IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
El ejercicio de la crítica en la Educación Física. Reflexiones desde la práctica de la investigación
Autor/es:
CARLOS CARBALLO
Libro:
Pensando la Educación Física como área de conocimiento. Problematizaciones pedagógicas del sujeto y del cuerpo
Editorial:
Miño y Dávila
Referencias:
Lugar: Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Año: 2015; p. 123 - 138
Resumen:
Este texto tiene el propósito de transmitir la experiencia del oficio de investigar; pero es necesario hacer algunas advertencias previas. La primera es de corte histórico-social. Durante bastante tiempo, este tipo de experiencia ?la de investigar- no formó parte del menú de tareas de quienes se desempeñaban en el contexto de la formación superior en Educación Física en Argentina; en realidad, la investigación comienza a ser una práctica propiciada, aceptada y posteriormente esperada (e inclusive, exigida) desde hace no más de dos décadas y no en toda la educación superior sino, ante todo, en el marco de las universidades públicas. Si se tiene en cuenta que las primeras carreras de grado universitario de Educación Física fueron creadas en la Argentina en el año 1953 (en la Universidad Nacional de Tucumán y en la Universidad Nacional de La Plata), podría inferirse que la disciplina tardó más de cuarenta años en poner en marcha una de las actividades primordiales de la institución universitaria, como lo es la producción de conocimiento. Mucho ha tenido que ver con esto la ausencia o falta de continuidad de políticas para el sector; pero, sobre todo, la sucesión de golpes de estado que a partir de 1955 y hasta el retorno a la democracia en 1983 redujeron la educación superior ?en especial en el campo de las Humanidades, las Ciencias Sociales y las Ciencias de la Educación- a la transmisión y la reproducción de un tipo de ?saber? técnico, aséptico, supuestamente desideologizado. Con la recuperación de la democracia comienzan a darse pasos decisivos: la democratización de las universidades incluye el recobro de su autonomía, de su cogobierno, de los concursos docentes, de la libertad de cátedra; pero también, de su vocación crítica y reflexiva. Si se advierte que las condiciones político institucionales sólo comienzan a ser favorables desde entonces ?aunque no así las posibilidades económicas- y que la formación en Educación Física carecía de tradiciones y de prácticas de investigación, entonces la ecuación ya no es tan negativa: en el curso de los últimos treinta y dos años sólo nos demoramos apenas la primera década en instalar a la investigación como una de las tareas propias de quienes desarrollan su labor profesional en el nivel superior de la educación, en un proceso que fue paulatino pero constante. De modo tal que esta primera advertencia acerca del retraso relativo de la Educación Física por asumir la tarea de la producción de conocimiento puede explicar, al menos en parte, la elección de los temas y de las preocupaciones que signaron los proyectos de las últimas dos décadas. Ésta es la cuestión sobre la que volveremos una y otra vez a lo largo de este capítulo.La segunda advertencia remite al carácter singular (o ?no universal?) de lo que aquí se expone: puede haber ?y seguramente las haya- numerosas notas que tienen el signo de lo generacional y de lo epocal y, en tal sentido, tal vez algunos colegas sientan algún grado de identificación o vean levemente reflejadas sus propias experiencias en algunos fragmentos de este relato. O también, que nada de eso ocurra. Pero lo cierto es que estas líneas no persiguen ese propósito ni mantienen esa expectativa: en todo caso, existe el deseo por transmitir el recorrido de una persona o grupo de personas en un contexto institucional, histórico, social y generacional particularísimo. Y creemos que de esos pliegues singulares ?numerosos y superpuestos- está hecha ?la? historia. Tercera advertencia: mencionamos la palabra oficio para referirnos a la investigación, y no ha sido un descuido, del mismo modo que no es casual la reminiscencia bourdiana del término. Más allá de los procedimientos administrativos y de las disputas por los recursos; más allá de la asignación de puntajes y de los procesos de evaluación y acreditación; más allá del prestigio que pueden aportar las instituciones y los sellos editoriales; es decir, más allá de los cada vez más complejos modos de legitimación, la investigación ?en tanto producción de saber- no es otra cosa que una práctica y es parte del trabajo intelectual cotidiano, regular, rutinario y estándar de quien se desempeña en el medio universitario (o en la educación superior en general); nada tiene de extraordinario. Excepto por una cosa que el propio Bourdieu resalta: esa función se ejerce para producir problemas (2008: 57 y stes.). Contra el sentido común que opina que la ciencia ?Bourdieu se refiere a la Sociología- debe ?resolver? problemas, el autor sostiene que la ciencia los debe ?crear?. Esta afirmación parte de una posición en la que se reconoce que resolver un problema implica aceptarlo como tal (¿quién le ?indica? a la ciencia cuáles son los problemas que ella debe resolver?); mientras que crearlos implica estar dispuestos a correr el velo que tiende a naturalizar las cosas. Llegamos aquí a la otra cuestión presente en el título de este capítulo y que pretende ser eje de la cuestión: la crítica.