Ingreso Básico Universal

GINIGER, NURIA

Cuadernos Marxistas

CEFMA

Lugar: CABA; Año: 2020 p. 21 - 209

La discusión acerca de un ingreso universal tiene ya varios años y forma parte del paquete de medidas que cada cierto tiempo se ponen en discusión para pretender resolver un problema que tiene su dificultad intrínseca en la organización de la sociedad capitalista, particularmente en su etapa neoliberal: la masa cada vez mayor de trabajadores y trabajadoras que no tienen empleos o cuyos trabajos su ubican tan en la informalidad y los salarios que perciben son tan magros que no les alcanzan siquiera para reproducirse a sí mismos. Una de las discusiones que a principios de este siglo XXI estaba a la orden del día y que atraviesa el Ingreso Universal es la de comprender ?para nuestro país y nuestra región- cómo se despliega el capitalismo realmente existente. Diecinueve años han pasado desde la crisis de 2001 y se puede afirmar que la heterogeneidad tan disímil de la clase trabajadora argentina, no es una anomalía, sino una manera de despliegue del capitalismo en los países periféricos como el nuestro. Esto implica la existencia de trabajadores registrados con garantía (casi) plena de los derechos conquistados y salarios que cuadruplican el básico, hasta changarines que viven sin llegar a fin de mes, aun con el apoyo y la asistencia del Estado y los movimientos sociales. La pandemia profundizó la crisis que el capitalismo viene arrastrando, que en Argentina se articula además con una ?pesadísima herencia? de cuatro años de ajuste al trabajo, toma de deuda externa y fuga de divisas. La pandemia mostró las debilidades del sistema sanitario, pero además, las respuestas políticas que se desplegaron para evitar la propagación indiscriminada de un virus nuevo y muy contagioso consistieron en inmovilizar a la gran parte de la fuerza de trabajo de nuestro país y del mundo. El aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) como medida de control de la propagación del Coronavirus produjo varias cuestiones respecto del trabajo: a) la modificación de los ritmos de producción, en algunos casos, como en aquelles trabajadores cuyas tareas fueron reorganizadas bajo la modalidad del teletrabajo para quienes se intensificó y extendió la jornada de trabajo; b) la parálisis total o parcial de sectores completos de la economía (por ejemplo, el turismo); c) la parálisis de los sectores informales: desde cuentapropistas profesionales a vendedores ambulantes. Este último elemento quedó expresado cuando el gobierno nacional dispuso el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) planificado para no más de 4 millones de personas y se inscribieron para recibirlo 11 millones. Esto dejó en evidencia también la profundidad de la crisis. Asimismo, la enorme movilización de organizaciones sociales en la asistencia, a través de comedores, ollas populares y distribución de bolsones de comida y artículos de higiene forma parte central de la contención de la crisis. Los movimientos sociales territoriales ?como otros sujetos sociales- están poniendo sobre la mesa distintas salidas a la crisis. Muchas de estas salidas tienen que ver con ubicar en el centro de la discusión el hambre y frente a esta categoría, recupera fuerza la idea del Ingreso Básico Universal (IBU) o Renta Básica Universal, Ingreso Ciudadano o sus diferentes nombres. Respecto del IBU, como plantea Alyssa Battistoni (2019) los partidarios van desde ?capitalistas de riesgo pro-Trump, como Thiel, hasta partidarios de un «comunismo de lujo totalmente automatizado», como Peter Frase.? La autora sostiene que es una ?obligación moral? frente a les pobres, pero también una versión que cuestionaría la propiedad privada y la acumulación de riqueza capitalista. En este trabajo, haremos un repaso de algunas de las versiones del IBU que impulsan distintas corrientes político-ideológicas. Ya dijimos que el abanico es amplio y eso complejiza el análisis al respecto. Sin embargo, una síntesis de las perspectivas permitirá sacar conclusiones más ajustadamente.