INVESTIGADORES
MANZO silvia alejandra
libros
Título:
Entre el atomismo y la alquimia. La teoría de la materia de Francis Bacon
Autor/es:
MANZO, SILVIA
Editorial:
Biblos
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2006 p. 261
ISSN:
950 786 540 3
Resumen:
En este libro se pretenden resolver los problemas historiográficos de interpretación del concepto de materia que son consecuencia del eclecticismo y la inestabilidad que caracterizan a la filosofía natural baconiana. En élla son incorporados el atomismo antiguo junto con el animismo del naturalismo italiano en el marco de una cosmología estructurada según principios paracélsicos todavía atada a la herencia de la escolástica tardía. A esta compleja confluencia de corrientes tan diversas se suman los grandes cambios de la posición de Bacon con respecto a la constitución de la materia y la existencia del vacío en la naturaleza. La gran cuestión que se pretende contestar es: ¿es posible integrar los distintos aspectos del pensamiento de Bacon en un concepto de materia unificador y coherente?  Como respuesta sostenemos que a pesar de los componentes aparentemente incompatibles y de las variaciones de la idea baconiana de la materia a través de sus distintas obras, existen también líneas básicas de continuidad que integran coherentemente el concepto de materia en todos sus aspectos. Hemos descubierto que un eje permanente y centralísimo de la concepción baconiana del mundo es la atribución de cuantitatividad a la naturaleza y a sus procesos. Cuantitatividad significa, a grandes rasgos, que en la naturaleza existen proporciones y límites a los cuales todo cambio está sujeto. En función de este eje Bacon define su idea de la materia y va integrando las distintas tradiciones filosóficas de su época en la medida en que se podían adaptar a la estructura cuantitativa de la naturaleza. La evolución de sus ideas con respecto al atomismo es en parte consecuencia de este principio básico de su filosofía. En cuanto al problema de la consistencia de su eclecticismo, sostenemos que para Bacon la coexistencia de anismismo, atomismo y paracelsismo no eran incompatibles, ya que el principio de los límites cuantitativos de la materia no se veía obstaculizado por ella. Así pues se puede entender y explicar ordenada y coherentemente el concepto de materia de Bacon, su confusa combinación de otras filosofías y sus vacilaciones tomando en cuenta la contínua adhesión al principio de cuantitavidad inherente a la naturaleza y a la materia en particular. Desde un punto de vista histórico, la importancia de la cuantitatividad en la naturaleza no es una idea que se iba paulatinamente instalando en la práctica y la reflexión científicas del siglo XVII. Ya en algunas de las artes mecánicas (alquimia, farmacia, metalurgia, etc.) conocidas en la Baja Edad Media y en el Renacimiento se consideraba la medición de los materiales como un elemento de importancia. De una manera teórica y casi programática Nicolás de Cusa y Paracelso habían enseñado y promulgado el valor de la cuantificación. Más allá de estos antecedentes, el enfoque baconiano del tema es original. Por un lado, por la estrecha vinculación que establece entre la cuantitatividad de la materia y la experimentación. Bacon creía que las proporciones de la naturaleza no eran evidentes por sí mísmas, sino que estaban ocultas en su seno. La experimentación serviría entonces para ponerlas al descubierto a través de distintos indicadores perceptibles que indirectamente las reflejan. A esto se suma su incorporación de la cuantificación de distintas variables de la naturaleza (tiempo, lugar, movimiento, materia, virtudes, etc.) como parte importante de la investigación científica. En su programa Bacon propone explícitamente articular la física con la matemática, pues esta última sería un complemento indispensable para desarrollar la parte práctica de la nueva ciencia. De esta manera, la cuantificación de la naturaleza no es sólo un rasgo secundario del proyecto de la restauración del saber, sino un requisito fundamental para concretar uno de los objetivos más distintivos y originales de la ciencia baconiana: la transformación de la naturaleza a través del poder humano. Otro punto peculiar de la cuantificación defendida por Bacon es el ecléctico marco filosófico en el cual se inserta. La conjunción de mecanicismo y matematización de la ciencia paralela al creciente despliegue de la Revolución Científica se ve desfigurada en el caso de Bacon. La cuantificación propuesta en su programa no sólo se aplica a dimensiones espaciales y temporales propias del mecanicismo, mensurables a través de ciertas unidades de medida, instrumentos y fórmulas específicos, sino también a los ”apetitos” de los cuerpos, esenciales componentes de la naturaleza según la antigua tradición animista que en tiempos de Bacon encontraba en Patrizzi y Telesio sus exponentes más destacados. Bacon comparte con ellos la idea de que los movimientos del universo en sus distintos nivels de complejidad no son otra cosa que tendencias de los cuerpos, es decir, deseos o rechazos en respuesta a su simpatía o antipatía con respecto al medio que los circunda. En un mismo cuerpo se dan ocasionalmente varias apetencias al mismo tiempo, a veces opuestas entre sí o en oposición a las de cuerpos vecinos, de manera que existe un conflicto en el que predomina alguna de ellas. Bacon creía que la predominancia era consecuencia de la diversa intensidad de los apetitos y que esta podía de alguna manera ”medirse”. También podía suceder que la ambas tendencias quedaran neutralizadas (provocando el reposo) en virtud de que la intensidad de las tendencias opuesta estaba en equilibrio. En todos estos casos Bacon no propone una medición numérica, como hubiéramos esperado, de la intensidad de la tendencia al movimiento ni nada semejante, sino una estimación principalmente de jerarquía teleológica. Los distintos fiines a los que tiende cada movimiento se jerarquizan de acuerdo a ciertas reglas que rigen el universo no solo natural sino también ético y político. La regla más general establece que, lo mismo que en la ética y en la política, en la naturaleza predominarán aquellos movimientos cuyo fin sea el mayor bien para la mayor cantidad. Bacon coloca esta clase de medición de la intensidad de los movimientos, tan peculiar vista desde nuestra mirada contemporánea, formando parte del mismo cuerpo de evidencias cuantitativas y en el mismo nivel de importancia metodológica y epistemológica que la medición del peso de cuerpo, de la distancia que lo separa de otro, del tiempo que dura su movimiento hacia él, etc.. En estos casos, su estrategia puede asimilarse al modelo de cuantificación cientifíca que se extendió hasta nuestros días: utiliza unidades de medida, métodos para cuantificar e instrumentos de medición. Así pues la idea cuantitativa de la naturaleza adquiere en Bacon un perfil muy particular que no debe ser entendido de un modo anacrónico. El significado de medición de una cantidad no es para Bacon el mismo que para la ciencia moderna. Tampoco es contrario a él, sino que lo incluye en un marco teórico muy amplio que enlaza de manera interesante la diversidad de discursos que confluyeron en su tiempo o florecieron en el más remoto pasado filosófico. Tal peculiaridad tiene eco en la concepción de la materia y le da un sentido de contiuidad a través de la evolución del pensamiento de Bacon.