INVESTIGADORES
MOREYRA VILLALBA beatriz Ines
capítulos de libros
Título:
Introduccion
Autor/es:
NOEMÍ GIRBAL-BLACHA; BEATRIZ I. MOREYRA
Libro:
Produccion de conocimiento y transferencia en las ciencias sociales
Editorial:
Imago Mundi
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2011; p. 1 - 18
Resumen:
Toda producción e innovación en I+D supone transferencia e interacción social, que adopta forma de proyectos con objetivos, contenidos, estrategias y patrones de acción, que incluye a todas las grandes áreas del conocimiento científico y tecnológico. Aun si la ciencia sólo fuera interpretada -como en la segunda posguerra- con carácter utilitario, como parte de un modelo lineal, la relación entre el Estado y la sociedad, debe formar parte de sus condiciones sustantivas, como podría suponerse de una política científica y operativa, a la vez. Michael Gibbons se refiere al surgimiento de una “nueva forma de producción del conocimiento científico”, en la cual intervienen actores heterogéneos, se atiende a contextos de aplicación establecidos desde el inicio del proceso de investigación y las redes reemplazan a las “masas críticas”. Estas transformaciones, relativamente cercanas en el tiempo, se han traducido en la emergencia de nuevas políticas y nuevas herramientas que comprenden a todas las áreas del conocimiento. Las Ciencias Sociales quedan -por lo tanto- comprendidas, con la generación de sus conocimientos específicos, en el amplio abanico de la producción propia de la ciencia y sus efectos sobre la sociedad. Esta perspectiva ha tendido a ponderar la necesidad de establecer “un ´nuevo contrato social’ entre la ciencia y la sociedad”. En síntesis, las políticas científicas y tecnológicas incorporan en forma creciente la dimensión social y -en consecuencia- los resultados que de las Ciencias Sociales se derivan. No son “pseudociencias, son parte de la ciencia que hace del hombre y sus acciones, su objeto de estudio. En tal sentido, la elaboración e instrumentación de las políticas para la ciencia y la tecnología deben basarse en indicadores capaces de dar cuenta de la incidencia de estas actividades para el desarrollo social, trascendiendo las orientaciones que se puedan tratar de imponer desde las llamadas “leyes de mercado”. Las contribuciones de los distintos autores comparten el objetivo de analizar, desde sus miradas específicas,  algunos de los supuestos metodológicos y dimensiones temáticas muy presentes en la historiografía  contemporánea en relación a las formas de construir los relatos socio-históricos. Es decir, cada uno de ellos refleja algunos lineamientos compartidos más allá de las especificidades inherentes a la problemática particular abordada. En primer lugar, la idea de la complejidad y heterogeneidad de las realidades histórico-sociales, que implica la crisis de las explicaciones simples subsumibles en marcos unificadores universales, es fuertemente rescatada. Es decir, hay un consenso acerca que el conocimiento de las diversas realidades ya no pretende ser el reconocimiento de la necesidad, sea esta lógico-metafísica, económica, histórica, política, o del tipo que fuere, sino que se identifica con el conocimiento del suceder contingente de la época moderna. Mas aún, la conciencia de la contingencia se ha convertido en uno de los elementos más característicos del panorama de las ciencias humanas en las últimas décadas. Autores tan diferentes como Rorty, Luhmann y hasta el último Habermas coinciden en remitirnos a ese elemento de la contingencia como condición de la existencia moderna y reto para las ciencias humanas actuales.  En segundo lugar, otro de los supuestos que subyace a los recorridos historiográficos elaborados por los distintos autores es la resistencia a la naturalización del mundo social. Por el contrario, en la mayoría de producción histórico-social se percibe una reconceptualización y revalorización de la naturaleza de la agencia humana que condujo a ponderar que la acción es socialmente estructurante. Ello es claramente perceptible en la concepción de la naturaleza como un agente activo y no pasivo, sino un socio inseparable de la cultura humana, planteando el proceso de construcción del conocimiento científico no como una oposición entre el hombre y la naturaleza, sino como una comunicación con la naturaleza. Específicamente, desde la historia ecológica se pone de relieve el decisivo rol de los sujetos sociales en las determinaciones ambientales. Un proceso similar acontece en la práctica de la historia regional al considerar a su unidad de análisis- la región- como una construcción social, cuya comprensión involucra componentes materiales, valores, creencias y costumbres de la sociedad.Íntimamente relacionado con el giro humano de las ciencias sociales, las agendas intelectuales recobran el énfasis en la historicidad de las formas sociales, de las categorías intelectuales, de los sistemas de representaciones y de las acciones humanas; es decir, la necesidad que los diversos enfoques interpretativos retengan un rol central para la autonomía de la  evidencia empírica y la variabilidad de la experiencia histórica. Como Stedman Jones afirmó hace unos años, los procesos sociales no son determinados por una lógica social imperiosa sino aparecen discontinuos, caleidoscópicos, indeterminados y multidireccionales. En efecto, por esta razón, la mayoría de las afirmaciones programáticas toman distancia crítica de las explicaciones estructurales, abogando en favor de una aproximación que ponga el acento en la acción en situación y vuelva a dar a la diacronía el lugar que había perdido en el análisis de las ciencias sociales. En tercer lugar, la construcción de los relatos socio-históricos en las dimensiones abordadas manifiesta una resignificación de lo político entendido como un campo englobador y polimorfo abierto a todas las orillas de gestión de lo real y de las relaciones de poder. El poder, y por consiguiente el significado político, se organiza dentro y a través de todos los tipos de instituciones sociales y transacciones informales así como a través de los lugares más visibles y obvios de toma de decisiones. Este progresivo ensanchamiento de la noción de hecho político en la producciones disciplinares obedece al peso cada vez más grande adquirido por la dilatada esfera política en las sociedades contemporáneas, el acrecentamiento del campo de intervención de los Estados y la creciente politización de los espacios antes considerados no políticos: la ciudad, la región , la comunidad, el lugar del trabajo, el barrio, la subcultura, la familia, el hogar, como espacios donde el poder es buscado, practicado, desafiado, abusado o negado; lugares más visibles del poder en un sentido más desmenuzado y cotidiano.Por último, en las aproximaciones interdisciplinarias e historiográficas analizadas, a pesar de la importancia otorgada a las operaciones locales y contingentes para desentrañar datos más numerosos y refinados organizados según configuraciones inéditas, revalorizan el poder explicativo de los contextos construidos para evitar que las interpretaciones socio-históricas se reduzcan a un mosaico de conocimientos dispersos. Esta resignificación del poder condicionante y explicativo de las realidades sociales involucra también un giro hacia la revalorización de lo material, después de la fuerte desmaterialización de la realidad que produjo la aproximación exclusivamente textualista de los estudios culturales. Por otra parte, es importante destacar que la apelación a lo “ global” no se limita al objeto de estudio sino a la intención de ir más allá de la fragmentación historiográfica y de los compartimentos disciplinarios para reconstruir las interrelaciones, las circulaciones, las influencias mutuas, las interconexiones y los cruces de fronteras..Estos supuestos comunes presentes en forma desigual y combinada en los trabajos remiten a una perspectiva vinculada con el declive del estructuralismo, relegando a un segundo plano los ingredientes antihistoricistas en virtud de un fuerte embate del pensamiento histórico, entendiendo por ello, la introducción del tiempo, la interpretación, el contexto sociocultural y el marco político.