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Las primeras izquierdas ocuparon en la Argentina todo un ciclo claramente verificable, que se inició con el surgimiento de la clase obrera como actor social, hacia fines del siglo XIX, y concluyó, algo más de medio siglo después, con el advenimiento del peronismo. Cuando aludimos al contenido rupturista y de parteaguas que representó el año 1945 en tantos sentidos cuestionable por los fuertes elementos de continuidad con procesos y actores anteriores que bien pueden reconocerse en el mismo, simplemente queremos apuntar un elemento clave: la consagración de la pérdida de la hegemonía de las izquierdas en la clase obrera, que estas venían ejerciendo, de un modo u otro, desde sus inicios como espacio político. Esto no supuso, de ninguna manera, el fin de la historia de estas corrientes en el país. Ni siquiera el comienzo de una pura intrascendencia de ellas en el campo político, cultural, intelectual ni, tampoco, social (incluyendo en ello al mundo de los trabajadores). No obstante, resulta imposible desconocer el modo en que desde ese entonces se alteró decisivamente la ligazón entre izquierdas y clases populares, dibujando otra etapa histórica, mediatizada por la existencia de un movimiento nacional-popular como el peronismo. En este artículo hacemos un detenido análisis de las izquierdas previas al ciclo peronista, señalando sus distintas fases, expresiones y corrientes, el tipo de orientación programática que cada una encarnó, su posicionamiento frente al conflicto de clases, el Estado y el sistema político, y el anclaje social de sus prácticas. De conjunto, nos interesa privilegiar el examen del vínculo entretejido entre las izquierdas y el movimiento social. Como veremos, el contrapunto entre alternativas reformistas, moderadas, institucionalistas y pragmáticas y variantes confrontacionistas, revolucionarias y basadas en compromisos ideológicos más firmes fue una constante durante el primer medio siglo de historia.

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