INVESTIGADORES
MOSCARDI matias Eduardo
congresos y reuniones científicas
Título:
Kill your idols: reescrituras de la poesía norteamericana en la nueva poesía argentina
Autor/es:
MOSCARDI, MATÍAS
Lugar:
Universidad Nacional de Marl del Plata
Reunión:
Congreso; VII Congreso Nacional de estudiantes de letras “Cara y cruz”; 2009
Institución organizadora:
Universidad Nacional de Mar del Plata
Resumen:
“Estaba escribiendo todo esto cuando / me tocó el timbre. / Era Walt Whitman, y le dije: / Tomatelá de acá, vieja, no quiero hacer pactos con vos / y no me importa toda la leña que cortaste. No me sirve. / No me importa que te hayas metido en un supermercado / delante de tus emputecidos alumnos. / En este Abasto no hay lugar / para las alabanzas. / Volvé a la tumba padre!”. Así concluye uno de los poemas de Segovia, que se llama “Hielo seco”, de Daniel Durand. Este fragmento podría leerse como la síntesis de una relación más o menos consensuada de cierta parte de la poesía argentina de los noventa con la tradición literaria en general. Si Whitman, en este poema, representa cierta tradición de la poesía, las operaciones de uso de esa tradición se infieren de la escena: articulación del canon a nuevos referentes (Whitman toca el timbre), la irreverencia en la subordinación de lo consagrado a cierto registro bajo (Tomátela de acá, vieja…), la clausura del pacto con la tradición (…no quiero hacer pactos con vos), la importancia del valor de uso por sobre el valor estético (…y no me importa toda la leña que cortaste. No me sirve), la negación de la alabanza como signo de sumisión (En este Abasto no hay lugar para las alabanzas) y finalmente, a pesar de todo, la aceptación de la paternidad, entendida como paternidad muerta cuyo pulso es subterráneo  (Volvé a la tumba, padre!). Estos lineamientos, lejos de sistematizar el panorama, suscitan algunas problemáticas: ¿no existe a esta altura una tradición de la irreverencia en la literatura argentina? ¿Podríamos pensar características distintivas –digamos “nuevas”– en los usos de la tradición que se presentan en la poesía argentina contemporánea? ¿O se trata, por el contrario, de una repetición indiferente, mecánica, de gestos ya consagrados y legitimados? Aclaro: no voy a responder a ninguna de estas preguntas, porque para mí estas cuestiones son, a esta altura, falseos metodológicos: es obvio que existe una tradición previa y que la literatura, en mayor o menor medida, se nutre siempre de lo muerto. También es improbable, o por lo menos eternamente objetable, que haya algo nuevo en absoluto. En cambio, sí creo que puede haber, en posición transversal a lo nuevo, algo específico, personal, de orden operacional, que se cifra en los usos que el lenguaje hace de los escritores. Uno podría pensar, al revés, que cada escritor es ventrilocuado por el lenguaje de una forma específica que excede la literatura. Por ejemplo: asesinos de padres hay muchos. Digamos, por mencionar alguno, que el padre de Girondo, en Veinte poemas…, se llama El spleen de París, de Baudelaire, padre que muere asesinado en la época más experimental de su hijito. Ahora bien: Girondo no le dice “Tomatela, vieja,” a Baudelaire, probablemente porque esa expresión no existe en aquella época. Que una expresión no exista en una época, como explica Foucault en La arqueología del saber, significa que varias otras cosas no existen: instituciones, discursos y prácticas. Por lo tanto, remontar la condición de posibilidad de un simple enunciado, preguntarse de dónde sale, quién le puede decir “Tomatela, vieja,” a Walt Whitman, qué significa, dónde significa y, sobre todo, para quién significa y qué efectos produce, puede permitirnos pensar algo más allá o más acá de la teoría literaria.