacionamiento y ocupación del espacio, parece haber impactado diferencialmente en varios sectores de las tierras bajas orientales hacia finales del Imperio.