INVESTIGADORES
PASTOR gabriela Claudia
congresos y reuniones científicas
Título:
Las infraestructuras domésticas en la construcción del hábitat rural de las tierras secas de Mendoza: dimensiones materiales y simbólicas
Autor/es:
TORRES, LAURA M.; PASTOR, GABRIELA C.
Lugar:
Lago Puelo, Pcia. Chubut, Argentina
Reunión:
Congreso; CONGRESO NACIONAL DE VIVIENDA YASENTAMIENTOS HUMANOSEN EL MEDIO RURAL 2006; 2006
Institución organizadora:
GOBIERNO DEL CHUBUT; INSTITUTO PROVINCIAL DE LA VIVIENDA Y DESARROLLO URBANO; PROGRAMA SOCIAL AGROPECUARIO (Coordinación Chubut) y la UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN (Facultad de Arquitectura)
Resumen:
Si la afirmación “agua, sinónimo de vida” resulta asertiva en cualquier geografía del planeta, en contextos de restricciones hídricas su sentido se torna literal y adquiere un realismo dramático. De hecho, en los espacios habitualmente nombrados como desiertos, los períodos de escasez y, más aún, los de restricción absoluta, traducen en muertes humanas concretas que no resultan pasibles de eufemización alguna. Buena parte del territorio argentino retrata esta situación. Tierras resecas, vegetación agónica y poblaciones sumergidas son una de las caras más habituales cuando se evoca la imagen de los desiertos argentinos. Mendoza, provincia ubicada a la sombra de la cordillera de los Andes, en el límite con la República de Chile, es uno de los tantos espacios de Argentina donde estas imágenes cobran vida. En ella, el 97% del territorio se halla al margen de cualquier forma de riego artificial y, aún cuando se trate de tierras escasamente pobladas, dependen de un modo absoluto de un magro régimen de precipitaciones que en algunos casos supera con dificultades los 100 mm anuales. Sin embargo, si las restricciones en las disponibilidades de agua son una de las notas distintivas de estos espacios, quizá sea también característico de ellos que el ingenio humano se haya puesto al servicio de superar las limitaciones impuestas por la naturaleza. Sobre el extremo noreste de la provincia de Mendoza se ubica Lavalle. Aún cuando en menor escala, este departamento reproduce la dinámica de estructuración territorial que expone la provincia de Mendoza, de modo que, sobre una extensión total de 10.334 km2, el 3,3% del territorio (337 km2) se halla bajo riego y concentra el 90% de la población (29.114 habitantes)[1]. El restante 96,7% del territorio se presenta como una vasta llanura sin riego (nombrada como “desierto” o “secano”) en la que se ubica cerca del 10% de la población del departamento (3.015 habitantes)[2]. Los factores y procesos que explican la configuración territorial de la provincia y de Lavalle en particular, han merecido el tratamiento sistemático de varios autores (ABRAHAM y PRIETO: 1981, PRIETO y ABRAHAM: 1994, MONTAÑA et al 2005). Por la profundidad de aquellos trabajos y porque escapa a los objetivos del presente, no se analizará aquella trama histórica. Baste sin embargo señalar que los territorios de desierto de Mendoza se han estructurado como tales a lo largo del tiempo, que a sus naturales condiciones de aridez se han sumado una serie de dinámicas históricas que determinan la agudización de sus condiciones de desierto y su progresiva subordinación a las zonas de oasis (PRIETO y ABRAHAM: 1994; MONTAÑA et al: 2005), que las dinámicas centro-periferia se reproducen en la polaridad oasis/ desiertos y se respaldan en elocuentes desequilibrios en las distribuciones de poder y, finalmente, que procesos graves de desertificación junto a elevados índices de pobreza son algunos de los rastros presentes de aquellas condiciones estructurales de relación desigual. Casi a pesar de estas condiciones, en los espacios de desierto la población sobrevive, vive y, al compás de una constante creación y recreación de prácticas culturales particulares y distintivas, modela el territorio y construye su hábitat, estableciendo de este modo una particular relación con el medio y con aquellas porciones de la naturaleza que transforma en recursos naturales. Si el medio en que se desarrolla la vida en el desierto exhibe interesantes particularidades, la restricción hídrica es, sin lugar a dudas, la que mayor poder presenta como limitante de la vida y como potenciadora de esfuerzos de modelación. Al interior de un territorio que da viva cuenta de estas limitaciones y de estos esfuerzos por sobreponerse a ellos, el trabajo se orienta a analizar dos dimensiones -a nuestro juicio relevantes- de su recurso mas escaso y valorado: el “agua”. Para proceder en esta dirección se estudian, no las luchas abiertas que tienen lugar en las arenas políticas locales, sino aquellas otras formas de resolución de la escasez que se juegan de lleno en el complejo vínculo cultura/ naturaleza. En este sentido, se aborda el caso de las tierras secas que se abren sobre el extremo nordeste de la provincia de Mendoza –en adelante desierto de Lavalle- y, en su interior, se plantean dos objetivos de estudio. En primer lugar “caracterizar las tecnologías y dispositivos mediante los que se efectúa el aprovisionamiento de los recursos hídricos en la zona” y, en segundo lugar y como complemento de esa materialidad, “analizar la dimensión simbólica que se imbrica en esta problemática, a través de un ritual mediante el cual los pobladores del desierto “ruegan” la llegada de las lluvias salvadoras” Las hipótesis en torno a las cuales se articula el trabajo señalan que si en los desiertos, las restricciones en las disponibilidades de agua resultan una limitante severa a la vida, en su contracara deben potenciar acciones de modelación del territorio y, en este contexto, abrigar “saberes tradicionales”; saberes que permiten enfrentar la lucha por la obtención del recurso, a la vez mitigar los efectos de la escasez del mismo.  Cabe mencionar que el presente trabajo es resultado de un proyecto de investigación que lo excede al tiempo que lo integra, orientado a analizar la dinámica de los procesos de desertificación en las tierras secas del centro oeste argentino. Resulta de un exhaustivo trabajo de campo llevado a cabo en la zona entre los años 2000 y 2005. Aún cuando más compleja, la metodología privilegiada en este caso es la cualitativa y, las técnicas aplicadas, algunas de las habituales en la investigación en Ciencias Sociales (entrevistas grupales, en profundidad y observación participante). [1] La población total del departamento es de 32.129 habitantes (Censo Nacional de Población y Vivienda, INDEC: 2001) [2] Cálculos realizados en base a datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2001.