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El entramado de industrias manufactureras dominantes en toda la economía nacional, posee gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que se sitúan principalmente en el Gran Buenos Aires (GBA) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Hacia dentro de esta industria, algunas actividades pueden catalogarse como tradicionales, ya que se vinculan al paradigma productivo originado en la sustitución de importaciones y se caracterizan por generar un escaso excedente económico. Estas actividades recuperaron fuertemente su actividad a partir del aumento en el tipo de cambio real logrado con la caída de la convertibilidad y su principal medida de competitividad está dada por tipo de cambio. Por este motivo, una reversión en las condiciones cambiarias actuales generaría importantes alteraciones en su competitividad. Por otro lado, existen actividades productivas que poseen menor importancia cuantitativa pero alto potencial de desarrollo en términos de generación de valor, e indirectamente, empleo. A estas actividades las denominamos modernas. Ambos tipos de industrias conviven actualmente en lo que los estructuralistas latinoamericanos, llamaban estructura industrial heterogénea. En la misma, grupos de empresas con productividad y tecnologías comparables a la de países desarrollados (modernas) conviven en cercanía geográfica con otras de productividad sensiblemente menor (tradicionales). Esta característica, propia del subdesarrollo industrial periférico, coloca serios límites al desarrollo económico y social, siendo una de las causas de las crisis de balanza de pagos que periódicamente le ha tocado vivir al país . El presente trabajo tiene el objetivo de formular una propuesta tendiente a homogeneizar la estructura productiva descripta teniendo en cuenta su concentración geográfica y considerando políticas de competitividad meso-económica desarrolladas teóricamente de manera relativamente reciente para países desarrollados.