INVESTIGADORES
MARI Oscar Ernesto
congresos y reuniones científicas
Título:
INFLUENCIA DE MISIONEROS DE ORIGEN PROTESTANTE EN LOS TERRITORIOS DE CHACO Y FORMOSA DURANTE LOS AÑOS CUARENTA
Autor/es:
MARI, OSCAR ERNESTO
Lugar:
Formosa
Reunión:
Jornada; XXV Jornadas de Ciencia y Tecnología Univ de Formosa; 2022
Institución organizadora:
Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Formosa
Resumen:
INFLUENCIA DE MISIONEROS DE ORIGEN PROTESTANTE EN LOS TERRITORIOS DE CHACO Y FORMOSA DURANTE LOS AÑOS CUARENTAMARI, Oscar ErnestoIIGHI-CONICET-UNNEoscar.mari@yahoo.com.arPalabras Clave: Chaco, Formosa, influencia, misioneros.Introducción La problemática que aquí se expone se desarrolló en un espacio geográfico que en determinada época comprendió a dos de los Territorios Nacionales de la República Argentina, denominación ésta que recibieron aquellas regiones que no llegaron a formar parte de las iniciales provincias constituidas.A diferencia de otras regiones del país, el proceso de incorporación efectiva de estos espacios al dominio nacional demandó un esfuerzo algo mayor debido a las peculiaridades geográficas y el carácter díscolo de sus pueblos originarios. Chaco y Formosa fueron el ámbito natural de una diversidad de tribus indígenas cazadoras-recolectoras que extendían su presencia en los espacios circundantes. La cuestión de la integración indígena a la sociedad blanca fue tema de constantes debates desde el comienzo mismo de las campañas militares, pero permaneció sin remedios eficaces durante varias décadas. Intelectuales, religiosos, o funcionarios de turno, se involucraron ocasionalmente en discusiones sobre lo que debía hacerse con los naturales, y aún las mejores voluntades no consiguieron arribar a soluciones duraderas o de conjunto.En este trabajo nos centramos en los intercambios discursivos y epistolares planteados sobre este asunto, especialmente con motivo de la creciente presencia de los misioneros protestantes en los Territorios Nacionales del norte argentino desde fines de la década del treinta, quienes con su acción dentro del mundo indígena, pudieron demostrar métodos novedosos para obtener una interesante inserción de los naturales dentro de estas sociedades en proceso de formación.Las reacciones de las autoridades civiles y eclesiásticas ante la presencia de pastores protestantes.Los misioneros no-católicos dieron las primeras muestras de su existencia en el Gran Chaco Argentino en la segunda década del siglo XX, y específicamente en los Territorios Nacionales de Chaco y Formosa, algunos años más tarde. Prontamente se convirtieron en foco de atención debido a la casi inmediata y expansiva aceptación que obtendrán entre los indígenas, pero sobre todo, por las notables transformaciones que inducirán en sus hábitos y comportamientos. Algunos de estos pastores llegarían a ejercer una considerable influencia entre las tribus más representativas de la región demostrando un gran poder de convocatoria en ocasión de concentrarlos en reuniones o bautismos masivos para convertirlos a la nueva fe, y dicha receptividad llegó a asombrar sobre todo, porque lo que les inculcaban eran creencias y hábitos opuestos a los sostenidos y practicados por los indígenas.En cuanto a la práctica concreta de estos lineamientos, debe indicarse como primera novedad manifiesta que, a diferencia de los misioneros católicos que sólo visitaban esporádica e irregularmente a los grupos, los pastores inaugurarían una labor caracterizada por la asistencia constante, permitiéndoles además desde un principio el mantenimiento de algunas de sus costumbres y ritos ancestrales, y vehiculizando con ello una natural propensión de los aborígenes hacia la enajenación y los estados de trance. Sólo con esta sencilla permisión los pastores protestantes lograron penetrar rápida y profundamente en su sistema de creencias, logrando así movilizar (y también manipular) a miles de incondicionales seguidores. Pero la percepción de un posible problema en este sentido comenzó a hacerse sentir en el ámbito regional hacia fines de los años treinta, cuando funcionarios locales de diverso rango comenzaron a informar a sus superiores sobre la movilización y concentración de nutridos grupos de indios que, conducidos o convocados por líderes religiosos, daban una imagen inquietante sobre sus inescrutables propósitos. Dichas noticias se trasladaron a los medios gráficos existentes y con ello se revivieron preocupaciones que parecían ya superadas entre las autoridades civiles y las (desde ahora también), eclesiásticas, ya que coincidentemente en esta época (1936-39) iniciaron su funcionamiento institucional en estos Territorios. Ya desde fines de esta década comenzaron a circular informes y epístolas entre los funcionarios que se centraban fundamentalmente en preocupaciones tales como la ascendencia que estaban logrando algunos pastores sobre los naturales, a quienes