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El objetivo de esta ponencia es reflexionar sobre la resignificación de las experiencias del mundo del trabajo azucarero tucumano a partir de la avanzada del proceso de sindicalización suscitado a mediados de la década de 1940. El contrastante y variopinto laboral agroindustrial disponía de una tradición resistencia que se remontaba a la época del "despegue azucarero" pero carecía de experiencias asociativas estables. Desde fines del siglo XIX, las fugas y motines de los peones se combinaron con débiles e infructuosos intentos de organización, situación que modeló la dinámica laboral azucarera. El conjunto obrero, postergado en sus demandas y con escaso recorrido en instancias de negociación sectorial, fue sacudido por la impronta sindical de la "revolución de junio de 1943" profundizada durante la primera década peronista. La llegada de Carlos Aguilar al Departamento de Trabajo y luego a la Delegación Regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión, alentó la organización de un sindicato por ingenio, células que convergieron en, en junio de 1944, en la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA). Las tradicionales distancias y tensiones entre obreros y empleados impidieron la agremiación conjunta, la creación --en febrero de 1945-- de la Federación de Empleados de la Industria Azucarera (FEIA) expresó sindicalmente estas divergencias alimentadas entre los surcos y las chimeneas de los ingenios. En este contexto, esta ponencia procura reflexionar sobre la forma en que durante el primer peronismo los obreros azucareros resignificaron las cuestiones clase y oficio y las proyectaron en términos sindicales. Nos preguntamos ¿cómo imbricaron sus experiencias y tradiciones en el acelerado proceso de sindicalización que dio lugar a la más poderosa organización obrera del norte argentino?¿de qué forma la clase y la impronta de la cualificación permearon la dinámica sindical y las reivindicaciones laborales?