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Aunque la acedia fue estudiada en profundidad por primera vez por Evagrio Póntico en el siglo IV y ubicada dentro de los ocho logismoi o pensamientos malvados, y aunque en siglos posteriores fue también tratada por autores como Juan Casiano, Gregorio Magno y Tomás de Aquino, y considerada un pecado, sin embargo, aún hoy, sigue recibiendo interpretaciones diversas. A la vista está la literatura y los escritos filosóficos que la abordan. Desde La tentación de San Antonio, de Gustave Flaubert hasta Le démon de l?acédie de Xavier Patier; y desde De l'acédie monastique à l?anxio-dépression de Bernard Forthomme a L ́acédie dans le dynamisme de l ́agir, de Jean-Charles Nault. Queda claro que se trata de un fenómeno que recorre incansablemente la naturaleza humana desplegada en la historia, y es desde esa misma circunstancia histórica que se la interpreta de un modo u otro.Han aparecido recientemente dos libros que dedican uno de sus capítulos a la acedia: I vizi capitali e i nuovi vizi, de Umberto Galimberti, y De la fatigue, de Jean-Louis Chrétien. Se observa en ambos un considerable alejamiento de las primeras consideraciones evagrianas y, en cierto aspectos también, un notable empobrecimiento ya que se tiende a asimilar la acedia al aburrimiento o al cansancio, despojándola de todo el componente espiritual que le otorgaba no solo su especificidad sino también su dificultad para ser aprehendida. Sin embargo, paralelamente se observa un enriquecimiento con los aportes que sobre tema de la acedia han aparecido desde el ámbito de la literatura y de la ensayística.En este trabajo me propongo seguir algunas de estas pistas. Es decir, incorporar a la reflexión tradicional sobre la acedia las miradas que provienen de autores que han incursionado en el ámbito de la literatura y de otros cuyos escritos se ubican en confines difusos pero que igualmente generan aportes valiosos.

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