INVESTIGADORES
OROS Laura Beatriz
congresos y reuniones científicas
Título:
Nuevas perspectivas en psicología: el estudio de las emociones positivas.
Autor/es:
MEIER, L.; OROS, L.B
Reunión:
Jornada; XX Jornadas de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Formosa; 2017
Resumen:
IntroducciónLa psicología tradicionalmente se ha orientado hacia el estudio y la comprensión de patologías y carencias humanas como el estrés, la ansiedad, la depresión y las adicciones, entre otros. Este gran acento de la psicología clásica puesto en la enfermedad y la patología la ha hecho descuidar en cierta medida los aspectos positivos, tales como el entusiasmo, la alegría, la gratitud, el optimismo, la fluidez, la felicidad y la satisfacción con la vida.Como respuesta a la necesidad no sólo de reparar el daño psicológico, sino también de intentar corregir el desbalance histórico entre la investigación y la práctica psicológica, aparece la denominada Psicología Positiva, que por definición es el estudio científico del funcionamiento psíquico óptimo y el análisis de los aspectos positivos de la experiencia humana (Seligman & Csikszentmihalyi, 2014). Surge así, como uno de los objetivos primordiales de este movimiento, el estudio de las emociones positivas con la búsqueda de una clara distinción entre los estados afectivos positivos y atendiendo a los beneficios derivados de los mismos, los cuales resultan en una vía de acceso a la vida plena o, en otras palabras, al bienestar de las personas (Seligman, 2016).En el presente trabajo se conceptualizan y se clasifican brevemente las emociones positivas y se analizan algunos de sus efectos; además se presentan instrumentos de medida desarrollados en Argentina para su evaluación. Desarrollo temáticoLa emoción, en términos generales, es un complejo entramado de cambios fisiológicos, expresiones corporales, experiencias subjetivas, valoraciones cognitivas y tendencias conductuales más o menos activas y específicas. Se puede decir, aunque con ciertas excepciones, que una emoción es positiva cuando su valencia es claramente placentera, es decir, que predomina la sensación de goce o bienestar, y los cambios que produce a nivel cognitivo, fisiológico y comportamental, dejan un saldo favorable para el individuo que las experimenta (Tugade, Devlin & Fredrickson, 2014).Hasta el momento no existe una sola clasificación teóricamente compartida por todos los investigadores sobre las diferentes emociones positivas existentes. Aun así, las emociones positivas pueden clasificarse, según Seligman (2003, citado en Barragan & Morales, 2014), en el pasado, en el presente y en el futuro y son más de las que a priori pueden imaginarse. Las emociones positivas referentes al pasado se hallan mayormente determinadas por pensamientos relacionados con eventos ya acontecidos, lo que permite interpretarlas. Pueden mencionarse como emociones positivas del pasado a la gratitud, la complacencia, la realización personal, la satisfacción y el orgullo. Las emociones positivas centradas en el presente incluyen el placer y la gratificación, se destacan por su componente sensorial de duración efímera e implican un pensamiento escaso o nulo. Las emociones del presente incluyen, entre otras, la alegría, la tranquilidad, el entusiasmo, la euforia, el savoreo, la elevación y la fluidez. Por último, las emociones positivas centradas en el futuro se caracterizan por la búsqueda del desarrollo personal con una interpretación más positiva de los sucesos. Corresponden a emociones positivas del futuro el optimismo, la esperanza, la fe y la confianza.Las emociones positivas, además de ser agradables, también promueven la salud física, psicológica, intelectual y social de los sujetos. Muchos de los efectos de las emociones positivas se mantienen aun cuando las mismas ya se han desvanecido e incluso pueden regular el comportamiento futuro de las personas e intervenir en la autorregulación emocional (Fredrickson, 2013). Si bien los resultados de las emociones positivas se aplican en innumerables aspectos del ser humano se han de mencionar brevemente algunos de sus efectos: (c) fisiológicos; (a) cognitivos; y (b) sociales.Los efectos fisiológicos de la emocionalidad positiva pueden ser evaluados desde dos modelos: los que destacan el efecto directo de las emociones positivas sobre el sistema fisiológico, y los que sostienen que las emociones positivas actúan como amortiguadores del estrés minimizando los efectos perjudiciales que este posee sobre el organismo. A través de algunos estudios se ha logrado sostener que las personas que experimentan emociones cálidas y optimistas viven vidas más largas y saludables (Kok, Coffey, Cohn, Catalino, Vacharkulksemsuk, Algoe, Brantley & Fredrickson, 2013); y se ha comprobado, por ejemplo, que quienes experimentan una mayor frecuencia de emociones positivas tienen menores posibilidades de contraer resfríos, una mayor reducción de las inflamaciones y menores enfermedades cardiovasculares. Estos datos, entre muchos otros más, han permitido arribar a la conclusión de que efectivamente las emociones positivas construyen la salud física. Entre los variados efectos cognitivos, Fredrickson (2013) propone que las emociones positivas como la alegría, el entusiasmo, la satisfacción, el orgullo, la complacencia, entre otras, aunque fenomenológicamente distintas entre sí, comparten la propiedad de ampliar los repertorios de pensamiento-acción de las personas. Los efectos cognitivos de las emociones positivas se han de concretar a través de una mejora en el rendimiento cognitivo, en un uso de categorías más inclusivas, la resolución creativa de problemas, la toma eficiente de decisiones, además, de aumentar la persistencia ante las señales de fracaso e incrementar la motivación intrínseca y el impulso para la toma de nuevos y mayores desafíos.Por último, los efectos sociales de las emociones positivas se traducen en una mayor atención hacia los demás y una reducción de las distinciones entre uno mismo y los otros, o entre diferentes grupos, amplían el grupo social y acaban con las rivalidades. Las emociones positivas inducen a aumentar la confianza y pueden ser la base para la creación de una amplia variedad de vínculos e interdependencia de oportunidades sociales (Kok, et al. 2013). Los estudios demuestran claramente los efectos de la ampliación de las emociones positivas en el ámbito social, pero por sobre todo, demuestran los cambios sustanciales en la conducta de las personas. Estos cambios pueden conducir a transformaciones en las habilidades, recursos, circunstancias y relaciones fututas traduciéndose en recursos duraderos. En Argentina, durante los últimos años se han construido una serie de instrumentos para evaluar específicamente la experiencia de emociones positivas en diversos grupos etarios tales como: el Cuestionario de Emociones positivas para niños (Oros, 2014), de entre 8 y 12 años de edad; el Cuestionario de emociones positivas para adolescentes (Schmidt, 2008), de entre 14 y 19 años de edad; y por último, el Cuestionario de Emociones positivas para adultos jóvenes (Regner, 2009), de entre 18 y 25 años de edad. Esto ha propiciado un floreciente campo de estudio vinculado a la investigación científica y, en consecuencia, a la práctica clínica y educativa en el país.ConclusiónLa Psicología Positiva persigue la ampliación del foco de estudio e interés de la psicología abarcando todos los rasgos, las emociones y conductas posibles, no solamente las negativas. Uno de los conceptos centrales será el de la prevención, buscando potenciar los aspectos positivos de las personas a modo de que actúen como una barrera protectora ante el inicio, el desarrollo o el mantenimiento de posibles enfermedades.El impacto comprobado que ejercen las emociones positivas sobre la salud mental de las personas explica la proliferación cada vez mayor de técnicas y programas para su evaluación y desarrollo en diversas etapas de ciclo vital tanto a nivel mundial como en Argentina.