INVESTIGADORES
MOSCARDI matias Eduardo
capítulos de libros
Título:
Sarmiento y las representaciones del Terror en Facundo
Autor/es:
MATÍAS MOSCARDI
Libro:
Escenas interrumpidas II. Imágenes del fracaso, utopías y mitos de origen en la literatura nacional
Editorial:
Universidad Nacional de Mar del Plata
Referencias:
Lugar: Mar del Plata; Año: 2012; p. 53 - 67
Resumen:
El Terror puede leerse como uno de los significantes privilegiados del Facundo, no sólo por la frecuencia con la que aparece, cuyo impulso desplaza, por momentos, el lugar central que ocupa la oposición Civilización-Barbarie, sino por los sentidos que moviliza en el texto sarmientino. Palabra que resuena como un mantra vaciado por la repetición, el Terror adopta distintas posiciones, distintos significados. Quizás su primer anclaje, su punto de inyección, sea otro significante: la Tierra. En efecto, ambos comparten la misma etimología: en latín, terra significa literalmente tierra pero también “infierno, lugar desconocido”[1]. Esta relación produce una imagen determinada del Desierto, que en el Facundo aparece representado como un locus horrendus: Al sur y al norte, acechan los salvajes, que aguardan las noches de luna para caer, cual enjambre de hienas, sobre los ganados que pacen en los campos y sobre las indefensas poblaciones. En la solitaria caravana de carretas que atraviesa pesadamente las pampas, y que se detiene a reposar por momentos, la tripulación, reunida en torno del escaso fuego, vuelve maquinalmente la vista hacia el sur, al más ligero susurro del viento que agita las hierbas secas, para hundir sus miradas en las tinieblas profundas de la noche, en busca de los bultos siniestros de la horda salvaje que puede sorprenderla desapercibida de un momento a otro[2]. Espacio horroroso, coronado por la luna, solitario, pesado, sinónimo de lo escaso, musicalizado por los susurros que salen de las tinieblas siniestras, el Desierto conjuga el origen doble de la palabra: el Terror ya está en la Tierra. Como accidente natural es una señal del mal. “El terror estaba ya en la atmósfera” (Sarmiento, 1962: p. 204). Por eso Sarmiento lee la extensión en términos morales. La extensión es abyección originaria: “El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión” (Sarmiento, 1962: p.23). Como punto de partida para su crítica del sistema de gobierno, la relación entre la extensión y el mal le permite a Sarmiento trazar una cartografía del terreno nacional en términos políticos: se trata de una geografía que se revela como lógica y naturalmente monstruosa y amenazante. “Si no es la proximidad del salvaje lo que inquieta al hombre del campo, es el temor de un tigre que lo acecha, de una víbora que puede pisar” (Sarmiento, 1962: p.24) (La cursiva es nuestra). El espacio argentino está representado como una zona de acecho, habitada por males y peligros ocultos que cualquiera puede “pisar” de manera súbita. Dominado por bestias, la animalidad del terreno se transformará, luego, en la animalidad de Quiroga, el “Tigre de los Llanos”, cuyo poder se conecta precisamente con el Terror de la Tierra. No es casual que las dos fieras terroríficas que menciona Sarmiento, el tigre y después la serpiente, sean atributos de Facundo: “Su cólera era la de las fieras; la melena de sus renegridos y ensortijados cabellos caía sobre su frente y sus ojos en guedejas, como las serpientes en la cabeza de Medusa” (Sarmiento, 1962: p.83). El pelo de Quiroga se representa mitológicamente, sus cabellos son las serpientes de Medusa. Más adelante retomaremos las connotaciones de esta comparación para analizar la descripción de los ojos de Facundo. Por su parte, la vegetación es lógicamente siniestra. En el espacio argentino sólo pueden crecer “arbustos enfermizos, espinosos y desapacibles” (Sarmiento, 1962: p.27). El Terror es la paz natural perturbada en los orígenes de la Tierra argentina, como si todo el suelo, con su vegetación y su fauna, ambas en estado de perversión, estuvieran contaminadas desde el comienzo por un Terror originario.  Al mismo tiempo, la geografía maligna desplaza sus atributos a la biografía, porque la invocación de la “Sombra terrible de Facundo” (Sarmiento, 1962: p.5) permite leer, también, una doble condición: Quiroga es el fantasma de la tierra. Entonces, según su función en la escritura sarmientina, la geografía es la condición de posibilidad de la biografía, y el Terror trama una continuidad causal entre ambas: la tierra terrorífica (el escenario) genera una psicología temible (el actor). Ni civilización, ni Barbarie: el Terror es el significante que estructura el texto, dividiéndolo en dos. Razones de este género me han movido a dividir este precipitado trabajo en dos partes: la una, en que trazo el terreno, el paisaje, el teatro sobre que va a representarse la escena; la otra en que aparece el personaje, con su traje, sus ideas, su sistema de obrar; de manera que la primera esté ya revelando a la segunda, sin necesidad de comentarios ni explicaciones[3]. En este sentido, su determinismo telúrico no constituye simplemente un tema o una teoría del Facundo, sino una operación de escritura cuyo dispositivo es la diseminación del Terror, a partir de su relación significante con la Tierra, en una serie de elementos abyectos: Quiroga, Rosas, el sistema de gobierno, la Barbarie. Si como afirman Altamirano y Sarlo, la imagen del desierto organiza buena parte del programa de la generación del 37[4], y teniendo en cuenta que la iconografía de esta inmensidad tétrica implica una alianza entre Terror y Tierra, entonces la simbolización del Desierto, como metáfora del terreno y atributo local en los textos del romanticismo argentino, implica la irrupción explicita de una escritura del Mal en el lugar fundante del Ser Nacional. Escritura que, por otra parte, Sarmiento, como veremos más adelante, ejecuta hasta el punto de ocupar la posición de un creador de discursividad.  [1] AAVV, 2001: p. 465. [2] Sarmiento, Domingo Faustino, 1962: p.24. [3] Sarmiento, 1962: p.15. [4] Altamirano, Carlos y Sarlo, Beatriz, 1997: p.43.