habían incluso despertado su capacidad de negociación ante los patrones que los empleaban en las típicas explotaciones chaqueñas; en la inquietud que generaban las masivas movilizaciones indígenas en torno a los eventos religiosos organizados por éstos; o bien, al incumplimiento del mandato constitucional que respaldaba al catolicismo como religión oficial, y que disponía su fomento entre los habitantes de la República, incluyendo desde luego a los indígenas.En este sentido, podríamos preguntarnos si existían motivos u obligaciones en los gobernadores o funcionarios para elevar informes de estas características a sus respectivos superiores. En respuesta a este interrogante deberíamos recordar que durante la década del treinta y parte de la del cuarenta la Argentina estuvo bajo gobiernos de factos, (o de cuestionable legitimidad democrática), que en cualquier caso tuvieron un marcado sesgo autoritario, por lo cual el contexto general de espionaje o inteligencia interna era por entonces habitual como condición necesaria para mantener el control social. Esto lógicamente se traducía en un clima de delación o de exceso de vigilancia sobre las actividades de los ciudadanos, sobre todo las de carácter grupal. Los informes descriptos se inscribían así en una práctica común por parte de los funcionarios de diverso rango, quienes además de estos contenidos, reportaban asiduamente sobre las actividades de organizaciones obreras, de partidos políticos minoritarios -especialmente si eran de tendencia comunista o anarquista-; de judíos, de simpatizantes nazi-fascistas luego del inicio de la guerra, o simplemente, de algunas simples actividades de esparcimiento. La obsesión por el control social estaba presente en la mayoría de los informes elevados a las instancias superiores.Pero por otro lado, cabe así mismo señalar que a partir de junio de 1944 los Territorios Nacionales fronterizos fueron estatalmente regulados como zonas de seguridad, decisión ésta que en buena medida se enmarcaba en el contexto de la conflagración mundial de ese entonces. Ello contribuye explicar también la especial sensibilidad existente sobre cualquier actividad que involucrara a extranjeros en estos espacios periféricos.Por la misma época, similares preocupaciones fueron planteadas ante el gobierno nacional y local por el primer Obispo del Chaco (con jurisdicción sobre Formosa) Monseñor Nicolás De Carlo, quien señaló su inquietud por la difusión del protestantismo en ambos territorios, cuestión que fue elevada a consideración del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto por el entonces gobernador del Chaco. Estas preocupaciones, que en parte se tradujeron en oscilantes medidas de prohibición o de restricciones por parte de las autoridades de turno, fueron más bien un reflejo exagerado (pero bastante duradero) ante la posibilidad de eventuales reiteraciones de episodios conflictivos sucedidos hasta hace poco tiempo atrás con las comunidades indígenas. En todo caso, pudo haber sido también el miedo a lo desconocido, ya que en la región, no se sabía muy bien de qué se trataban estas religiones, y nunca se había visto una capacidad de conducción sin fisuras de los grupos indígenas en sus naciones más representativas, y con resultados pacificadores tan indiscutibles. La competencia planteada entre las distintas agencias involucradas -con objetivos similares-, y la creciente injerencia estatal en esta cuestión, deben necesariamente tenerse en cuenta como ingredientes en estas disputas.ConclusionesDesde el momento en que se decidió incorporar al Chaco como región al pleno dominio del Estado argentino fueron previstas algunas formas de asimilación de su población nativa a la vida nacional. Y aunque difirieron los métodos y los tiempos con y en los cuales deberían cumplirse estos objetivos, las ideas centrales giraron siempre en torno a la sedentarización y la transformación del indígena en un ciudadano útil para la comunidad organizada.Indistintamente del procedimiento escogido, ello implicó un direccionamiento por parte del Estado, desde el cual, y mediante la acción de misioneros religiosos, de instituciones ad hoc, o de funcionarios civiles, se esperaba una conducción exitosa del proceso de integración.Así, desde un principio se auspició la intervención de misioneros de la orden franciscana que instalaron sus reducciones tanto en el Territorio Nacional del Chaco como en el de Formosa, pero ante sus limitados resultados se ensayaron luego similares mecanismos, aunque esta vez bajo organización y conducción civil. No obstante, ninguno de estos emprendimientos cumplió con las expectativas, de modo que la problemática de la inserción indígena en la vida civilizada permaneció sin soluciones de fondo hasta muy avanzada la primera mitad del siglo XX.Pese a ello, las novedades observadas desde fines de la década del treinta motivaron una reapertura de los