INVESTIGADORES
CAMPO javier Alberto
capítulos de libros
Título:
La Revolución mexicana y los documentales de compilación. Estudio de Memorias de un mexicano (Carmen Toscano, 1950)
Autor/es:
CAMPO, JAVIER
Libro:
Representación y revolución en el cine latinoamericano del período clásico-industrial: Argentina, Brasil, México
Editorial:
Fundación Carolina – CeALCI
Referencias:
Lugar: Madrid; Año: 2012; p. 131 - 153
Resumen:
La Revolución mexicana se constituyó en una narrativa que se ubicó por sobre el curso real de los hechos armados durante y después de su coyuntura temporal comprendida entre 1910 y 1920 (inclusive mucho después, ya que esa narrativa sigue siendo reevaluada en el siglo XXI). Esta es la premisa del estudio reciente La luz y la guerra, el cine de la Revolución mexicana (Sánchez y García Muñoz, 2010). Las visiones, sucesos y “fragmentos” de memorias variadas que constituyen la narrativa de la Revolución trataron (y tratan) de ser presentadas como “un relato histórico unificado” (2010: 15). En ese sentido el cine fue un gran propalador de ese relato coherente de la Revolución que recibió diversos usos oficiales en el transcurso de estos 100 años. Pero lo novedoso en este caso (y, como veremos, éste no es único aspecto original del encuentro entre la Revolución mexicana y el cine) fue que las imágenes en movimiento de la Revolución antecedieron a la configuración de este relato unificado. “Antes de la idea fue la luz –según Fernando Fabio Sánchez–; antes de la narrativa oficial de la Revolución mexicana existió la representación cinematográfica de esta guerra civil en las salas de proyección públicas y privadas del territorio nacional” (2010: 17). Antes que la literatura y el arte se encargaran de los temas de la Revolución los operadores del cinematógrafo tomaron sus cámaras y, sin plan de rodaje previo, salieron a registrar los sucesos candentes del conflicto armado. Es evidente que muchas de las vistas realizadas por Salvador Toscano, los hermanos Guillermo, Salvador y Eduardo Alva y Jesús Abitia, entre otros, durante la década revolucionaria, fueron producidas antes de que entendiésemos esos conflictos políticos como una revolución. Posteriormente México encontrará en el relato de la Revolución un potente cohesionador que funcione en favor de la estabilización del sistema político y el Estado nacional. “Es el espacio simbólico donde se ve cifrada la transversalidad temporal del México posrevolucionario y donde son homogenizados los puntos en contradicción de un movimiento bélico que buscó diferentes objetivos [...] La revolución mexicana de esta manera es UNA, una idea con mayúsculas que se vuelca en un orden cerrado” (Sánchez, 2010: 21-22). Parto desde esta base: las vistas de la Revolución capturadas en el transcurso del conflicto antecedieron a la conformación y fortalecimiento de una narrativa unificada y funcional al orden establecido, tarea que favorecieron los films documentales de compilación. Los mismos operadores pioneros ya mencionados comenzaron con el trabajo de acopiar las imágenes que posteriormente les servirán para montar dichos films (las “historias completas” de la Revolución de Toscano fueron altamente significativas: Historia completa de la revolución de 1910 a 1915 -1915-, Historia completa de la revolución de 1910 a 1920 -1920- e Historia completa de la revolución mexicana -1927-, entre otras), para favorecer la estructuración de un relato unificado sobre la Revolución. Carmen Toscano, hija de Salvador, realizará el montaje de las imágenes del archivo de su padre para dar a luz su compendio histórico Memorias de un mexicano en 1950 –el “mejor ejemplo” fílmico de intento de construcción de un imaginario colectivo no problemático, según Zuzana Pick (2010: 2) –, en otro período histórico en el que el conflicto ya estaba absolutamente apagado pero era útil para afirmar un sentido comunitario de nación consolidada (unificada). El cine documental ya había abandonado una etapa primitiva en la que las vistas y actualidades estaban preñadas de fascinación por lo real, producidas con una voluntad de registro mimético; para, definitivamente luego de la introducción del cine sonoro, construir discursos elaborados y ya no meros registros. Propongo en este artículo seguir el recorrido que nos lleva desde las vistas de la Revolución producidas por los pioneros del cine mexicano hasta los films de compilación, para analizar el pasaje del registro al discurso documental (sin descuidar las conceptualizaciones que sobre el film de compilación y el montaje cinematográfico se han divulgado) específicamente en el film Memorias de un mexicano (1950), dirigido por Carmen Toscano, obra que se erige en este caso como monumento a la Revolución, UNA Revolución.