Emoción, dramaturgia y política: los juegos de la experiencia religiosa en el neo-pentecostalismo

ALGRANTI JOAQUIN

Modernidad, Religión y Memoria

Colihue

Lugar: Buenos Aires; Año: 2008; p. 135 - 145

Históricamente los usos pentecostales de la emoción supieron jugar un doble papel en el espacio social de las religiones. Por un lado, constituyeron un poderoso elemento diferenciador, es decir, un marcador de la identidad que le permitía a este grupo definirse, reconocerse, proponer un modelo diferencial de vivir el cristianismo. Por otro lado, el manejo de las emociones como un rasgo central de las creencias y la liturgia se convirtió en el blanco de una descalificación sistemática por parte de los protestantes históricos y la iglesia católica. Es por eso que la emoción, entendida sociológicamente como el trabajo religioso de actuar sobre el estado de animo de los fieles a través de medios técnicos y simbólicos que contribuyen a definir los sentimientos generales -alegría, temor, sorpresa etc- de una situación determinada, logró transformarse en la fuente de identidad y estigmatización del pentecostalismo. Quizás un buen punto de partida para estudiar el lugar que ocupan las emociones en el neo-pentecostalismo, como objeto principal de nuestra ponencia, sea realizar algunas precisiones epistemológicas con respecto al estudio sociológico de la emoción. Posteriormente vamos a trabajar la dimensión política que subyace a la capacidad de significación y motivación que comparten las emociones religiosas.