INVESTIGADORES
KARCZMARCZYK pedro Diego
congresos y reuniones científicas
Título:
Reglas y límite de la justificación
Autor/es:
KARCZMARCZYK, PEDRO
Lugar:
Salta
Reunión:
Congreso; XI Congreso Nacional de filosofía; 2001
Institución organizadora:
AFRA- Universidad Nacional de Salta
Resumen:
El planteo wittgensteiniano de las reglas destaca que al justificar nuestra acción de acuerdo a una regla, muchas veces ocurre que: a) no podemos aducir razones acerca de cómo seguimos la regla o no podemos decirle a alguien cómo debe seguirla (por ejemplo ¿cómo sé que este color es rojo?”. La respuesta más ajustada sería “lo hago”); o b) en el curso de la justificación las razones se nos acaban (“ese que viene ahí es un mendigo”, viste con harapos, extiende su mano a la gente que pasa cerca suyo, etc.). Este momento, identificado en el proceso de justificación como un límite, se puede llamar “respuesta ciega”. Kripke y otros autores han entendido que se trata de una inclinación bruta, una disposición a reaccionar frente a cierto estímulo, constituido por la enunciación verbal, o escrita (o a través de una imagen) de la regla. Esta interpretación concuerda con IF § 219 “Cuando sigo la regla no elijo. Sigo la regla ciegamente” La respuesta podría matizarse considerando que en los Cuadernos azul y marrón Wittgenstein señala que en el límite de las justificaciones nos encontramos, no con un hecho bruto, sino con una convención gramatical. Si preguntáramos reiteradamente ¿porqué? O ¿cómo lo sabes? A un sujeto que afirmó “Él tiene dolor de muelas” las justificaciones llegan a su término con la respuesta “se llevó la mano a la mejilla” que presenta un criterio de lo que llamamos ‘dolor de muelas’. Se llega al límite de las razones por la reiteración pregunta “¿porqué?” Si se repite, la “misma” pregunta no puede ser respondida en el mismo sentido, no puede aducirse una razón ulterior, sino a lo sumo, una causa, “así me lo enseñaron”, “así me adiestraron”. La convención gramatical y el hecho bruto (enunciado en la respuesta por la causa) pueden ser aquí claramente separados. La tarea del filósofo es llamar la atención sobre esta transformación que se oculta bajo la semejanza superficial de las palabras. En las Observaciones sobre los fundamentos de las matemáticas , Wittgenstein señala, una y otra vez la relación entre nuestra tendencia a reconocer objetos como semejantes, ‘nuestra mirada’, que puede asumirse como una dotación natural, y la gramática del lenguaje. Dada una muestra cualquiera ‘IIIII’,  ¿qué diríamos “es lo mismo” que el modelo propuesto? ¿cinco letras cualquiera, pero no números? ¿‘AAAAA’?, ¿y cinco letras diferentes ‘AEYTR’? ¿O un montón cualquiera de símbolos?. (ver OFM; III, § 44) He aquí el terreno más o menos azaroso o contingente del reconocimiento de similitudes. Pero cuando se señala un criterio: “ ‘IIIII’ es esencialmente (“o “tiene que ser”) divisible en ‘II’ y ‘III’ ” la situación cambia. La proposición se ha convertido en una norma o en un principio, queda eximida frente a la experiencia (OFM, IV § 30) y es usada como un baremo para juzgar la realidad.  Se convierte en un criterio de identidad: “Cuando digo, “si estas derivaciones son iguales entonces tiene que....” hago de algo un criterio de identidad.” Cualquier lector atento podrá señalar que a esta especificación de criterios se la puede objetar por incompleta. Así si señalamos que “ ‘IIIII’ es esencialmente divisible en ‘II’ y ‘III’ ” Aún no hemos dicho nada acerca de ‘II’ y ‘III’. Podríamos decirlo, pero por este medio nunca avanzaríamos definitivamente y nuevas especificaciones podrían requerirse a cada paso. La convención gramatical remite a una concordancia en el obrar o en la forma de vida (ver IF § 241, OFM; VI, § 39, § 41) y esta concordancia no puede justificarse apelando a una coincidencia en relación a la idea de coincidencia o algo semejante. Es algo dado y carece de fundamento. Lo más que parece poder decirse es que los seres humanos tenemos determinadas tendencias a seguir adelante, a pasar de un caso a otros. Ahora bien aunque esta coincidencia no pueda enunciarse y aducirse como una razón ¿quiere decir que se trata de una inclinación bruta? Creemos que debe responderse a este interrogante teniendo en cuenta dos elementos: 1) Los enunciados que encontramos como límite de la justificación pueden abordarse a partir de una distinción análoga a la diferencia categorial entre saber y certeza. La coincidencia con otras personas en la realización de estos enunciados define o constituye la habilidad práctica para hablar un lenguaje o para participar en algún juego de lenguaje particular. Un fallo aquí se considerará no un error sino una anomalía que puede indicar un trastorno mental o la incapacidad para aprender. En la medida en que se habla de un conjunto de disposiciones concurrentes y sobre todo en la medida en que existen sanciones que evidencian lo que cuenta como desviación, no parece sencillo caracterizar este nivel como mera inclinación bruta, ya que la regularidad está controlada por componentes normativos. 2) Por último el énfasis que se ha puesto en el papel que determinadas reacciones espontáneas desempeñan en la adquisición del lenguaje y la ambigüedad del propio Wittgenstein al respecto que se refiere a veces al acuerdo en el lenguaje como acuerdo en el obrar o en la acción y otras veces como coincidencia en las reacciones, introduce alguna confusión acerca de cuáles son los requisitos de un lenguaje significativo. S. Cavell en un comentario de los primeros parágrafos de IF ha establecido un vínculo fuerte entre significado y libertad. Un buen test en este sentido podría ser la capacidad de una u otra interpretación para distinguir entre error y omisión deliberada.