debates sobre la situación indígena, con reconsideraciones algo más promisorias acerca de sus perspectivas.Una de esas novedades fue la toma de conocimiento de la creciente actividad de misioneros de origen protestante que con innovadoras técnicas de atracción y prácticas de culto, pudieron mostrar capacidad de contención, y razonables vías de inserción de las diversas comunidades indígenas en el espacio Chaco-formoseño.La otra fue el fortalecimiento de la presencia estatal y de la iglesia católica, lo cual, especialmente durante la década del cuarenta puso de manifiesto una voluntad más explícita de intervenir positivamente en la cuestión indígena. Esta década se convirtió así en el período en el cual pudo observarse con toda nitidez la competencia de empresas y sujetos que procuraban propósitos similares, pero con metodologías diferentes, y desde luego, también con recíprocos recelos.Los intercambios discursivos y epistolares de los actores intervinientes fueron reveladores en este sentido, por cuanto, pese a la proclamación de objetivos semejantes, quedaron evidenciadas las suspicacias, y las desventajas de los misioneros protestantes, ya que sus actividades no dejaron de verse -desde la perspectiva oficial-, como amenazas a los valores religiosos nacionales y también como maniobras de manipulación sobre mentes muy elementales.Los reparos o restricciones a la labor de los pastores se justificaron inicialmente en el imaginado peligro que suponían sus indiscutibles liderazgos, y se ampararon luego en la necesidad de implementar acciones preventivas ante la influencia demostrada por éstos en zonas fronterizas, en donde sus despliegues empezaban a ser incompatibles con las políticas gubernamentales nacionalistas puestas en práctica especialmente desde 1943. La labor de los misioneros protestantes debió adaptarse y convivir así con cierto erratismo en la tolerancia oficial, que alternó permisos y restricciones, pero ello sin embargo, no representó al cabo un impedimento para que el entonces llamado culto evangélico prosperara sostenidamente, y con sus variantes y evoluciones posteriores pudiera consolidarse entre las comunidades indígenas y extenderse luego al resto de la sociedad blanca.BibliografíaBeck, H. (1994). Relaciones entre blancos e indios en los territorios nacionales de Chaco y Formosa 1885-1950. Cuadernos de Geohistoria regional N° 29. Resistencia: IIGHI-CONICET.Daldovo, M. (2018). Aunque sea para nuestros hijos. El Campesinado, la Iglesia Católica y el Estado provincial en la en la década del setenta en Formosa. El Caso de la ULICAF. Rosario: Ed. Prohistoria.De Pompert, M. (2003).Política indigenista en el Chaco. Corrientes: Ed. Moglia. Mari, O. (1999). El Territorio Nacional del Chaco durante la etapa conservadora (1930-1943). Cuadernos de Geohistoria Regional nº37, Resistencia: IIGHI- CONICET. Fuentes Documentales Archivo Histórico de la Provincia del Chaco (En adelante, A.H.P.Ch)-Informe sobre actividades del pastor Fred Agard Knigth, enviado por el comisario Martín Camarasa al Jefe de Policía del Territorio del Chaco el 16 de septiembre de 1943. Sección Gobernación Chaco, s/folio, Notas-gobernadores-varios.-Nota del gobernador del Chaco Alberto J. Castro elevada al Ministro del Interior Alberto Gilbert el 15 de septiembre de 1943. Sección Gobernación Chaco, s/folio, Notas-gobernadores-varios.-Informe del gobernador del Chaco Alberto Castro al Ministro del Interior fechado el 06 de octubre de 1943. Sección Gobernación Chaco, s/folio, Notas-gobernadores-varios -Informe de asesoramiento del asesor letrado del Ministerio del Interior, Dr Ricardo Marcó del Pont, elevado el 6 de octubre de 1943. Sección Gobernación Chaco, Notas-gobernadores-varios, Expte. N° 81-M-943 (C 42245-C-943 M.I.).-Carta del gobernador Alberto Castro al gobernador de Formosa, fechada el 22 de septiembre de 1943. Sección Gobernación Chaco, Notas-gobernadores-varios, Expte. 2281-p-943.-Nota dirigida al gobernador del Chaco Alberto Castro por el Jefe de Policía del Chaco, José Romariz, el 27 de abril de 1944. Sección Gobernación Chaco, s/folio, Notas-gobernadores-varios.-Reporte del comisario Romildo Alfredo Pereno al Jefe de Policía del Chaco, fechado el 04 de mayo de 1944. Sección Gobernación Chaco, s/folio, Notas-gobernadores-varios.-Carta enviada al gobernador del Chaco Alberto Castro por Monseñor Antonio Das Neves, presidente de la Comisión Honoraria de Reducciones de Indios, el 26 de mayo de 1944. Sección Gobernación Chaco, Notas-gobernadores-varios, Expte N° 00366-I-1944. -Carta de respuesta del gobernador del Chaco Alberto Castro a Monseñor Antonio S.Das Neves, fechada el 02 de junio de 1944. Sección Gobernación Chaco, Notas-gobernadores-varios, s/folio-Carta enviada en carácter de secreto por Juan Domingo Perón, al Ministro de Guerra Eduardo Avalos el 05 de junio de 1945. Sección Gobernación Chaco, s/folio, Notas-gobernadores-varios.