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Las formas capitalistas de producción contemporáneas han remozado las lógicas de formación empresariales en un contexto de exclusión sistemática de trabajadores de las fábricas, fragmentación y selectividad laboral. El imperio civilizatorio en un sentido estructural, como base de la dominación cultural moderna sofistica los mecanismos de coacción y afinca certeramente en los escenarios laborales; de esta manera, da fisonomía al sujeto asalariado, subalternizado y precarizado. Dentro y fuera de la fábrica, la hegemonía neoliberal base de la dominación capitalista de fin de siglo ha complejizado sus herramientas de colonización cultural y material. Se expresa así la lucha permanente por domesticar las subjetividades, enmascarando el conflicto capital/trabajo. El escenario latinoamericano expone descarnadamente esta impronta, pero también en algunos países abrevan las múltiples expresiones por medio de las cuales se intenta resistir y propiciar una recomposición de las organizaciones. En ese contexto, las corporaciones no cesan de sojuzgar, para lo cual afinan diversos dispositivos por medio de los cuales refuerzan las formas aggiornadas del disciplinamiento social/cultural/material. La formación empresaria ha dado una dura batalla para imponer los sentidos legitimadores del orden capitalista, al propiciar con esta finalidad un nuevo orden pedagógico con potencialidad para ganar eficacia en la transmisión y evaluación de los saberes corporativos empresariales.